De lo espiritual en el arte
Der Blaue Reiter (El jinete azul), es el nombre utilizado por un grupo de pintores que se formó en Munich en 1911, con el deseo común de renovar el lenguaje artístico. Los fundadores de este movimiento que constituye una etapa importante en la evolución del expresionismo, fueron Wassily Kandinsky y Franz Marc: en 1912, publicaron un almanaque titulado Der Blaue Reiter, que contenía varios ensayos sobre la pintura y la música contemporánea.
El almanaque y el libro de Kandinsky De lo espiritual en el arte publicado el mismo año, fueron dos textos teóricos fundamentales para el grupo. Otros artistas como Henry Rousseau, Heinrich Campendonk, Robert Delaunay, los hermanos Bourliouk, August Macke, Gabriele Münter, Paul Klee, formaron parte del grupo y participaron en las dos exposiciones de 1911 y 1912 en Munich. En 1914, la guerra puso punto final al Blaue Reiter. La tendencia a concebir el arte como una forma de expresar la rebelión subjetiva contra la realidad, era usual en todas las vanguardias occidentales del siglo XX y encontró en el Blaue Reiter su exasperada manifestación.
Los artistas del Blaue Reiter (herederos del simbolismo, del misticismo ruso, y del grupo expresionista Die Brücke) se opusieron a la burguesía de la época de Guillermo II, celebrando la fuerza del instinto y la potencia liberadora de la naturaleza. Exaltaron la ingenuidad de la niñez y de los primitivos como manifestaciones de una relación directa con el espíritu de la naturaleza: de donde el interés por la pintura de los niños y de los alienados, por el folklore y por la pintura naïf. Sus teorías ponen el énfasis en la espiritualidad, el antinaturalismo y la no-figuración en el arte. Practicaron un arte que expresaba esencialmente contenidos interiores e investigaron la afinidad entre pintura y música, que es donde se encuentra el origen de la abstracción según Kandinsky. En este sentido, el Blaue Reiter influyó en la Bauhaus y en toda la evolución ulterior del arte abstracto.
El azul es el color de la espiritualidad: En su búsqueda para llegar a ello a través de la abstracción de las formas y la utilización simbólica del color, vemos la influencia de las doctrinas teosóficas que pretenden comprender la esencia divina en el mundo, como resultado de la unión de lo divino con la materia. En esta obra que anticipa la cobertura del almanaque, se apercibe la figura mítica del jinete, que contiene también elementos de la cultura y tradiciones rusas. El jinete o el caballero es una figura mítica en la imaginería medieval, recuperada por el Romanticismo en el contexto de la reevaluación de las tradiciones, de los mitos y de las leyendas populares.
Con el grupo de pintores del Blaue Reiter, el expresionismo alemán entra en una segunda fase, podríamos decir más aristocrática. Esta unión heterogénea de personalidades muy diversas, no pretendía como en los artistas del Die Brücke trabajar por un mundo mejor ni cambiar la sociedad. Su objetivo era lo que anunciaba el título del ensayo publicado por Kandinsky en 1912: De lo espiritual en el arte. Así se lo describía Franz Marc a su mujer desde el frente: «el arte exactamente puro se preocupa tan poco de los problemas de los otros… es simplemente un acto metafórico de creación».
El tema del tren en marcha es uno de los más estimulantes de la pintura moderna. Desde Turner a Manet, desde Monet a Boccioni, la evolución de la imagen ferroviaria, compuesta de dinamismo, de vapor y de tecnología, fascina a los artistas europeos.
El trabajo de Kandinsky sobre el lenguaje artístico se define en términos claramente vanguardistas: reconociendo su plena autonomía a los signos y a los colores, se convierte en el punto de referencia para los artistas europeos y americanos.
Franz Marc
Franz Marc (1880-1916) viaja a París en 1903 donde enriquece su formación mediante el estudio del postimpresionismo y de los nabis. A partir de 1906, se interesa a la pintura de animales, de los cuales estudia muy a fondo su anatomía: siempre atraído hacia una cultura simbolista y fuertemente influido por Gauguin, el pintor considera este tema como el más apto para encarnar esta fuerza vital que forma parte del gran movimiento de la naturaleza. En 1910 conoce a August Macke, quien le hace descubrir la fuerza expresiva del color, y Wassily Kandinsky, cuyas ideas ponen de relieve la teoría simbólica del color que está elaborando en aquel momento. Marc participa, con Macke y Kandinsky, en la redacción del Almanaque del Blaue Reiter, y a continuación, en la fundación del grupo del mismo nombre, el cual jugará un papel importante en la evolución de la abstracción y del arte europeo.
