Delacroix, lago de sangre que frecuentan ángeles malvados.
El gusto por el teatro de Eugène Delacroix (1798-1863) se remonta a la edad de diecisiete años, cuando se convirtió en un apasionado admirador de François-Joseph Talma, gran actor trágico de la era napoleónica. El joven Delacroix, inmerso en una melancolía romántica, se identificó con varios héroes trágicos de las obras de Shakespeare y las novelas de Walter Scott. En su autorretrato llamado Ravenswood, retrato de cuerpo entero pintado alrededor de 1821, se representa a sí mismo en la pose de una celebridad en el escenario, vestido de negro, con una iluminación espectacular. Ha habido un largo debate sobre la identidad de esta figura byroniana: algunos se inclinan por Hamlet, otros por Ravenswood. La famosa frase de Baudelaire en Las flores del mal «Delacroix, lago de sangre que frecuentan ángeles malvados» mientras que las troupes de actores británicos viajaban por el continente, toda la temática de Shakespeare se filtraba a través de Füssli. La serie litográfica de Hamlet de Delacroix (1835-1845) con la que Baudelaire había adornado su casa, proviene de fuentes inglesas. En 1825, Delacroix había viajado a Inglaterra para ver arte contemporáneo británico y poder asistir al mayor número posible de obras de teatro, particularmente de Shakespeare. De los escritos del pintor se deduce que eran los actores lo que más le interesaba, junto con los trajes de época y los innovadores efectos panorámicos del teatro británico. Quedó muy impresionado con la interpretación de Edmund Kean en su papel de Ricardo III.
Delacroix y el teatro shakespeariano
En los teatros parisinos el famoso actor Talma interpretó el papel de Hamlet en 1822 y Otelo en 1825, mientras se alcanzaba el punto álgido de las disputas entre clásicos y románticos. Los románticos buscaban su legitimidad en las obras de Shakespeare, que les ofrecían lenguajes y códigos dramáticos nuevos y representaban la libertad artística y política. La forma en que Delacroix aborda Otelo o el Moro de Venecia en numerosas pinturas, dibujos y grabados se encuentra profundamente marcada por la ópera de Rossini (1816): a menudo la influencia del texto original y de esa versión lírica se mezclan en sus obras, centrándose especialmente en la relación amorosa entre Otelo y Desdémona. Tal es el caso de Desdémone maudite par son père de 1852, donde sobre el fondo oscuro de un decorado poco legible, las figuras principales destacan de manera llamativa gracias a su exagerada gestualidad, fuertes efectos lumínicos y colores vivos como el abrigo del padre y las carnaciones de la joven. Las siluetas de Otelo y sus compañeros son apenas visibles en el fondo, mientras observan la terrible escena de la maldición que el padre lanza sobre su hija. La pintura quizás se inspiró en dos representaciones teatrales que Delacroix vio en Londres y París. Sabemos que el 18 de septiembre de 1827 estaba en el teatro del Odeón viendo a miss Smithson interpretar el papel de Desdémona.
Después de su estancia en Londres, Delacroix pintó sus escenas de teatro como si tuvieran lugar en el escenario. En lugar de representar un espacio ilusionista valiéndose de la perspectiva clásica, construía un espacio artificial parecido a un proscenio, dando la impresión de profundidad con la ayuda de cortinajes, bastidores oblicuos y telas de fondo planas. Prefería la iluminación teatral a la iluminación natural. Delacroix experimentaba entonces con procedimientos o un tratamiento de volúmenes radicalmente diferentes de la representación clásica de la anatomía, abandonando la precisión de las formas en favor de modelos simples, rodeados de líneas de contorno. Consideró nuevas formas de animar sus figuras torciéndolas, aplanándolas y reduciéndolas por medio de la perspectiva. En su búsqueda de inspiración, examinó gran cantidad de fuentes que van desde grabados sobre madera góticos hasta el teatro. Todo ello contribuyó a la creación de su extraordinaria serie de litografías de Fausto publicada en 1828.
Hamlet revisitado por Delacroix
Con el personaje de Hamlet, Delacroix confirma con gran sensibilidad la estrecha afinidad que este gran pintor romántico tenía con uno de sus autores favoritos y establece identificación con uno de sus personajes, psicológicamente el más complejo y ambiguo de los que creó el gran dramaturgo. En Hamlet descubre el espectro de su padre, el artista representa con una sobriedad que excluye cualquier detalle, y que podría calificarse de «metafísica», la escena V del acto I de Hamlet, situada en las murallas del Castillo de Elsinore. El poder de sugestión de esta imagen también se debe al aspecto inacabado de su factura. La escena tiene lugar en el frío y brumoso aire del amanecer, como lo sugiere la pequeña silueta del gallo encaramado en un cañón al fondo. Hamlet, hace un gesto de terror ante el fantasma ataviado con armadura de su padre, quien le revela que ha sido asesinado y le pide venganza. En Hamlet y su madre Delacroix representa otro pasaje de la tragedia épica de Shakespeare donde el protagonista, mientras habla con su madre, la reina Gertrudis de Dinamarca, ve una figura escondida detrás del telón. Espada en mano pronunciará esta frase memorable: «¿Qué es esto? Un ratón ¡Un ducado a que ya está muerto!» Hamlet hunde su espada a través del telón y mata a Polonio.
