Fuentes de la mitología grecorromana
La primitiva colección de relatos mitológicos se ha cristalizado en una especie de gran novela que incluye las epopeyas de Homero, la Ilíada, la Odisea y la Teogonía de Hesíodo. Obras de grandes poetas, son los primeros fragmentos que han llegado hasta nosotros.
Los trágicos griegos, Esquilo, Sófocles y Eurípides, componen sus versos con relatos y alusiones religiosas que constituyen otro estado de la «novela» mitológica, contemporánea de Sócrates y de sus discípulos filósofos. Pero es especialmente la época alejandrina la que ha sido fructífera en síntesis mitológicas escritas, la mayoría de las cuales han desaparecido con la destrucción de las bibliotecas de Pérgamo y Alejandría. La más famosa, la última y más duradera de estas síntesis es la obra del poeta romano Ovidio, quien tuvo acceso a todas las obras de sus predecesores griegos. La mayoría de los libros que tratan sobre las leyendas de la mitología clásica están inspirados principalmente en ese poeta que escribió durante el reinado de Augusto. La obra de Ovidio, Las Metamorfosis, es un resumen de la mitología, y a este respecto, ningún autor de la antigüedad puede compararse con él. Cuenta todas las leyendas con gran lujo de detalles; ciertos relatos que nos son familiares gracias a la literatura y el arte, nos han llegado solo a través de las páginas de este poeta. Las Metamorfosis han seguido siendo una fuente inagotable de inspiración para los artistas desde la Edad Media. Virgilio, contemporáneo de Ovidio, no creía en los mitos, pero supo encontrar en ellos la naturaleza humana y más que ningún otro desde los trágicos griegos, fue capaz de dar vida a los personajes legendarios. En el Renacimiento la civilización clásica ha conservado el papel de modelo de los más elevados valores morales. Enraizados en la cultura, los mitos reviven en las pinturas y en los murales renacentistas y barrocos y se convierten en fuente de inspiración también para los artistas de los siglos XIX y XX.
La adaptabilidad de los mitos por parte de los pintores, respondía a los deseos de sus ilustres mecenas. En algunas versiones moralistas del Renacimiento, la trágica aventura de Ícaro sirvió para ilustrar los peligros a los que se enfrentan los ambiciosos, alentando así la virtud de la modestia.
Los doce Olímpicos
En la mitología grecorromana, los doce Olímpicos gobernaron el mundo después de la derrota de los Titanes. Zeus, Poseidon y Hades echaron suertes y se repartieron el universo: Zeus consiguió el cielo; Poseidón, el mar; Hades las regiones infernales. En cuanto a la tierra, se consideraba como su territorio común. El Olimpo era su hogar, de ahí su nombre. La mitología griega lo situaba en la cima de una montaña y generalmente se identificaba con el Monte Olimpo, el más alto de la península y situado en el noreste, en Tesalónica. Pero incluso en la Ilíada, el primer poema griego, esta idea da paso a la de un Olimpo situado en una región misteriosa que domina todas las montañas de la tierra. Los Doce Olímpicos formaban una familia divina: Júpiter (Zeus en griego); Juno, su esposa (Hera); Venus (Afrodita); Minerva (Atenea o Palas); Marte (Ares); Mercurio (Hermes); Apolo (también llamado Febo por los romanos); Diana (Artemisa); Ceres (Deméter); Neptuno (Poseidón); Vulcano (Hefestos o Hefaistos); Vesta (Hestia).
Los Gigantes, hijos de la Tierra y hermanos de los Titanes, se rebelaron contra los dioses y fueron aniquilados por el rayo de Zeus (Júpiter). En la mitología, la guerra cósmica que vio enfrentarse durante diez años las dos generaciones de dioses se conoce como Titanomaquia o Gigantomaquia. Las obras de artistas como Giulio Romano, Guido Reni y en este caso Perino del Vaga, adaptaron el tema mitológico a la política de los reyes europeos del Renacimiento.
La entrada al Olimpo estaba rodeada por nubes y custodiada por las Estaciones. La morada de los dioses se situaba en el interior, donde vivían, dormían y festejaban, saboreando el néctar y la ambrosía mientras escuchaban la música de la lira de Apolo y decidían el destino de los mortales. «Ningún viento sacude la paz tranquila del Olimpo», nos dice Homero; «ninguna lluvia cae allí ni nieve, pero el firmamento sin nubes se extiende a su alrededor por todos lados y la gloria blanca de la luz del sol se difunde sobre sus paredes».
