Norman Rockwell, ilustrador estadounidense
Norman Rockwell quiso presentar al mundo la imagen de lo que significa ser profundamente americano. Nacido en Nueva York en 1895, se le recuerda sobre todo por su colaboración de 47 años con The Saturday Evening Post, para el que pintó más de 320 portadas. Su preocupación por los detalles de la vida cotidiana de la familia estadounidense, por no mencionar su contribución esencial al esfuerzo propagandístico de la Segunda Guerra Mundial, le ayudaron a adquirir el estatus de icono. Prefería que se le considerara un pintor de género (más que un ilustrador), aunque sea más conocido por un tipo concreto de pintura que por obras específicas y, al igual que Edward Hopper, su visión de la pequeña ciudad estadounidense se ha filtrado en la conciencia colectiva de la nación. La primera portada de Rockwell para la principal revista ilustrada de la época (Boy with a Pram, 1916) marcó la pauta de las imágenes que los estadounidenses esperarían de su artista favorito: niños juguetones, humor afable y un acertado uso de los colores vivos. La obra de carácter mural, El cartel de la nueva taberna, fue un homenaje al aniversario de Washington. El retrato del rey Jorge III se retira y en su lugar se cuela el de George Washington. Bajo un tema ligero se esconde un tema serio.
En 1935, Rockwell recibió un encargo que despertó su imaginación: George Macy, de los almacenes Macy, quería celebrar el centenario del nacimiento de Samuel L. Clemens, más conocido como Mark Twain, publicando nuevas versiones de Tom Sawyer y de Huckleberry Finn. En aras de la exactitud histórica y geográfica, Rockwell decidió explorar la ciudad de Hannibal, Missouri, donde se desarrollan las historias de Twain. Rockwell visitó cuevas y tomó prestada ropa para confeccionar trajes. El viaje y la temática del Medio Oeste le hizo conocer a famosos pintores regionalistas de la época, en particular Thomas Hart Benton, que era de Missouri. Rockwell creó un registro fotográfico de su viaje (una técnica algo controvertida entre los artistas de la época) y corrigió ambos libros. Por último, Rockwell realizó 8 láminas en color para cada libro, que se publicaron en 1936 y 1940 respectivamente.
Guerra y posguerra
Los japoneses atacaron Pearl Harbor en 1941, arrastrando a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial. Rockwell sintió que era su deber pintar imágenes para recordar a los estadounidenses, especialmente a los soldados, que su libertad era el bien más importante y preciado. Su principal fuente de inspiración fue el discurso del Presidente Roosevelt ante el Congreso en 1941: «Nunca antes la seguridad de Estados Unidos se había visto amenazada desde el exterior como hoy». Rockwell presentó por primera vez la figura de un joven soldado, Willie Gillis, como personaje de ficción en el primero de una serie de cuadros de propaganda de la Segunda Guerra Mundial. Once de ellos fueron utilizados como portadas de revistas por el Post entre 1941 y 1946.
El cuadro Rosie the Riveter (Rosie la remachadora), de 1943, era representativo de las muchas mujeres que trabajaron en fábricas y astilleros durante la Segunda Guerra Mundial. Su función, antes desempeñada por hombres reclutados en las fuerzas armadas, era producir suministros de guerra y construir y mantener la flota aérea estadounidense. Las trabajadoras desempeñaron un papel inestimable en el esfuerzo bélico estadounidense y Rosie animó a las mujeres a abandonar su papel de amas de casa y buscar trabajo en las fábricas. El cuadro se utilizó para ilustrar la portada del Memorial Day Post del 29 de mayo de 1943. La mujer, fuerte y orgullosa, aparece con un bocadillo de jamón en la mano izquierda y un arma en el regazo. Está sentada delante de una imagen de la bandera estadounidense. El manifiesto de Hitler, Mein Kampf, es el reposapiés bajo su zapato. Rockwell tomó prestada la estridente pose de Rosie del cuadro del profeta Isaías pintado por Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina. Es probable que el cuadro estuviera influido por la canción de 1943 «Rosie the Riveter» de John Jacob Loeb y Redd Evan, que transmitía el mismo mensaje patriótico. De hecho, el cuadro sigue siendo utilizado hoy en día por las feministas como símbolo de la emancipación femenina.
«La mayoría de los cuadros que hice durante la contienda se inspiraron en temas del escenario civil en tiempos de guerra: el combatiente de salón, las mujeres que trabajaron durante la guerra, el racionamiento… Eso era lo que conocía y lo que pintaba mejor». La ilustración Un golpeador de primera -raro ejemplo de violencia en Rockwell-acompaña un relato de D.D. Beauchamp, y donde la única figura «real» es el boxeador en su rincón, a la izquierda. La joven rubia es Elisabeth Schaeffer, esposa de Mead Schaeffer, el ilustrador de Arlington que se convirtió en el mejor amigo y defensor de Norman durante la Primera Guerra Mundial.