Marc consigue transmitir con mucha eficacia los movimientos y las posturas de los animales, revelando incluso un realismo anatómico de zoologista aficionado. Marc consideraba la pintura como una actividad espiritual.
En 1912 aparecen en la obra de Marc dos nuevos elementos: el orfismo y el futurismo, que había descubierto en París y en Munich. Anchas franjas de luz, planos de color transparente y una composición dinámica de las estructuras, sugieren una realidad cristalina, armónica y musical. Un espacio mágico de luces encantadas.
La obra de la madurez de Marc utiliza formas cubistas y futuristas, con colores y luces deslumbrantes, para crear imágenes donde los animales se han transformado en una sola unidad para fundirse con la naturaleza.
Marc creía que la Primera Guerra mundial, de la cual él mismo fue víctima en 1916, era un infierno inevitable que el hombre tenía que atravesar para confluir en un mundo mejor con el que soñaba. La obra de Marc ha quedado como un fragmento prometedor interrumpido por su muerte prematura. Buscaba la forma pura y cristalina, pero no tuvo tiempo de encontrarla.
Marc a sido una de las figuras más simpáticas del arte moderno. Artista intransigente, junto con Kandinsky y sus amigos del Blaue Reiter, se había entregado en cuerpo y alma a una campaña contra la incomprensión pública.
August Macke
August Macke (1887-1914), pintor alemán formado en la Academia de Dusseldorf, viaja a París una primera vez en 1907, y donde residirá de 1908 a 1910, descubriendo, con la obra de los nabis y de Matisse, las posibilidades de una utilización autónoma del color. Su encuentro con el grupo y las ideas del Blaue Reiter (al cual adhiere en 1910) lo impulsa a convertir la realidad en una alegre poesía totalmente lírica (La tormenta de 1911). El orfismo de Robert Delaunay y el futurismo confieren a su pintura un nuevo impulso dinámico y le permiten representar la vida en una cantidad insospechada de refracciones y de reflejos luminosos móviles (Gente en el lago azul, 1913).
El estilo de Macke combina el desenfado del arte impresionista con la lógica formal de un Seurat. El arte de este artista era más mundano que místico, lo que lo convierte en uno de los pintores más románticos del arte alemán del siglo XX. Sus temas favoritos fueron maravillosos paisajes con figuras.
Macke no tenía intereses metafísicos como sus amigos. Con el tiempo, se aleja de Kandinsky y critica la «pintura intelectual» de su amigo Franz Marc, mayor que él. Para Macke, la sensualidad del color y la armonía de las formas era más importante que lo espiritual en el arte; se mantenía fiel a la belleza de este mundo. En 1914, algunos meses antes de su muerte precoz en el campo de batalla de Champagne, Macke enriquece su pintura con la experiencia de la luz mediterránea que adquiere durante un viaje por Túnez con Paul Klee y Louis Moilliet; esta nueva forma de aproximación a la luz se hace evidente en las bellas acuarelas que el artista pintó durante este viaje.
Macke pinta sus paisajes utilizando un armónico mosaico de colores, reminiscencias del orfismo de Robert Delaunay quien participó en las exposiciones de Der Blaue Reiter organizadas en Munich en 1911 y 1912.
La Primera Guerra mundial provoca el final de la historia del Blaue Reiter. Macke y Marc murieron en combate; Kandinsky amenazado de reclusión como extranjero enemigo, consigue fugarse a Rusia; Münter, enfrentada a sus propios demonios, deambula por Europa. El destello final llega con la fundación en 1924 de Los Cuatro Azules: Kandinsky, Klee, Jawlensky y Feininger, profesores todos ellos en la Bauhaus de Weimar, y conocidos internacionalmente.