En Hamlet ante el cuerpo de Polonio, Hamlet se apoya en su espada mientras golpea el cuerpo del hombre que escuchaba indiscretamente detrás del telón. La escena está construida a base de planos paralelos y al fondo podemos ver a una enloquecida Ofelia rota de dolor. Podría tratarse de un homenaje a la actriz Harriet Smithson, cuya «proyección de dolor y delirio» durante su actuación en París fue inolvidable.
El cuadro Hamlet y Horatio en el cementerio representa la escena I del acto V, donde Hamlet y Horatio van al cementerio y tienen una conversación divertida con el sepulturero que exhuma el cráneo del bufón Yorick. Delacroix ha dado numerosas versiones de este tema. Aquí, el pintor elige tratar dos escenas en un mismo cuadro, la del funeral de Ofelia que sigue a la conversación de Hamlet con el sepulturero. La procesión de monjes que se desplaza en segundo plano no corresponde al texto, que indica la presencia de un solo clérigo en la procesión fúnebre. Frente a las múltiples críticas suscitadas por esta pintura en el Salón de 1859, destaca la entusiasta opinión de Zacharie Astruc, portavoz de la joven generación de artistas y críticos: «Todo es amplio y bien trazado. Pero mira al cielo: ¡está triste, indeciso, pero no obstante, vibra con un ardor secreto! … / ¿No es el reflejo del personaje de Hamlet? … «
Chassériau pintado a Shakespeare
En los años 1840-1850, Shakespeare sirvió de nexo con una producción europea (por ejemplo, Hayez o los comienzos de Moreau) a la que ofrecía a la vez una exploración de temas y un repertorio de situaciones identificables por un público más amplio. En el teatro y la ópera, en traducciones y adaptaciones más o menos asimilables, la obra del dramaturgo inglés continuó extendiéndose internacionalmente. Un artista se identificará completamente con el mundo de Shakespeare a costa de una emulación que los admiradores de Delacroix le harían pagar caro. Théodore Chassériau (1819-1856), de hecho, nunca dejó de interesarse por Otelo y Macbeth, combinando su conocimiento de los grabados ingleses con su experiencia directa de la escena. En Macbeth y las tres brujas, se muestra muy cercano al texto de Shakespeare, destacando la preocupada curiosidad de los jinetes y deja ver el lado bestial y sobrenatural de las tres Parcas, portadoras de una predicción fatal bajo sus bellos atavíos. Para indicar la sorpresa que inspiran estas deidades infernales y sugerir la incredulidad de Banquo, Chassériau lo representa llevándose una mano a la frente. El abrigo rojo de Macbeth, signo de realeza y metáfora de un futuro sangriento, pertenece al repertorio de la pintura davidiana y se refiere al ámbito de la verdad que no se puede afrontar sin peligro.
La pintura El espectro de Banquo nos lleva inmediatamente a la locura de Macbeth. Demasiado feliz con la profecía, se convirtió en rey y asesino al mismo tiempo, tomando la corona que codiciaba. La locura será el precio a pagar por esta soberanía conseguida con maldad. Se pone de manifiesto en medio de su corte cuando el espectro de Banquo, el compañero de ayer salvajemente eliminado, resurge como huella indeleble de un crimen impune.
En la década de 1850, después de dos fracasos en el Premio de Roma, Gustave Moreau (París, 1826-1898) trató temas inspirados por Shakespeare, a sus ojos, verdadero genio del Norte. Las tres representaciones pintadas de Hamlet muestran que Moreau desprecia el modelo académico para recurrir a una estética cercana a la de Eugène Delacroix y de su amigo Théodore Chassériau.
Además del retrato de Hamlet representado como un héroe romántico, Moreau presenta dos escenas particularmente violentas tomadas del último acto de la obra: Hamlet y Laertes en la fosa de Ofelia y Hamlet obligando al rey a beber el veneno de una rara vez violencia paroxística rara vez visto en su obra, corroborando el retrato moral de un joven pintor carismático, a veces excesivo, que Moreau deja de sí mismo. Vinculado a autores como Alexandre Dumas hijo y Théodore de Banville, así como a actrices como Sarah Bernhardt, Gustave Moreau colaborará tres veces con el mundo del teatro y la ópera.
Gran representante del romanticismo histórico Francesco Hayez (Venecia 1791 – Milán 1882), elegía temas con fuertes connotaciones nacionalistas en la Italia del Risorgimento, en composiciones que muestran su gran talento como pintor. Su lenguaje evoluciona hacia una pintura que reitera su analogía con la escena teatral y gran éxito entre el público contemporáneo.
Bibliografía
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Gogeval, Guy ; Avanzi, Beatrice. De la scène au tableau. Skira, 2010
Padilla, Nathalie. L’esthétique du sublime dans les peintures shakespeariennes. L’Harmattan, 2009
Myrone, Martin. Cauchemars gothiques : Füssli, Blake et l’imagination romantique. Londres, Tate, 2006
Pellegrino, Francesca ; Poletti, Federico. Personnages et scènes de la littérature, Hazan, 2004