Júpiter (Zeus)
Júpiter, dios de los cielos y señor de todos los dioses, era el que podía utilizar el arma del rayo contra todo aquel que se atreviera a oponerse a su voluntad. Armado del trueno y el rayo, podía desencadenar violentas tempestades o disolver las nubes. Rea, su madre, logró evitarle el destino funesto de sus hermanos y hermanas mayores: ser devorado por su padre Saturno (Cronos). Según la tradición más extendida fue educado por las ninfas del monte Ida, que lo alimentaron con miel y con la leche de la cabra Amaltea. Una vez adulto, el rey de los dioses se enfrentó con su padre y, después de numerosos combates, devolvió el orden al Universo. Hesiodo cuenta que luego Júpiter se casó con Juno (Hera). De esa unión nacieron Hefestos (Vulcano), Ares (Marte), Hebe y Ilitía. Pero Júpiter tuvo innumerables amores con mujeres mortales e inmortales, ante las que se presentaba bajo falsas apariencias y que a continuación eran castigadas por Juno, celosa y eternamente engañada. Al rey de los dioses se le representa habitualmente como hombre barbudo e imponente; puede llevar en las manos los rayos o un cetro y a menudo lo acompaña un águila.
Una ninfa recolecta miel del tronco de un árbol para alimentar al pequeño Júpiter. La cabra que le da leche a Júpiter es Amaltea, a veces descrita como una ninfa.
El rayo y el cetro son los atributos de Júpiter. El águila, considerada la reina de las aves, es también uno de sus atributos.
Juno (Hera)
Juno, hija de Saturno y Rea, fue devorada por su padre, pero volvió a la vida gracias a una estratagema de Júpiter y Tetis. Confiada por la madre a Ocíano y Tetis, la diosa fue educada en la extremidad del mundo. Hermana y esposa de Júpiter se considera la protectora de las mujeres, especialmente en lo que respecta al matrimonio y al parto. Los poetas hacen de ella, en general, un retrato poco halagador. Ya Homero habla de Juno como de una diosa celosa, obstinada e incluso temida por el mismo Júpiter. Se suele enfurecer con su marido por sus repetidas infidelidades y atormentada inevitablemente por hijos y amantes del dios. Los pavos reales que arrastran su carro, animales sagrados de la diosa, se consideran sus atributos más característicos. A veces se la suele entrever en el fondo de las representaciones de amores de Júpiter, escondida entre las nubes. Es la mas importante de todas las divinidades femeninas y era venerada en casi todas las localidades de Grecia, especialmente en Argos.
Esta pintura de Rubens muestra a Juno, la diosa madre amamantando a Hércules. El flujo de leche que escapa de su seno da origen a la Vía Láctea. Estrechamente asociada con la fertilidad, Juno fue probablemente primero una diosa itálica de la Luna.
Detrás de la diosa, Rubens representa a Júpiter con el rayo a sus pies, junto al carro de Juno tirado por pavos reales, uno de los atributos de la diosa.
Celosa, violenta y vengativa, Juno mató a Sémele, embarazada de Júpiter, obligándola a ver a su amante bajo su forma divina.
Venus (Afrodita)
Diosa del Amor y la Belleza, Venus seducía y engañaba a todos, tanto a hombres como a dioses. La diosa amable de la risa y de la gracia, se burlaba gentilmente de aquellos a quienes había conquistado con sus astucias. En la Ilíada, es hija de Zeus y Dione. En cambio, Hesiodo cuenta que la diosa era hija de Urano y había nacido de la espuma del mar. El nombre griego de la diosa, Afrodita, proviene del griego aphros, que significa «espuma», y alude a su nacimiento marino. Así, la diosa brota en todo su esplendor, ya adulta, de la espuma que flota en el mar. Ese nacimiento marino habría tenido lugar cerca de la isla de Citera. Desde allí, Céfiro la habría llevado a Chipre. A partir de entonces las dos islas le fueron consagradas, y Venus tomaba con frecuencia, además del suyo, los nombres de Citera y Cipris. El mito atribuye a la diosa del amor, esposa de Vulcano, numerosos amores. Marte, dios de la guerra, fue sorprendido en su compañía gracias a la trampa tendida por Vulcano, motivo de hilaridad durante los banquetes divinos. El tema del amor de Venus y Marte ha tenido una notable fortuna en la iconografía. De la unión con Marte nació Cupido; Venus amó también a Adonis, cuya historia ha fascinado a pintores y poetas, y al troyano Anquises, de quien nació Eneas, héroe troyano protegido de la diosa de la belleza; Venus es la vencedora de la manzana de oro en el episodio del juicio de Paris. Los atributos más corrientes de Venus, son la rosa, el mirto y la manzana; la diosa puede estar acompañada de los animales que forman su séquito: la paloma, el gorrión y el cisne.
La aljaba y el arco son los atributos del Amor, generalmente considerado el hijo de Venus y Marte. Marte, reconocible por su casco y su armadura, se está preparando para unirse a Venus. La paloma es uno de los animales sagrados de la diosa.
Adonis, fue el gran amor de Venus. Esta pintura de Veronese ilustra un pasaje de las Metamorfosis de Ovidio, que cuenta la historia del amor truncado por la repentina muerte de Adonis durante una cacería.