Lyonel Feininger (Nueva York 1871-1956), fue invitado a participar en la histórica exposición de 1913 en Berlín del grupo Blaue Reiter. En sus obras, muestra la fuerte personalidad de su estilo, pero también su conocimiento del cubismo y del futurismo. La característica más interesante de su obra es la exquisita sensibilidad por la luz que atraviesa sus imágenes, hasta producir efectos cercanos a la abstracción. El arte de Feininger se mantiene aislado de las clasificaciones de los grupos de las vanguardias, con una trayectoria estilística muy personal que lo llevará finalmente a los Estados Unidos de donde era originario, cuando fue incluido en la lista de «artistas degenerados» por los nazis.
El delgado y desgarbado personaje que atraviesa la ciudad al ponerse el sol, es una alegoría de la presencia sutil y refinada de Feininger en la pintura de las primeras décadas del siglo.
Oficial de caballería ruso, el pintor Alexej von Jawlensky (1864-1941), descubrió gradualmente en la naturaleza su lado místico y contemplativo. Los temas principales de este pintor eran los rostros humanos, pero también las naturalezas muertas, en las cuales proyectaba toda su sensibilidad. Con sus colores intensos y espesos, sus contornos simplificados, el artista se preocupa sólo del aspecto humano de las cosas.
Gabrielle Münter (1877-1962) se forma en Munich donde encuentra a Kandinsky; se convierte en su alumna y más tarde en su compañera. Viaja con él a través de Europa y se une al Blaue Reiter; durante la Primera Guerra mundial viaja con Kandinsky a Suiza y permanece con él hasta 1916, fecha en la que el pintor regresa a Rusia. La pintura de Münter retoma el lenguaje postimpresionista y de Cezanne, y se caracteriza por sus colores vivos y sus formas simplificadas con contornos gruesos. Es un tipo de fauvismo muy espontáneo que marca las investigaciones del Blaue Reiter.
La escena representa al pintor Kandinsky (de pie), Andreas, hijo del pintor Von Jawlensky y Marianne von Werefkin en el lago de Staffel.
Paul Klee
Paul Klee (1879-1940) entra en contacto en 1911 con el grupo Blaue Reiter. Conoce a Kubin, Kandinsky, Macke y Marc, con los cuales expone poco tiempo después en la segunda exposición berlinesa (1912); En París, encuentra a Robert Delaunay y el entorno cubista, orientando de este modo, su propia búsqueda de un análisis introspectivo sobre los valores psicológicos de las formas hacia los problemas de la luz, el color, el movimiento y la temporalidad. Durante un viaje extremadamente importante por Túnez en 1914, en compañía de los pintores Moilliet y Macke, Klee descubre definitivamente el color: «Es el momento más feliz de mi vida: el color y yo somos uno. Soy un pintor». Desmovilizado después de la guerra, en 1918, utiliza con más frecuencia la pintura al óleo y realiza composiciones muy libres donde introduce signos y letras.
La llegada de Kandinsky a la Bauhaus de Weimar en 1921, lejos de modificar el método de análisis de Klee, lo refuerza y le permite investigar sobre las posibilidades de construir la imagen de tal forma que no entre en conflicto con el componente fantástico e imaginativo de sus pinturas. Sus cursos de pintura en la Bauhaus se desarrollan paralelamente con los de su gran amigo Kandinsky. Funda en 1924 con Kandinsky, Feininger y Jawlensky el grupo de los Blaue Vier (los Cuatro Azules). Los numerosas obras de este periodo se dividen por temas, aunque siempre conducen a su forma particular de capturar lo real y lo transponer en un modo imaginario. Se trata de imágenes mágicas y llenas de misterio, todas de pequeño formato, donde las zonas de color, a menudo muy luminosas, se ordenan en función de estructuras abstractas y se acompañan de finos signos gráficos.
Las pinturas de Klee alcanzan a menudo una gran complejidad técnica, reflejando una gran libertad en la elección de los motivos y de los materiales, ya sea de los soportes o de los pigmentos, como en esta pintura.
En 1925, después de haber abandonado la Bauhaus, Klee trabaja como profesor en la Academia de Düsseldorf y en 1933, después de la condena nazi del «arte degenerado», se establece en Berna. La enfermedad que lo aqueja le hace bajar el ritmo de su última producción, que toma una carácter más dramático; los espesos trazos negros se vuelven esenciales y obsesivos, presentando fúnebres analogías con barrotes de celdas y símbolos nocturnos.