Los doce dioses del Olimpo II

Mercurio (Hermes)

Mercurio, hijo de Jupiter y Maya, apenas nacido, robó los bueyes de Admeto, custodiados por Apolo: «El niño nació al amanecer y antes de que cayera la noche había robado los rebaños de Apolo». A continuación, el dios Sol cedió los animales a Mercurio a cambio de la lira que el astuto muchacho había construido con la concha de una tortuga.

Por ese episodio se atribuye a Apolo la imagen de dios de la música. Júpiter, sorprendido por la energía de Mercurio, lo nombró mensajero de los dioses. En los relatos míticos, en efecto, el dios aparece sobre todo como el que lleva los mensajes a los dioses y a los hombres. Se le representa generalmente como un joven atlético; sus atributos son el calzado alado, que le permite desplazarse rápidamente, y el gorro alado, llamado pétaso. Lleva el caduceo, una vara con dos serpientes enroscadas, a veces remontado con alas, que tiene el poder de inducir al sueño. Desde el punto de vista alegórico Mercurio personifica las cualidades del educador: la razón y la elocuencia. Bajo ese aspecto, se le representa mientras educa a Eros (Cupido o Amor romanos).

Venus le confía a Mercurio la educación de Cupido, c. 1635-1640, Nicolas Chaperon, París, Museo del Louvre
Venus le confía a Mercurio la educación de Cupido, c. 1635-1640, Nicolas Chaperon, París, Museo del Louvre

Desde el punto de vista alegórico, Mercurio encarna cualidades de educador: razón y elocuencia. Así es como se le representa educando a Cupido. Para los mitógrafos del Renacimiento, las alas de su gorro simbolizan la elocuencia, las «palabras aladas».

Hermes y Argos, 1659, Diego Velázquez, Madrid, Museo del Prado
Hermes y Argos, 1659, Diego Velázquez, Madrid, Museo del Prado

Mercurio duerme a Argos con su caduceo para liberar a Io, transformada en ternera por la celosa diosa Hera.

Los romanos relacionaban Mercurio con el comercio, como lo demuestra su nombre, tomado del latín merx «mercancía». El culto de Hermes se propagó desde Arcadia a toda Grecia; en Roma el dios era festejado cada año en el mes de mayo.

Filemón y Baucis dando hospitalidad a Júpiter y Mercurio, 1769, Jean-Bernard Restout, Tours, Museo de Bellas Artes
Filemón y Baucis dando hospitalidad a Júpiter y Mercurio, 1769, Jean-Bernard Restout, Tours, Museo de Bellas Artes

Apolo

Hijo de Júpiter y Latona (Leto), Apolo nació en la pequeña isla de Delos. De niño, mata a la serpiente Pitón que causa estragos en las cercanías de Delfos. El lugar se convirtió así en sede del santuario y del culto de Apolo, donde el dios transmite los oráculos a los dioses y a los hombres. Apolo puede ser belicoso y funesto, provocando pestilencias y muertes repentinas. Es el dios que durante la guerra de Troya propagó la peste en el campo griego. Pero, además de peligroso, también ayuda a los seres humanos y, como padre de Esculapio, dios de la medicina, aleja el mal. Apolo es también el inventor de la música y alegra a los dioses con su cítara durante los convites. Como guía el coro de las Musas se le llama Musagete. La iconografía lo representa generalmente desnudo, con una corona de laurel en torno a la cabeza. En calidad de músico viste una larga túnica y toca la lira o, en algunas pinturas renacentistas, la viola. A veces acompaña a Apolo un curioso monstruo de tres cabezas (de perro, lobo y de león) con cuerpo de serpiente, figura mítica que proviene del círculo del dios egipcio Serapis que, sin embargo, los mitógrafos renacentistas atribuían al dios Sol.

Apolo guiando el carro del Sol y precedido de la Aurora, 1614, fresco, Guido Reni, Roma Casino dell'Aurora Pallavicini-
Apolo guiando el carro del Sol y precedido de la Aurora, 1614, fresco, Guido Reni,
Roma Casino dell’Aurora Pallavicini

Esta visión gloriosa de Apolo representa un cierto ideal de la pintura clásica.

