Neoexpresionismo: Una vuelta a la pintura
Los ataques severos lanzados contra la pintura tradicional por el Arte Povera, el Arte conceptual, la performance y el vídeo, el Land Art y otras formas de expresión, seguían encontrando resistencia tanto desde el mundo del arte como de otros medios ajenos a esta esfera.
Mientras que los partidarios de la vanguardia proclamaban que la pintura, el principal medio de expresión del arte occidental desde el Renacimiento, estaba muerta y enterrada, pintores activos en la década de los 60, y numerosos artistas más jóvenes a partir de 1970, habían hecho de la pintura su principal medio de expresión. El retorno a un clima receptivo a la pintura fue marcado por una gran exposición en la Royal Academy of Arts de Londres de enero a marzo de 1981 que llevaba por nombre A New Spirit in Painting. Uno de los comisarios de la exposición señaló en la introducción al catálogo: «Los talleres de los artistas se vuelven a llenar de botes de pintura y un caballete abandonado en una escuela de arte se ha convertido en un espectáculo poco común.» Una «vuelta a la pintura» caracteriza, pues, esta década, principalmente neoexpresionista y de carácter uniformemente figurativo alcanzando a artistas como Georg Baselitz y Francesco Clemente. El surgimiento de este nuevo movimiento artístico internacional que según los países agrupa diversos movimientos como la New Image y la Bad Painting en los Estados Unidos, Neuen Wilden (los Nuevos salvajes) en Alemania, la Transavanguardia en Italia, o la Figuración Libre en Francia, pero sin que haya consenso sobre lo que constituye exactamente el arte neoexpresionista, o más concretamente quien es o que es un pintor neoexpresionista. El neoexpresionismo británico coincide con la Escuela de Londres (London School) grupo de artistas figurativos cuyos principales representantes son Francis Bacon y Lucien Freud.
Neuen Wilden (los Nuevos salvajes)
Los Nuevos salvajes llamados también « nuevos fauves » o los neoexpresionistas alemanes que en los años 80 adoptan la pintura como medio expresivo, obtienen un éxito mundial, igual o tal vez superior al de los artistas de la Transvanguardia, pese a ser descubiertos después de los italianos. A base de colores violentos, de escenas urbanas de gran intensidad, de situaciones existenciales representadas según un corte expresionista, de lugares que la pintura y la memoria transforman en míticos, la pintura de los Nuevos salvajes forma parte de una escuela alemana expresionista desde principios del siglo XX y – al contrario que los italianos de la Transvanguardia – no aspiran a atravesar conceptualmente ninguna vanguardia. De hecho, la pintura neoexpresionista alemana en la década de 1980, no era una invención totalmente nueva. En el período de la inmediata posguerra, el expresionismo fue promovido como «estilo oficial» por el régimen comunista de Alemania del Este, debido a la hostilidad mostrada por los nazis hacia el primer grupo de expresionistas alemanes, lo que en su momento representó Der Blaue Reiter o El Puente (Die Brücke), que conoció su apogeo antes de la Primera Guerra Mundial y durante la época de Weimar. Los pintores Neuen Wilden son Georg Baselitz, A. R. Penck, Rainer Fetting, Helmut Middendorf, Bernd Zimmer, Luciano Castelli, Salomé, Markus Lüpertz, Jörg Immendorff, Anselm Kiefer, Sigmar Polke. Karl-Horst Hödicke, que fue profesor de Helmut Middendorf y de Salomé, es considerado el padre de los Nuevos salvajes. Cuadros de grandes formatos, gamas cromáticas vivas y contrastadas, una rápida ejecución reveladora del gesto y la materia, la inspiración tomada de la cultura popular o de la historia del arte, temas urbanos o eróticos, tales son las características compartidas por algunos de los representantes más importantes de esta corriente, cercana a la Transvanguardia y a la Bad Painting.
Aunque en algunos aspectos se diferenciaban de los demás, Baselitz y Penck fueron los artistas que marcaron más profundamente esta nueva tendencia. Ambos se preocupaban más del «cómo» que del «porqué» de la pintura, del método más que del contenido. A.R. Penck (de nombre Ralf Winkler nacido en 1939), amigo y aliado de Baselitz, nació también en Alemania del Este y aunque fue un autodidacta de los conocimientos básicos de la pintura recibió las mismas influencias culturales que él. Penck ha creado un lenguaje de signos gráficos influenciado por Picasso que anticipan las obras de artistas relacionadas con el movimiento graffiti, como Keith Haring.
