Lorenzo Lotto : biografía y obra

Lorenzo Lotto: años de formación

Lorenzo Lotto nació en Venecia alrededor de 1480; las obras de arte más importantes que pudo haber visto en la época de su infancia y adolescencia fueron las pinturas de Giovanni Bellini y Alvise Vivarini, o las de los Milagros de la Vera Cruz realizadas por Gentille Bellini y asistentes; o las de la Leyenda de Santa Úrsula de Carpaccio. No se sabe con certeza cuál de estos maestros pudo dirigir su aprendizaje; pero, aunque ningún pintor veneciano de su generación pudo escapar a la influencia del más grande de ellos, Giovanni Bellini, su estilo inicial, como Berenson ya había señalado en 1895, sugeriría que se había formado con Alvise Vivarini. Hacia 1503, o quizás ya en 1498, el gran pintor viajero que fue Lotto, ya había dejado Venecia para trasladarse a Treviso, donde permaneció hasta 1506, año en que marchó a Recanati; los principales encargos de este primer período de su carrera incluyen el retablo de la iglesia parroquial de Santa Cristina al Tiverone y la Asunción con san Antonio Abad y san Luis de Toulouse, del Duomo de Asolo, fechado en 1506. Pero Lotto ya se estaba ilustrando en otro dominio que correspondía admirablemente a su propio genio, el retrato; en las cubiertas para dos de ellos, pintó dos alegorías profanas, Alegoría de la castidad o El sueño de la joven y Alegoría del vicio y la virtud. La estancia en Treviso le permitió familiarizarse muy temprano con el arte alemán, ya que fue precisamente en esta ciudad donde se manifiestan las primeras influencias, aún quatrocentistas, ejercidas por la obra gráfica de Durero (hacia 1496) entonces muy difundida. Algunas de sus tendencias estilísticas iniciales se pueden deducir del retrato de su entonces principal mecenas, Bernardo de’Rossi, obispo de Treviso (1505). El dominio de Lotto en la representación de las emociones, hace que se le cite como ejemplo del retrato psicológico.

Autorretrato, c. 1545, Lorenzo Lotto
Autorretrato, c. 1545, Lorenzo Lotto
(Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza)
Alegoría de la Castidad y Alegoría de la Virtud, Lorenzo Lotto
Alegoría de la Castidad o Sueño de la joven y Alegoría de la Virtud y el Vicio, 1505, Correggio (Washington, National Gallery)

Las primeras obras de Lorenzo Lotto revelan una modernidad que las distingue radicalmente de las de sus predecesores pintores venecianos; ni siquiera influenciada por los modelos pictóricos de Giorgione, solo dos o tres años más joven que él y comenzaba a disfrutar de cierto renombre en Venecia alrededor de 1506, cuando Lotto abandonó la escena veneciana para irse a la lejana región de las Marcas. La razón principal de tal decisión fue un encargo prestigioso, el gran Políptico de san Domenico para el altar mayor de la Iglesia de San Domenico en Recanati (1506-1508).

Políptico de san Domenico, Lorenzo Lotto
Políptico de san Domenico o Político Recanati, tabla central, 1506-1508, Lorenzo Lotto (Recanati, Pinacoteca Cívica)

En este gran retablo, Lotto retoma la tradición de los retablos de Giovanni Bellini y Alvise Vivarini, pero los santos, con sus miembros anchos y vigorosos, sin gran belleza y sin embargo muy expresivos, sugieren que Lotto, antes de partir hacia las Marcas, conoció personalmente a Durero durante el año en que éste vivió en Venecia a partir del otoño de 1505, época en la que ejecutó la Fiesta del Rosario para la Iglesia de San Bartolomeo del Rialto; esta vez, Lotto habría tenido la oportunidad de estudiar las pinturas y grabados del maestro alemán.