Apolo y Diana, detalle, 1757, fresco, Giovanni Battista Tiepolo, Vincenza, Villa Valmarana
Apolo y Diana, detalle, 1757, fresco, Giovanni Battista Tiepolo,
Vincenza, Villa Valmarana

Apolo ha sido reconocido como «el más griego de todos los dioses». Aparece, de hecho, como una de las figuras más bellas de la poesía griega; Es el músico que cautiva al Olimpo cuando toca su lira dorada, el señor del arco de plata, el dios Arquero; el dios Sanador que enseñó a los hombres el arte de la medicina. Pero esos dones, por encantadores que fueran, no eran sus mejores títulos de gloria: era sobre todo el dios de la Luz, aquel en el que ninguna sombra habita, y es así como se convirtió en el Dios de la Verdad. Nunca una mentira sale de su boca.

Apolo y las Musas, siglo XVI, Martin de Vos (Amberes 1532-1603) Bruselas, Museos reales de Bellas Artes
Apolo y las Musas, siglo XVI, Martin de Vos (Amberes 1532-1603), Bruselas, Museos reales de Bellas Artes

Diana (Artemisa)

Diana era hija de Zeus y Latona, hermana gemela de Apolo. Nació en Delos y, recién nacida, ayudó a la madre a traer al mundo a su hermano. Diana no tuvo compañero; es la diosa virgen por excelencia, símbolo de castidad y por ello protectora de las jóvenes muchachas hasta el momento del matrimonio. Su placer es la caza y pasa la mayor parte del tiempo en los bosques junto a sus perros y las ninfas sus compañeras, igualmente castas y puras. Terminada la caza, a la diosa le gusta descansar en una fuente junto a las ninfas. A Diana cazadora se la representa como una muchacha alta, armada con arco y flechas y precedida por perros o por un ciervo. Lleva los cabellos recogidos y una media luna sobre la cabeza. De hecho, en las manifestaciones tardías del mito, su imagen se asocia a la luna (Selene). Otras veces la diosa de la caza se representa mientras se baña en una fuente, sola o acompañada de las ninfas. Los artistas representan a veces a Diana y las ninfas sorprendas por los sátiros. Algunos relatos muestran a Diana cruel y vengativa: Acteón, nieto de Apolo, durante una cacería tuvo la desgracia de sorprender a Diana en el baño. Ofendida, la diosa transformó a Acteón en un ciervo y después destrozado por sus propios perros de caza.

Diana cazadora, c. 1550, Escuela de Fontainebleau, París, Museo del Louvre
Diana cazadora, c. 1550,
Escuela de Fontainebleau, París, Museo del Louvre

Este pintor anónimo de la escuela de Fontainebleau pintó a esta elegante figura de Diana con sus atributos: el arco y las flechas, la media luna sobre la cabeza y el perro que representa su pasión por la caza.

La caza de Diana, 1616-1617, Domenichino, Roma, Galleria Borghese
La caza de Diana, detalle, 1616-1617, Domenichino, Roma, Galleria Borghese

Diana y su corte, exclusivamente femenina, en una partida de caza, su actividad favorita. Las ninfas, compañeras de Diana, tratan de alcanzar la paloma atada a un palo. En realidad, Domenichino reinterpreta literalmente un episodio de la Eneida. Allí Virgilio cuenta de una competición, organizada por los compañeros de Eneas, que consiste en atinar a una paloma atada al mástil de una nave.

Diana y Acteón, 1524, Parmigianino, Fontanellato, Rocca Sanvitale
Diana y Acteón, 1524, Parmigianino, Fontanellato, Rocca Sanvitale

En este fresco, el pintor Parmigiano representa el mito ilustrado por Ovidio en sus Metamorfosis (libro III): el cazador Acteón sorprende a Diana en el baño en un bosque cerca de una fuente rodeada de sus ninfas. Indignada, la diosa lo convierte en un ciervo.

Diana y Endimión, 1675-1680, Luca Giordano, Verona, Museo de Castelvecchio
Diana y Endimión, 1675-1680, Luca Giordano, Verona, Museo de Castelvecchio

En este cuadro, el pintor Luca Giordano hace referencia al episodio del enamoramiento platónico de la diosa hacia el apuesto pastor Endimión.