Georg Baselitz
Considerado uno de los precursores del neoexpresionismo alemán Georg Baselitz (Hans-Georg Kern) nacido en Deutschbaselitz (Sajonia) en 1939. A partir de 1956 estudia en la Escuela de Bellas Artes y Artes Aplicadas de Berlín Oriental. Clases de pintura con Hann Trier en la Escuela de Artes de Berlín Occidental (1957-1962). Adopta Baselitz como pseudónimo. Desarrolla un estilo figurativo expresionista totalmente original. Inspirado en los manifiestos de Breton, escribe sus propios manifiestos: Pandemonium (1962) y The Great Friends is a good picture! (1966). En ellos expone su voluntad de elaborar un programa de resistencia a los preceptos de la escuela de París y de la pintura americana. Parte de ideas pictóricas ya formuladas y trata de trabajar con ellas. De esta manera, su pintura es una interrogación sobre el tratamiento de la tela y su utilización. Del mismo modo, la manipulación de categorías excluidas por los modernistas (retrato, paisaje, naturaleza muerta) manifiesta menos un retorno a la figuración que una voluntad de oponerse a la influencia de la abstracción. «El arte no contiene ninguna información, al menos no más de lo que ha contenido siempre. No se puede utilizar para nada, sino para ser mirado». Baselitz
En 1967, Baselitz comienza a pintar retratos y paisajes al revés, como decía, «para liberar la imaginación». Die Mädchen von Olmo (1981) es un ejemplo típico. Quería focalizar la atención del espectador sobre la forma un tanto perversa en como la obra había sido realizada, en lugar del propio contenido de las imágenes.
La obra de Baselitz revela una reflexión permanente sobre el problema de la pintura, sin tener en cuenta el motivo ni el tema del cuadro. La reversión del objeto, a finales de los años 60, debe ser asimilado a una fractura que delimita el mundo de la pintura con el de la realidad obstinándose en anular la ruptura entre figuración y abstracción. La diferencia fundamental entre su imaginería y la abstracción consiste en su mantenimiento del tema como elemento estructural y como medio de control, para evitar que la imagen se convierta en un mero diseño arbitrario. Baselitz también ha intentado pintar cuadros sin poner cabeza abajo sus elementos figurativos y abstractos. También escultor y grabador, se ha reconciliado con las técnicas tradicionales de expresión plástica. La obra de Baselitz, ampliamente exhibida desde los años 60, alcanzó una elevada cota de popularidad a nivel internacional, sobre todo a partir de los 80 a causa del gusto creciente por la nueva pintura.
Jörg Immendorff
La pintura de Jörg Immendorff (Bleckede 1945 – Düsseldorf 2007) combina la energía pictórica típica de un gran número de obras del neoexpresionismo alemán y un contenido político satírico. Immendorff estudió en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf donde fue alumno de Joseph Beuys. A finales de los 70, el artista, que hasta entonces había sido un « performer » de vanguardia, hizo una serie de pinturas basándose en el Caffé Greco de Renato Guttuso, que consideraba como el prototipo de cuadro susceptible de describir el espacio mental colectivo de Alemania (Oriental y Occidental) durante la guerra fría. En el Café Deutschland, Alemania Occidental se convierte en un club nocturno sórdido, donde el artista, instalado entre totems que representan los sistemas políticos opuestos, tiende la mano a través del muro al pintor de Berlín Este A.R. Penck (nacido en 1939 ), cuyo rostro se refleja en el espejo que cubre el pilar central. La figura de Brecht, que aparece en la parte superior derecha, domina este teatro político.
Este cuadro que fue comenzado a finales de 1970, evoca abiertamente la partición de Alemania y elabora un regreso nostálgico a motivos utilizados por los primeros expresionistas.
Abarcando tres décadas de grandes cambios políticos en su Alemania natal, el trabajo de Jörg Immendorff combina las experiencias personales y los acontecimientos históricos. Las pinturas y esculturas del artista conectan la anécdota con el simbolismo y la metáfora, en un estilo gráfico y atractivo, donde se acepta incluso una grotesca exageración.