Uno de los beneficios de la paz sería la posibilidad de viajar libremente. Aunque el movimiento por los derechos civiles iba tomando forma, los editores del Post parecían preferir que los afroamericanos fueran retratados como sirvientes, como en el cuadro Chico en el vagón restaurante. Por otra parte, las portadas navideñas eran el mayor premio que podía ganar un ilustrador. En Tired Employee on Christmas Eve, Papá Noel ha sido desplazado por la abundancia material de los Estados Unidos de los años cuarenta, y la heroica Rosie la Remachadora ha vuelto al trabajo ocupando puestos tradicionales mal pagados.
En otra ilustración como Yendo y viniendo, se observa la obsesión de Rockwell por el detalle -nudos perfectos para sujetar la barca en su sitio en la imagen superior frente a las cuerdas raídas en la inferior – es sólo uno de los elementos que invita al lector a descifrar esta ilustración mediante la observación de las pistas pictóricas. Destacan los felices rostros y los gestos despiertos de Yendo en contraste con el evidente cansancio de Viniendo. Solo la abuela parece la misma. El humor de Rockwell aparece en la ilustración de 1949 Carretera cortada, un perrito detiene el enorme camión: ésa es la broma. El verdadero tema es la energía explosiva de la escena urbana de posguerra.
Periodo tardío
Pensador religioso y tradicional, Rockwell era ante todo un patriota. Tenía una visión benévola y optimista del americano medio y, más que ningún otro artista en la historia del arte americano, captó las costumbres y rituales cotidianos de la familia tradicional americana. Rockwell ejecutaba sus escenas con humor y respeto por sus retratados, y con una atención al detalle que, en sus propias palabras, hace que el espectador «quiera suspirar y sonreír al mismo tiempo». Con frecuencia Rocwell hacía posar a su familia como modelos. En El crítico de arte, su esposa Mary Rockwell posó para la figura del retrato al estilo de Rubens y colocó a su hijo, por entonces estudiante de arte, en el papel de joven pintor. En 1953, Rocwell lo había sacado de su internado en Vermont durante un fin de semana para que posara para El chico de los refrescos.
Rockwell, que pintaba en una época en la que el arte abstracto ocupaba un lugar central, seguía convencido de que sus imágenes positivas e inequívocas superaban la «falta de control» de la experimentación abstracta. Siempre preguntaban a Rockwell acerca del arte contemporáneo, como anticipando que alguien tan anticuado, dedicado a pintar ilustraciones despreciara el «arte moderno». Pero Rockwell siempre demostró un vivo interés y admiración por los pintores, desde Picasso hasta Pollock. El entendido es un divertido estudio de un respetable ciudadano vestido con un traje gris de oficina absorto en la contemplación de un cuadro dripping de colores desenfrenados. Para pintar esta obra, Rockwell (con la ayuda de un pintor local) creó sus propios lienzos al estilo de Pollock e inmortalizó el evento en una serie de fotografías.
Al igual que Vermeer y Caravaggio utilizaron la cámara oscura para crear sus composiciones, Rockwell utilizó la fotografía para captar la imagen de sus modelos. Aunque se trataba casi siempre de amigos o conocidos, Rockwell empleaba a un pequeño equipo de fotógrafos que, bajo su dirección, registraban las escenas que el propio pintor componía. Para disgusto de los puristas que creían que el arte debía producirse siempre «a mano alzada», Rockwell trazaba y esbozaba imágenes sobre su lienzo utilizando un proyector antes de componer sus complejos cuadros narrativos. A pesar de la enorme perfección técnica de la mejor obra que Rockwell hizo para el diario Post, sus dulces e inocentes y ocasionalmente «malos» niños fueron quienes acabaron definiendo su arte en la mente del público durante la década de 1950. Ante los verdaderos asuntos y problemas del país, la mayor crisis en el mundo del artista era cuando se daba cuenta que un «fugitivo» se encuentraba con un simpático policía.