Neptuno (Poseidón)

Neptuno es una de las doce divinidades del Olimpo, hijo de Saturno y Hera, hermano de Júpiter, es el dios del mar, tiene la facultad de desencadenar violentas tempestades y también de aplacarlas. Los marineros invocan su protección para asegurarse una navegación tranquila y privada de peligros. La tradición atribuye al dios numerosos amores de los que nacen frecuentemente divinidades maléficas. En algunos relatos míticos, por ejemplo, Medusa se une a Neptuno generando el famoso caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor. La esposa del dios es Anfítrite, la nereida que en un primer momento le huye, pero luego se convierte en su esposa. Al dios del mar se le suele representar, con apariencia de viejo y con largos cabellos en el acto de empuñar el tridente, arrastrado por caballos y delfines sobre el carro. A menudo su imagen se asocia a la de Anfítrite en el llamado Triunfo de Neptuno y están acompañados de un cortejo de divinidades marinas, los tritones y las nereidas. Durante la guerra de Troya, Neptuno intervino a favor de los aqueos; ayudó a Eneas a huir haciendo cesar la tempestad que Eolo, dios de los vientos, había desencadenado a petición de Juno.

Neptuno en un caballo, c. 1610, Werner Jacobsz Van den Valckert
Neptuno en un caballo, c. 1610,
Werner Jacobsz Van den Valckert,
Colección privada
Neptuno y Anfitrite, siglo XVII, Frans Francken II, Madrid, Museo del Prado
Neptuno y Anfítrite, siglo XVII, Frans Francken II, Madrid, Museo del Prado
Neptuno y Anfitrite, siglo XVII, Frans Francken II
Neptuno y Anfítrite, detalle, siglo XVII, Frans Francken II, Madrid, Museo del Prado

En Roma se celebraban todos los años, las Neptunalias; en la época del Imperio a las fiestas se sumaron pruebas deportivas, naumaquias y carreras de caballos.

Vulcano (Hefestos o Hefaistos)

Vulcano, hijo de Júpiter y Juno, es el dios del fuego, presentado en los relatos míticos como un dios cojo, defecto que, según algunos mitos, se remonta a su nacimiento. Por ese motivo, Juno, avergonzada de él, arrojó del Olimpo al hijo todavía en pañales. Caído en el Océano, Vulcano fue recogido por Tetis, que lo crió durante nueve años. En cambio, según otra versión del mito, el defecto de Vulcano se debió a Júpiter, quien, en un momento de ira, lo agarró por un pie y lo arrojó del Olimpo. El dios cayó en la isla de Lemnos y fue acogido y curado por los Sintios, la población del lugar. Vulcano se casó con Venus, quien la traicionó con Marte. Informado por el Sol de la infidelidad de su mujer, el dios preparó une red invisible que colocó sobre el tálamo. Apenas los dos amantes se acostaron, quedaron atrapados en la red. Luego Vulcano llamó a todos los dioses para que fueran testigos de la traición. Ese episodio ha atraído la fantasía de muchos artistas que, a veces, han reelaborado el mito aportando en sus pinturas soluciones originales. Vulcano aparece también solo con Venus en su fragua o mientras la diosa de la belleza le pide las armas para Eneas o cuando el dios entrega a Tetis las armas de Aquiles.

La caída de Vulcano, 1485-1490, Piero di Cosimo, Hartford - Connecticut, Wandsworth Museum
La caída de Vulcano, 1485-1490, Piero di Cosimo,
Hartford – Connecticut, Wandsworth Museum

En la mitología, Vulcano se describe como un dios cojo. Este defecto se remonta a su nacimiento: Juno, avergonzada de haber dado a luz a tal hijo, arroja al niño desde la cima del Olimpo. Ese episodio impresionó a Piero di Cosimo, pintor de finales del Quattrocento, quien eligió el momento en que una ninfa ayuda al niño que parece tener dificultades para ponerse en pie.

Venus en la fragua de Vulcano, 1641, Hermanos Le Nain, Reims, Museo de Bellas Artes
Venus en la fragua de Vulcano, 1641, Hermanos Le Nain, Reims, Museo de Bellas Artes

Venus, acompañada de su hijo Cupido, entra en la forja de su esposo Vulcano, aquí sentado con el martillo en la mano, su atributo, para reclamarle las armas para Eneas.