Anselm Kiefer
Otros miembros del grupo neoexpresionista se centraron directamente en Alemania y los problemas que atravesaba. Anselm Kiefer (nacido en 1945) ha desarrollado un sistema de imaginería complejo incorporando elementos extraídos de las leyendas germánicas, la filosofía esotérica, la historia de la Segunda Guerra Mundial y en la obra del gran poeta judío de origen rumano y de lengua alemana, Paul Celan. Entre sus imágenes más impactantes, algunas, como Sin título de 1978, fueron inspiradas por los planos del inspector general de edificios de Hitler (más tarde, convertido en su ministro de Armamento), Albert Speer. Ya que él mismo Speer era el heredero del gran arquitecto alemán de estilo clásico Karl-Friedrich Schinkel (1781-1841), Kiefer fue capaz de crear una serie de variaciones y similitudes culturales que a su vez clarificaron ciertos aspectos oscuros de la historia reciente de Alemania.
La Operación león marino era un plan de invasión alemana del Reino Unido a principios de la Segunda Guerra Mundial. El cuadro representa una batalla naval en una bañera.
«Mi concepción del tiempo es que cuanto más nos remontamos al pasado, más avanzamos hacia el futuro. Es un movimiento dual, contradictorio, que hace que el tiempo se expanda». Anselm Kiefer
La sangrienta espada de Siegfried, héroe mítico de una epopeya nórdica de Wagner que Hitler adulaba, clavada en el suelo, evoca los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial.
La obra de Kiefer se puede relacionar con las pinturas políticas ejecutadas por algunos artistas del romanticismo, y en particular con La balsa de la Medusa de Théodore Géricault cuya ambigüedad y complejidad es comparable por el uso de métodos tradicionales para evocar acontecimientos contemporáneos.
Instalación realizada por Kiefer: siete torres de unos 15 metros de altura de hormigón armado utilizando contenedores de mercaderías para la estructura, invaden el espacio para representar las ruinas de nuestro presente deteriorado por acontecimientos como la Segunda Guerra Mundial. La obra toma su nombre del libro «Los siete palacios celestes» de Sefer Hekhalot.
Markus Lüpertz, entre figuración y abstracción
Markus Lüpertz, nacido en 1941 en Liberec en la República Checa es considerado uno de los más importantes representantes del neoexpresionismo alemán. Estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Krefeld y en la Academia de Düsseldorf. En 1962, se traslada a Berlín Occidental, donde crea la galería Großgörschen 35. Se opone a las tendencias abstractas dominantes en la época, tal como demuestra en sus primeras pinturas que son composiciones figurativas. En 1966, una canción dedicada al dios griego de la fecundidad, Dioniso, le inspira para calificar su estilo elocuente y expresivo de dithyrambische Malerei (pintura ditirámbica). Realiza una serie de bodegones en los que aparecen objetos como cascos de acero, palas y banderas, tremendamente ampliados y cargados de simbolismo histórico (1970). Recibe una beca para pasar un año en Villa Romana, en Florencia. En 1976 es nombrado profesor de la Academia de Bellas Artes de Karlsruhe. Su primera retrospectiva se llevó a cabo el año siguiente en la Kunsthalle de Hamburgo, seguido de varias exposiciones en Berna, Amsterdam y Eindhoven. De 1980 a 1985 realiza decorados y pinturas murales. En 1986 es nombrado catedrático de la Academia de Artes de Düsseldorf, de la que pasa a ser director en 1988. Apodado «el príncipe de los pintores», debido a sus extravagancias, a sus espectaculares apariciones públicas, y al uso de una retórica egocéntrica, la pintura de Lüpertz es cercana a la de otros artistas alemanes contemporáneos como Immendorff y Baselitz. Su obra se caracteriza por un diálogo constante entre la figuración y la abstracción. En sus representaciones de retratos de Parsifal, donde se refiere al personaje central del romance Chrétien de Troyes, se muestra muy cercano a la abstracción. En la serie Arcadia (2013) refleja su interés por las leyendas y las figuras de la mitología griega, y vuelve a la figuración.
Este cuadro forma parte de un ciclo dedicado al tema de la guerra. El artista se inspira en una fotografía de la ejecución de un desertor de la Wehrmacht.
«El pintor es, en materia de cultura, la conciencia moral de su tiempo. Cuanto más numerosos son los grandes pintores a los que una época permite existir, más civilizada es ella». Markus Lüpertz
«Reaccionamos contra el arte povera y el arte conceptual, y para nosotros lo importante no era la idea, sino la imagen. No fue un retorno, en pintura no hay retorno, sino un eterno retorno. Se trata cada vez de un nuevo renacer, con un vocabulario y una práctica que a veces puede recurrir al pasado pero pertenecen totalmente a nuestra modernidad». Markus Lüpertz