La Venus del Capitolio, en Roma, fue una de las estatuas más admiradas del mundo antiguo. Como lo es todavía la estatua de Afrodita llamada Venus de Milo (del nombre de la isla donde se encontró), joya del Louvre. En la obra maestra de Botticelli, El nacimiento de Venus, el soplo de Céfiro (Viento) y de Aura (La Brisa) lleva a Venus hacia la isla (la legendaria isla de Citera), donde la deidad de la Primavera (o una de las Gracias) cubrirá su desnudez. La Venus Frígida de Rubens muestra a la diosa y a Cupido desnudos, una insidiosa ilustración del proverbio: «El hambre y la sed enfrían el ardor del amor.»
Minerva (Palas Atenea)
Minerva, la diosa guerrera, es una de las divinidades más importantes del Olimpo. Hija de Júpiter, nació de su cabeza completamente armada, ayudada por Vulcano, el dios del fuego. Diosa sabia y sagaz, huye de la pasión del amor. Inicialmente considerada diosa de la guerra, asume a continuación el papel de protectora de las ciencias y las artes. Después de haber ayudado a Perseo a matar a Medusa, Minerva recibió del héroe como regalo la cabeza del horrible monstruo, que colocó sobre su égida. Después la cabeza de la gorgona aparecerá en su escudo. En tanto que diosa guerrera, Minerva combate para mantener el orden y las leyes, y por eso se la opone a veces a Marte, dios de la guerra brutal y violenta.
El yelmo, la lanza y el escudo son los atributos de Atenea (Minerva). En el centro de su escudo a menudo está la cabeza de Medusa que Perseo le ofreció.
Además, Minerva vigila sobre algunas actividades domésticas, especialmente el hilado y el tejido. Es famoso el episodio en que la diosa transforma en araña a Aracne, la hilandera que se atrevió a desafiarla. No obstante, Minerva es principalmente la diosa de la sabiduría, y como tal la consideraban los humanistas renacentistas. Se la representa generalmente como una joven armada con yelmo, lanza y escudo. A veces aparece una lechuza, animal consagrado a la diosa y símbolo de sabiduría.
En este gran cuadro de Mantegna, Minerva armada con su escudo y la lanza persigue a los Vicios del Jardín de la Virtud.
Protectora de la ciudad de Atenas como Atenea Partenos (Atenea Virgen) su templo era el Partenón y su culto se difundió por toda Grecia. En Roma se la veneraba como Minerva, junto a Jupiter y Juno en el Campidoglio. Comúnmente considerada diosa de la razón, Minerva preside las actividades del intelecto.
Marte (Ares)
Dios de la guerra, hijo de Júpiter y Juno, Marte es una de las doce divinidades del Olimpo. Su carácter agresivo y violento lo convierte en motivo de envidia de todos los dioses, incluso de sus padres. La mayor parte de los mitos en que aparece se relacionan con combates. Sin embargo, Marte no vence siempre y frecuentemente se le contrapone la proverbial sabiduría de Minerva. En el Renacimiento, la imagen de las dos divinidades, representadas juntas, se convirtió en alegoría de la sabiduría, la virtud que, sirviéndose de sus propias armas para mantener la paz, vence sobre la violencia destructiva de la guerra. Solo Venus se enamora del dios y el episodio en que los dos amantes son sorprendidos en la red de Vulcano es uno de los más famosos. Frecuentemente se representa juntos a Marte y Venus acompañados de Cupido, y tales imágenes han sido interpretadas por algunos como alegoría del espíritu guerrero vencido por el amor.
A Venus se la representa como una joven elegantemente vestida según los cánones de la moda en la época renacentista. Opuesta a la de Marte, la imagen de Venus alude al poder del amor sobre la violencia y la guerra. El yelmo en la cabeza del niño sátiro es uno de los atributos de Marte, aquí dormido bajo la mirada de Venus.
En lo que se refiere a la iconografía, Marte puede ser representado con aspecto juvenil o como un hombre maduro de aspecto viril. Suele cubrirse con un yelmo y lleva un escudo y una lanza o una espada.
A Venus se la suele representar desnuda porque, según los mitógrafos renacentistas, quien se entrega a los placeres pierde frecuentemente sus riquezas, o bien porque las tramas amorosas raramente permanecen escondidas. Marte no tenía esposa. Tal vez por esa razón caía constantemente bajo el hechizo de Venus, la diosa del Amor, quien ella, estaba casada…
Ver : Los doce dioses del Olimpo II
Bibliografía
Hamilton, Edith. La Mythologie, ses dieux, ses héros, ses légendes. Marabout, 1997
Lefèvre, Thierry. 13 histoires pour découvrir les amours des dieux. Somogy, 1998
Bertherat, Marie. Les Mythes racontés par les peintres. Bayard jeunesse, 2000
Impelluso, Lucia. Dieux et héros de l’Antiquité. Éditions Hazan, Paris, 2001
Denizeau, Gérard. La mythologie expliquée par la peinture. Larousse. 2017