Pietà, 1506-1508, Lorenzo Lotto
Pietà, 1506-1508, Lorenzo Lotto, detalle
Pietà, registro superior, Políptico Recanati, 1506-1508,
Lorenzo Lotto (Recanati, Pinacoteca Cívica)

Roma, Florencia, las Marcas

En 1508, Lorenzo Lotto fue llamado a Roma junto con un grupo de otros pintores, incluido Rafael, para decorar los apartamentos privados del papa y mecenas Julio II. En marzo y septiembre de 1509, se le pagó por el trabajo realizado en una de las estancias, tal vez el techo de lo que se convertiría en la Stanza de Eliodoro; pero aparentemente no se trataba de grandes pinturas murales como las que Rafael ejecutó durante esos mismos meses en la Stanza della Signatura. Es fácil imaginar que su estilo, poco convencional e idealista, era demasiado personal y original para el gusto de la Roma de Julio II; hasta el punto que, poco después de su partida, los frescos que había pintado en el Vaticano se destruyeron para dar paso a la nueva decoración de Rafael y su taller. El hecho de no poder encontrar obras de Lotto que sean con certeza atribuibles a su período romano, refleja sin duda el malestar del pintor y la brevedad de su visita. La Virgen y el Niño con san Ignacio de Antioquía y san Onofrio de la Galería Borghese (fechada en 1508), es tan cercana del Políptico Recanati que es difícil distinguir si se trata de la última obra del período de las Marcas o del período romano.

La Virgen y el Niño con santos, 1508, Lorenzo Lotto
La Virgen y el Niño, con san Ignacio de Antioquía y san Onofrio, 1508, Lorenzo Lotto
(Roma, Galleria Borghese)

El itinerario de Lorenzo Lotto inmediatamente después de abandonar Roma no se conoce con detalle, pero se puede pensar legítimamente que hizo una breve estancia en Florencia antes de volver a las Marcas, quizás hacia finales de 1510 o a principios de 1511. Entre las obras pintadas después de estas fechas hay dos grandes retablos: la Transfiguración, destinada a la iglesia de Castelnuovo, a las afueras de Recanati, y la Deposición de 1512, pintada para San Floriano di Jesi, y actualmente conservada en la Pinacoteca Cívica de esa pequeña ciudad. En esta pintura, una obra maestra de extraordinaria tensión expresiva, Lotto integra las recientes experiencias romanas y florentinas mientras desarrolla una visión muy personal, de inspiración nórdica, en el tratamiento de los tipos y gestos humanos. Aquí también, la composición de forma centrífuga a menudo se ha relacionado con la de la Deposición del maestro de Urbino, apenas más antigua, y que Lotto pudo haber visto en su lugar de origen, en Perugia, de camino a Florencia.

Deposición, 1511-1512, Lorenzo Lotto
Deposición, 1511-1512, Lorenzo Lotto (Jesi – Ancona, Pinacoteca Civica)

Algunos detalles intensamente realistas, como la del hombre que sujeta con sus dientes el sudario de Cristo para poder sostenerle el cuerpo, recuerda la Pequeña Pasión en cobre de Durero, exactamente contemporánea. El grupo de querubines alados en el arco y el paisaje ligeramente ondulado del fondo, con sus pequeños árboles, recuerdan la obra de Rafael, mientras que la gama cromática, que privilegia el azul claro, los amarillos y los rosas, ha tomado un aspecto claramente centro-itálico, muy diferente del colorido veneciano, más rico y más profundo, de sus años de juventud.

La estancia en Bérgamo

Lorenzo Lotto aparece por primera vez en Bérgamo en 1513. Al igual que en 1506, la razón de ese traslado a una ciudad lejana y desconocida fue el encargo de un retablo de gran tamaño para el altar mayor de una importante iglesia dominicana. Esta vez, el encargo no vino del clero local, sino de un laico ilustre, Alessandro Colleoni Martinengo, sobrino y heredero del famoso condotiero Bartolomeo Colleoni. Habiendo permanecido leal a Venecia durante la reciente ocupación francesa de Bérgamo durante la Guerra de Cambrai, i al igual que hizo el Gattamelata en Padua, Colleoni Martinengo deseaba un monumento público que celebrase el retorno de la ciudad bajo el dominio de san Marcos; y el hecho de que Lotto fuera originario de Venecia, pudo ayudarlo a ganar el concurso organizado para la realización del retablo. Cuando se presentó al público en 1516, el Retablo Colleoni Martinengo causó gran impresión y desconcierto a la buena gente de Bergamo por su originalidad. El resultado fueron sendos encargos de otras pinturas para altares, como los retablos para las iglesias del Santo Spirito y San Bernardino in Pignolo. El primero, fue probablemente encargado por Balsarino Marchetti de Angelini, un comerciante de Bergamo, quien, según los documentos, mantuvo una relación de amistad y comercial con el pintor.