Vesta (Hestia)

Vesta era hermana de Júpiter y como Minerva y Diana, una diosa virgen. Presidía la arquitectura, la cocina, el fuego que da vida a los hogares. Al ser la diosa de la familia, bendecía tanto al hogar en sí como a los integrantes de la familia. Cada comida comenzaba y terminaba con una ofrenda a Vesta. En Grecia, cada ciudad tenía un hogar público dedicado a la diosa y cuyo fuego no se extinguía jamás. Cuando se fundaba una nueva colonia, los colonizadores llevaban con ellos brasas sacadas del hogar de su ciudad madre con las cuales encendían el fuego del altar de la nueva ciudad. En Roma, el fuego sagrado de Vesta era mantenido por seis sacerdotisas, las Vestales. Las Vestales prometían permanecer vírgenes; cualquier incumplimiento de este juramento las condenaba a ser enterradas vivas. La vestal Rea Silvia, sin embargo, fue seducida por Marte y dio a luz en secreto a los gemelos Remo y Rómulo (el fundador de Roma).

Marte y Rea Silvia, 1617, Pierre Paul Rubens, Viena, Museo de Liechtenstein
Marte y Rea Silvia, 1617, Pierre Paul Rubens, Viena, Museo de Liechtenstein
Ofrenda a Vesta, 1771, atribuida a Francisco de Goya, Colección privada
Ofrenda a Vesta, 1771, atribuido a Francisco de Goya, Colección privada

Plutón (Hades)

Hijo de Rea y Saturno, Plutón, después de la batalla contra los Titanes, se reparte el mundo con sus hermanos Júpiter y Neptuno. El primero asume el rango de señor de los cielos, el segundo reina en el mar, mientras que a Plutón se le asigna el mundo de los muertos. El dios vigila su reino con gran severidad y con la ayuda de numerosas criaturas, entre ellas Caronte, el famoso barquero de las almas, y Cerbero, el monstruo can de tres cabezas que vigila la entrada de los Infiernos. La esposa de Plutón es Proserpina, hija de Júpiter y Ceres, que el dios rapta del mundo de los vivos. El rey de los dioses, cediendo a las súplicas de la madre de la joven, establece que Proserpina transcurra dos tercios del año en la tierra y un tercio en el reino de los muertos. En la tradición griega el nombre del dios de los Infiernos es Hades. Los antiguos lo mencionaban raramente, ya que creían que con solo nombrarlo, el dios se enojaba. De modo que le recordaban mediante epítetos, siendo el más difundido Plutón, del griego Pluton que significa «rico», aludiendo a la riqueza de la tierra cultivada y a los tesoros que encierra dentro de sí. Tal sobrenombre, adoptado luego por los romanos, acabó por indicar a la misma divinidad.

Plutón en su carro, 1532-1536, Giulio Romano, Viena, Kunsthistorisches Museum
Plutón en su carro, 1532-1536, Giulio Romano, Viena, Kunsthistorisches Museum

Los mitos relacionados con este dios es el de Orfeo cuando le ruega que le devuelva a su esposa Eurídice; Hércules, en el último de sus trabajos, desciende a los Infiernos para apoderarse del can Cerbero.

Caronte cruzando la laguna Estigia, 1520-1524, Joachim Patinier, Madrid, Museo del Prado
Caronte cruzando la laguna Estigia, 1520-1524, Joachim Patinier, Madrid, Museo del Prado

Ver: Los doce dioses del Olimpo I


Bibliografía

Hamilton, Edith. La Mythologie, ses dieux, ses héros, ses légendes. Marabout, 1997
Lefèvre, Thierry. 13 histoires pour découvrir les amours des dieux. Somogy, 1998
Bertherat, Marie. Les Mythes racontés par les peintres. Bayard jeunesse, 2000
Impelluso, Lucia. Dieux et héros de l’Antiquité. Éditions Hazan, Paris, 2001
Denizeau, Gérard. La mythologie expliquée par la peinture. Larousse. 2017