El fauvismo, una nueva forma de expresión.
El fauvismo es un movimiento pictórico francés de principios del siglo XX. El nombre de «fauves» (fieras) fue dado por el crítico francés Louis Vauxcelles a un grupo pintores (Henri Matisse, Maurice de Vlaminck, André Derain, Albert Marquet, Charles Camoin, Henri-Charles Manguin, Otho Friesz, Jean Puy, Louis Valtat, Georges Rouault, Raoul Dufy, Georges Braque, y Kees van Dongen), cuyas obras escandalizan en el Salón de otoño de París de 1905, a causa de la «salvaje» violencia expresiva del color, aplicada en tonos puros. La formación del fauvismo se remonta al periodo comprendido entre 1894 y 1897, cuando Manguin, Matisse, Camoin y Marquet se encuentran en el taller de Gustave Moreau en la Escuela de Bellas Artes de París: las acuarelas del maestro, con manchas de color libremente dispuestas, y la línea en arabesco de sus bocetos constituyen una primera contribución a la formación pictórica de los futuros fauvistas.
Con el cuadro Lujo, calma y voluptoisidad, Matisse expresa su admiración por la pintura de Signac, pero los colores de Matisse son más intensos y luminosos. La escena pastoral del cuadro que podría evocar una Arcadia intemporal – seis mujeres desnudas y un hombre vestido – representa un idilio muy actual, localizado en una playa, cerca de Saint-Tropez, justo después del cambio de siglo. Por otro lado, Manguin es uno de los primeros pintores en desligarse de las fórmulas intimistas e intenta realizar una pintura con colores puros, en el contexto del grupo de los fauvistas, con los cuales expone en el Salón de otoño de 1905, aunque las obras de Manguin presentan soluciones menos radicales.
El fauvismo, que nace de diversas influencias, se define como un nuevo modo de expresión fundado sobre la autonomía del cuadro: la analogía con la realidad visible ya no es la del espejo, y la naturaleza es concebida como «trampolín» o, en términos simbolistas, como un repertorio de signos al cual hay que referirse para poderlos transcribir libremente. La influencia de Gauguin, conocido por sus dos exposiciones parisinas de 1904 y de 1906, marca el desarrollo del fauvismo después del famoso Salón de 1905: las pequeñas pinceladas con colores puros van a ser sustituidas por grandes superficies coloreadas (donde se evidencia también la influencia de Manet) atravesadas e interrumpidas por signos sinuosos y muy móviles. El entusiasmo por la escultura de Oceanía y del África negra contribuye igualmente a dirigir la búsqueda de los pintores fauvistas: está fundada en el convencimiento de que el arte primitivo realiza la síntesis de percepción y de expresión buscada por el pintor fauvista cuando hace estallar sobre la tela, los azules, los rojos, los amarillos, los colores puros sin ninguna mezcla de tonos. El arte africano primitivo interesó a Matisse, Vlaminck y Derain, los cuales, como hizo Picasso, coleccionaban máscaras tribales y esculturas. La utilización por Derain de intensas franjas de color recuerda a Cezanne y a Gauguin.
Es en 1906 cuando este movimiento alcanza su plenitud, y se distingue por una nueva intensificación del cromatismo: el fauvismo triunfó en el Salón de otoño (Matisse expone La Alegría de vivir) y pintores como Braque y los rusos Kandinsky y Jawlensky se orientan hacia estas formas de expresión. De una cierta manera, la pintura de los fauvistas participó en la problemática del expresionismo europeo, así como lo demuestran los vínculos que unen numerosas obras del grupo alemán Die Brücke (expuestas en Dresde en 1906) al movimiento francés, y parecen anunciar una afirmación del fauvismo como estilo internacional. Pero el éxito del cubismo (el cuadro Las Señoritas de Aviñón de Picasso es de 1907) rompe la unidad del movimiento fauvista, cuyos miembros van a tomar distintos caminos, atraídos, en su mayoría, por la nueva sintaxis cubista y por la recuperación de los modelos de Cezanne.
Contrariamente a los impresionistas, el grupo de los fauvistas ponía énfasis en la expresividad y en la dinámica de los colores, renunciando a matizar la luz y la sombra dentro de estos mismos colores. Colorista exquisito, Raoul Dufy era igualmente un excelente dibujante, capaz de hacer vibrar innumerables pinceladas llenas de frescura y de vivacidad. Fue en el Havre, donde había nacido, que Dufy conoció a los pintores Friesz y Braque.