Retablo Colleoni, 1513-1516, Lorenzo Lotto
Retablo Colleoni, 1513-1516, Lorenzo Lotto, detalle
Retablo Colleoni Martinengo, 1513-1516, Lorenzo Lotto
(Bergamo, iglesia Santi Bartolomeo e Stefano)

La composición de la obra todavía sugiere una clara relación con las «sacra conversazioni» de Giovanni Bellini, en la disposición simétrica de los santos a ambos lados del trono de la Virgen, y en el uso que hace de la decoración arquitectónica que los circunda. Los santos conservan la misma vulnerabilidad y la misma expresividad intensa que los de la Deposición de Jesi.El gusto de Lotto por las anécdotas secundarias, evidente en la actividad de los ángeles adolescentes en la parte superior, va de la mano con la técnica incansable e impecable con la que pinta el mínimo detalle de la vestimenta de los santos, sus atributos, así como la parafernalia conmemorativa de los estandartes, guirnaldas, cuerdas e inscripciones en la parte superior de la composición.

Retablo del Espíritu Santo, 1521, Lorenzo Lotto
Retablo del Espíritu Santo, 1521, Lorenzo Lotto, detalles
Retablo del Espíritu Santo, 1521, Lorenzo Lotto (Bérgamo, Iglesia del Santo Spirito)

La iconografía, de fácil lectura, pero llena de detalles singulares (como la arquitectura inacabada de la izquierda o los sorprendentes calcetines verdes que lleva san Antonio Abad). Arriba, el cielo está iluminado por una gloria fantasmagórica de ángeles cantores (posible alusión al nombre del comitente, Angelini) y los pliegues flotantes que ondean en las túnicas de las criaturas celestiales. En este paraíso, todas las figuras expresan sentimientos intensos: el éxtasis místico de san Agustín y san Antonio; san Sebastián quien, mientras contempla a la Virgen, se arranca las flechas del cuerpo, y va guardándolas como si fuera un manojo de espigas; santa Catalina vestida con refinados ropajes, lanza a los fieles una mirada algo displicente; o el pequeño Juan Bautista, al pie del trono, que abraza con fuerza al cordero hasta sofocarlo.

Lotto: pinturas de devoción privada

Las razones que podía tener Lorenzo Lotto para conformarse con su situación en Bérgamo no fueron debidas a comisiones públicas, sino a encargos que recibía de las familias más poderosas de la ciudad, como los Cassotti, los Tassi y los Brembate, quienes le encargaban cuadros pequeños, generalmente de tema religioso, y destinados a uso privado, además de sus retratos. No se trataba de obras de grandes dimensiones, que requerían mucho tiempo. En esta categoría se encuentran algunas de las pinturas más originales y refinadas de este período, como el San Jerónimo de Allentown (Pensilvania), la Virgen y el Niño con san Juan, (Dresde), donde es evidente la influencia de Correggio que continuará hasta 1522, con la hermosa sagrada conversación (sacra conversazione) de la colección Palma Camozzi-Vertova, en Costa di Mezzate, Cristo despidiéndose de su madre, en Berlín, (1521) pintada para Domenico Tassi; o el Matrimonio místico de santa Catalina, en la Accademia Carrara, ejecutado en 1523 para Nicolò Bonghi, del cual Lotto era inquilino. También la resplandeciente Natividad, de Washington, (1523), la Virgen y el Niño con San Roque y san Sebastián, (Ottawa, c. 1516-1518) para un amigo del artista, el cirujano Battista Cucchi.