Las cuatro libertades
«Ilustraré las cuatro libertades utilizando como modelos a mis vecinos de Vermont, expresando los ideales a través de escenas sencillas y cotidianas». Aunque Rockwell afirmaba que siempre había querido «entretener», sus cuadros posteriores a menudo defendían causas como la libertad de expresión y el movimiento por los derechos civiles. Incluso sus cuadros más abiertamente sentimentales empezaron a reconocer los cambios en los roles de clase y de género, sin dejar de ser un firme defensor de los valores democráticos y de la aceptación de todas las razas y religiones durante toda su vida adulta. Freedom From Want es el tercer cuadro de una serie de cuatro titulada Four Freedoms (Las cuatro libertades) y está considerado por muchos como una de las mejores obras de Rockwell. La serie se inspiró en el discurso del presidente Franklin Roosevelt sobre el estado de la Unión pronunciado ante el Congreso en enero de 1941, en el que identificó cuatro derechos humanos esenciales -libertad frente a la miseria, libertad frente al miedo, libertad de expresión y libertad de culto- que debían ser protegidos universalmente. Los cuadros de Rockwell se publicaron en 1943 en el Post, acompañados de ensayos encargados a escritores importantes como Booth Tarkington, Will Durant, Carlos Bulosan y Stephen Vincent Benet. Cuando se publicaron por primera vez los cuadros de las Cuatro Libertades, el Post recibió un aluvión de peticiones de reimpresiones. El gobierno estaba entre los solicitantes y se distribuyeron millones de copias como parte de las campañas de bonos de guerra del Departamento del Tesoro. Los cuadros de Rockwell se expusieron en oficinas de correos, escuelas, estaciones de ferrocarril y otros edificios públicos y semipúblicos.
Freedom from Want se compuso a partir de una vista gran angular de una familia numerosa y feliz disfrutando de una suntuosa comida. Todas las figuras son miembros de la familia o amigos a los que Rockwell fotografió por separado antes de pintarlos en grupo en su salón de Arlington, Virginia. La abuela, vestida con un delantal, coloca cuidadosamente una gran fuente que contiene un gran pavo bajo la orgullosa mirada del abuelo. El cuadro, conocido a veces como I’ll Be Home for Christmas, simboliza las esperanzas de Rockwell para la posguerra y presenta una visión idealizada de Estados Unidos como paraíso rural y agrícola. La crítica de arte y biógrafa Deborah Solomon describió la composición como «un nuevo nivel de realismo descriptivo». Sin embargo, el cuadro no es recargado ni complicado, sino abierto y aireado en el centro. La gran variedad de platos, vasos y objetos de servicio, delicadamente detallados y modelados, está enmarcada por los numerosos rostros individuales. Uno de los rostros está incluso vuelto hacia el espectador, como si quisiera hacernos partícipes de la celebración.
El cuadro The Problem We All Live With (El problema con el que todos vivimos) representa a Ruby Nell Bridges (que, de adulta, entró a formar parte de la junta directiva del Norman Rockwell Museum), una niña afroamericana de seis años, escoltada a su escuela de Nueva Orleans el primer día de clase por cuatro policías estadounidenses. La escuela a la que fue asignada, la William Franz Elementary School, era una de las dos escuelas públicas totalmente blancas en las que se implantó la segregación en 1960. Como consecuencia, el personal de la escuela sufrió disturbios raciales y amenazas de muerte contra los niños negros. Tuvieron que pasar más de diez años para que las escuelas públicas de Nueva Orleans se integraran plenamente y aún más, para que las escuelas católicas locales hicieran lo mismo. El problema con el que todos vivimos se ha convertido en una imagen icónica del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.
Se trata del primer cuadro de Rockwell para la revista Look y se publicó como página central en el número del 14 de enero de 1964. La niña es el punto central de la composición, pero se ve contrarrestada por la mancha rojo sangre de los restos del tomate. La fuerte yuxtaposición de zonas claras y oscuras, en particular el blanco brillante del vestido y la piel oscura de Ruby, se complementa con zonas neutras de beige y marrón, puntuadas por unos afilados zapatos negros. Rockwell se preparó tomando fotografías de piernas caminando, algunas con pantalones, para captar los pliegues y arrugas de los pantalones de las fuerzas de la justicia sin rostro.
El legado de Norman Rockwell
La contribución de Rockwell al arte estadounidense ha sido criticada por muchos de los suyos, aunque admirada por artistas como Willem de Kooning y el pintor satírico alemán George Grosz, quien elogió a Rockwell por su «excelente técnica y claridad de toque» y un instinto populista «tan universal que sería apreciado en todas partes». Rockwell es sin duda el pintor favorito del público estadounidense de todos los tiempos -el New York Times sugirió en una ocasión que su obra era tan importante para la autoimagen de Estados Unidos como las novelas de Mark Twain- y sus ilustraciones, que aún se reproducen en masa, se consideran hoy himnos a una época pasada. Sus imágenes de los suburbios estadounidenses de los años 20, 30, 40 y 50 han servido de modelo a directores como George Lucas, Steven Spielberg y Robert Zemeckis, cuya película Forrest Gump, ganadora de un Oscar en 1994, rinde homenaje directo a Rockwell recreando varias escenas de sus cuadros. Rockwell recibió la Medalla Presidencial de la Libertad en 1977, un año antes de morir. En la actualidad, el Norman Rockwell Museum alberga la mayor colección del mundo de la obra de Rockwell y se ha comprometido a promover «el poder de las imágenes visuales para dar forma y reflejar la sociedad».