La Virgen y el Niño con santos, 1522, Lorenzo Lotto
La Virgen y el Niño con san Juan Bautista y santa Catalina de Alejandría, 1522, Lorenzo Lotto (Costa di Mezzate, Colección Palma Camozzi-Vertova)
Cristo despidiéndose de su madre, 1521, Lorenzo Lotto
Lorenzo Lotto, Cristo despidiéndose de su madre, 1521, detalle
Cristo despidiéndose de su madre, 1521, Lorenzo Lotto (Berlín, Gemäldegalerie)

La madre de Jesucristo, rota de dolor, es sostenida por el apóstol Juan y santa María Magdalena. Las llaves que san Pedro tiene en la mano, a la izquierda de la imagen, es un atributo que permite identificarlo. El jardín del fondo representa un «hortus conclusus», uno de los símbolos iconográficos de la Virgen.

El cuadro de devoción privada Matrimonio místico de santa Catalina, 1523, fue pintado para Niccolo Bonghi. Si la obra presenta hoy una parte superior uniforme, cuenta Ridolfi en 1648, fue porqué «en los días en que los soldados franceses ocupaban la ciudad de Bérgamo (1528), para más seguridad se colocó la pintura en la iglesia de San Miguel; pero aquellos soldados, sin respeto alguno por los lugares sagrados, invadieron la iglesia, y uno de ellos, bajo el encanto (invaghito) del paisaje que aparecía a través de una ventana con vistas al Monte Sinaí, lo cortó del cuadro.»

Matrimonio místico de Santa Catalina, 1523, Lorenzo Lotto
Matrimonio místico de Santa Catalina, 1523, Lorenzo Lotto (Bergamo, Accademia Carrara)

A la izquierda, detrás de la silla de la Virgen, emerge la figura de uno de los mecenas del artista y comitente de la obra, Nicolò Bonghi. En la parte superior del cuadro podemos ver pintado de verde el gran trozo que falta.

Aunque el comitente no ha sido identificado, en Susana y los viejos de 1517, y como lo hará en los frescos de Trescore, siete años después, Lorenzo Lotto utiliza elementos arquitectónicos y paisajísticos para estructurar una serie de espacios separados, que también sirven para representar diferentes momentos del relato. Debido a la naturaleza teatral y altamente expresiva de las actitudes, esta obra mantiene una cierta afinidad con la pintura del Renacimiento nórdico.

Susana y los viejos, 1517, Lorenzo Lotto
Susana y los viejos, 1517, Lorenzo Lotto
(Florencia, Galería de los Oficios)

Lorenzo Lotto: Frescos de Trescore

Las numerosos encargos que Lorenzo Lotto recibió para pinturas de caballete siempre estuvieron acompañados por una demanda igual de decoraciones al fresco a gran escala. El punto culminante del arte de Lotto como fresquista, tanto durante su estancia en Bérgamo como a lo largo de su carrera, fue el ciclo que realizó en 1523 y 1524 en el oratorio de la familia Suardi, cerca de Trescore, cuya iconografía combina perfectamente con la habilidad de Lotto como decorador y narrador. Como si se tratara de una escena de teatro, el pintor describió las vidas ejemplares de cuatro santas: Brígida de Irlanda, Catalina de Alejandría, María Magdalena y la leyenda edificante de santa Bárbara. Para cumplir con los requisitos de una puesta en escena rigurosa, y mediante particiones arquitectónicas, produce un tipo de continuidad visual creando un espacio mental real en el que se puede desarrollar la narración: un contexto urbano más o menos clásico, y cuyos edificios se abren a panoramas idílicos de paisajes rurales, al pie de las montañas. Cada uno de los elementos arquitectónicos y escenográficos de esta decoración de fondo se presenta como una «estación» un teatro viviente, lo que a la época se llamaba Misterios, como si fueran representaciones sagradas proyectadas a escala del territorio, cuya forma original es el sacro monte, y, como modelo, en el momento de los frescos de Trescore (1524), la ciudad piamontesa de Varallo y su impresionante complejo religioso, marcado por el genio vigoroso de Gaudenzio Ferrari.

Historias de Santa Bárbara, 1524, Lorenzo Lotto
Historias de Santa Bárbara, 1524, Lorenzo Lotto (Trescore-Bérgamo, capilla Suardi)

Los episodios de la historia de santa Bárbara se suceden (cronológicamente y espacialmente) de manera constante, teniendo lugar alternativamente en entornos urbanos y en paisajes campestres, bañados por una luz vibrante, dignos de la mejor tradición de un paisaje arcádico.

Historias de santa Brigida, 1524, Lorenzo Lotto
Historias de santa Brigida, 1524, Lorenzo Lotto (Trescore-Bérgamo, capilla Suardi)

En la ceremonia de profesión monástica de santa Brigida, vemos a los miembros de la familia Maffeo Suardi, situados como marcaba la tradición, las mujeres a la derecha, los hombres a la izquierda, poniendo la nota más humana en la ruidosa agitación de los niños en los escalones del altar; una actitud que contrasta singularmente con la inmovilidad de la joven Brigida, arrodillada a los pies del oficiante.

Historias de santa Brigida, 1524, Lorenzo Lotto, detalle

Se muestra también obras de la santa a favor de los campesinos, evocado de manera dinámica entre el vasto espacio de un pórtico y el campo, con escenas llenas de frescura, como las mujeres que llevan cubos de agua, y otras dignas de la mejor tradición nórdica, como el mendigo ciego y los segadores, fragmentos que anuncian ciertas figuras de Bruegel.

Lotto: Venecia, las Marcas

Lorenzo Lotto decidió abandonar Bergamo en 1525 para regresar a su ciudad natal, tras un cuarto de siglo de ausencia. En los ocho años que siguieron, mientras continuaba aceptando encargos en la zona de Bérgamo, volvió a sus antiguos clientes de las Marcas. De hecho, Lotto continuaba disfrutando de un gran éxito en la región, especialmente como pintor de retablos. Por otro lado, en Venecia, la competencia con varios artistas de talento, Palma el Viejo, Pordenone, Paris Bordone y, especialmente, Tiziano, no ayudaba a conquistar el mercado local. Pero como en Bergamo, en Venecia el talento de Lotto como retratista fue muy apreciado, lo que produjo sin duda una apretada competencia con Tiziano. Obras contemporáneas de exquisito refinamiento como la Virgen y el Niño con santa Catalina y santo Tomás (1528-1530) o de potente expresividad como Cristo llevando la cruz, del Louvre (1525), que parece marcar un retorno al espíritu del gótico tardío y a la pintura de el Bosco, fueron ejecutadas para importantes coleccionistas venecianos. La Anunciación de Recanati (c. 1534-1535), es sin duda una de sus obras más conocidas y admiradas.

La Virgen y el niño con santos, 1528-1530, Lorenzo Lotto
La Virgen y el niño con santa Catalina y santo Tomás, 1528-1530, Lorenzo Lotto
(Viena, Kunsthistorisches Museum)

Desconocemos la fecha en que Lotto abandonó Venecia para regresar a la región de las Marcas. En cualquier caso, no hay constancia de su presencia en la laguna entre enero de 1533, cuando redactó un testamento, y enero de 1540. Poco antes, en 1532, hizo un viaje a Jesi para entregar una de sus más grandes obras maestras, el Retablo de Santa Lucía, un viejo encargo destinado a la iglesia del lugar.

Santa Lucía ante el juez, 1532, Lorenzo Lotto
Santa Lucía ante el juez, 1532, Lorenzo Lotto, detalles
Santa Lucía ante el juez, Retablo de santa Lucía, 1532, Lorenzo Lotto
(Ancona, Pinacoteca Civica)

En los últimos quince años de su vida, el éxito de Lorenzo Lotto disminuyó, sus obras revelan una disminución gradual de la calidad. El artista parece haber experimentado un creciente desencanto hacia su destino de hombre soltero, acompañado por un fuerte sentimiento de soledad. Debía terminar sus días en 1556, en la Santa Casa de Loreto, donde había ingresado como monje lego.


Bibliografía

Humfrey, P. Lorenzo Lotto. Flammarion. Gallimard, Paris, 1997
Cuzin, Jean-Pierre. Lorenzo Lotto : 1480-1557. Adam Biro. 1997
Del Pozzolo, E.M. Lorenzo Lotto – Portraits. Thames & Hudson. 2018
Collectif. Lorenzo Lotto : les fresques de Trescore. Gallimard, Paris, 1998
Berenson, Bernard. Lorenzo Lotto. Abscondita. Milan, 2017