Kees van Dongen
Kees van Dongen (1877-1968), pintor de origen neerlandés, sigue los cursos de la Academia en Rotterdam y comienza a dibujar escenas de la vida cotidiana en el puerto para diversos periódicos. Personaje inquieto y aislado dentro del grupo de los fauvistas, Kees van Dongen se establece en París a la edad de veinte años y colabora en diversas revistas satíricas. En el Bateau Lavoir (conocido edificio donde vivieron numerosos pintores), conoce a Picasso, personalidad determinante en su carrera. En el Salón de 1905, expone junto con el grupo de fauvistas, y esta adhesión sirve a reforzar la impresión sensual de su pintura. Los temas preferidos de Van Dongen son los desnudos femeninos dentro del contexto urbano (el circo, el cabaret) y las escenas de la vida nocturna, un mundo que había sido ya explorado por Toulouse Lautrec. El artista no hace la apología de la Belle Epoque, sino que da testimonio de sus glorias y de sus miserias. Van Dongen se afirma de hecho como retratista de la elegante y mundana sociedad parisina, donde expresa la íntima decadencia que se esconde bajo la corteza del poder y del dinero. Los temas más usuales del pintor son la vida en el circo, los cabarets y los bailes populares, los audaces desnudos, las siluetas del mundo elegante.
Alrededor de 1910, la pintura de Van Dongen evoluciona hacia la utilización de colores sólidos y de figuras hieráticas. Los retratos de carácter mundano le darán un gran prestigio. Su estilo se caracteriza por un expresionismo vitalista, casi biológico, agresivo y directo. Después de una serie de exposiciones en Alemania (1908) influye igualmente en los pintores del Die Brücke.
Maurice de Vlaminck
El pintor francés Maurice de Vlaminck (1876-1958), se consagra a la pintura como consecuencia de la fuerte impresión que recibió viendo los cuadros de Van Gogh en una exposición parisina en 1901. Amigo de André Derain y de Henri Matisse, de Vlaminck realiza una pintura agresiva de paisajes, de naturalezas muertas y de retratos, caracterizada por el empleo arbitrario de colores puros, esparcidos directamente del tubo al lienzo. Se afirma así como el representante más radical del grupo fauvista. Cuando descubre la obra de Cezanne en 1907, se dirige hacia una nueva búsqueda cuyo resultado se evidencia en sus composiciones más estructuradas. De Vlaminck trabaja con Picasso en su taller del Bateau-Lavoir de Montmartre, donde realiza obras que se encuentran dentro de la órbita del cubismo, pero se retira de la vida parisina, y después de la guerra, acabará realizando una pintura de paisajes y de naturalezas muertas con colores más atenuados y tonos dramáticamente expresivos.
Hijo de músicos ambulantes, antes de ser conocido como pintor Maurice de Vlaminck tuvo distintos empleos: violinista callejero, labrador, escritor y ciclista profesional. Era el verdadero «hombre salvaje» entre los fauvistas, y Derain, encontraba insoportable su carácter tempestuoso. En sus memorias, parafraseando la famosa frase de Luís XIV declaró fríamente «Yo soy el fauvismo». En el arte de Vlaminck, el instinto pictórico tenía un papel mucho más importante que el intelecto.
Henri Matisse
Henri Matisse (1869-1954) está considerado como el precursor del fauvismo. La frase de su maestro Gustave Moreau «el color tiene que ser pensado, soñado, imaginado» lo ayudará a privilegiar la función creativa del color. A partir de 1899, los colores de Matisse anuncian su periodo fauvista, pero están marcados igualmente por la pintura de Cezanne quien inspira su pintura hasta 1903. Durante un tiempo, la figura arrogante de Signac suprimió cualquier otra influencia. Pero en 1904 Matisse supera las doctrinas de Signac en la disposición de las manchas de pintura que sólo parece puntillista a simple vista, a la vez que exalta sus colores con el cuadro Lujo, calma y voluptuosidad. Con su amigo Derain, expone cuadros en el Salón de otoño de 1905 donde las tonalidades verdes y malvas en las caras escandalizan; el nombre de fauvismo «jaula de las fieras» fue dado en esta exposición. Al año siguiente, Matisse descubre las pinturas de Gauguin y se orienta hacia una simplificación de las formas y la aplicación del color sobre un fondo liso y monocromo. En 1908, el coleccionista Chtchoukine, le encarga dos cuadros de gran formato: La danza y La música.
«La tendencia dominante del color debe ser la de servir de la mejor manera posible a la expresión. Coloco mis colores sin cálculo previo (..) La elección de mis colores no se basa en ninguna teoría científica, sino en la observación, sobre el sentimiento, sobre la experiencia de mi sensibilidad.» Henri Matisse. (ver artículo completo sobre Matisse)
André Derain
André Derain (Chatou 1880 – Garches 1954) estudia en París en la Academia Carrera, donde encuentra a Matisse y De Vlaminck. Se revela en el marco del grupo de los fauvistas por la vitalidad de su paleta, su perspectiva audaz y la simplificación formal. Hacia 1908, abandona esta fase para volverse hacia las enseñanzas de Cezanne y abordar así una visión más profunda de la naturaleza. En vísperas de la guerra, su búsqueda inicia una nueva fase en su evolución, bajo la influencia de los primitivos franceses y de la escultura africana, dirigiéndose hacia un arcaísmo seco y monumental. En efecto, después de sus años salvajes, Derain se convirtió en el apóstol de la moderación, convirtiéndose en un conservador o un conformista político que durante las horas más oscuras de Francia, no sólo traicionó sus principios artísticos sino también humanísticos al simpatizar con los nazis. Al finalizar la Guerra, Derain reacciona contra la proliferación de movimientos como el Dada y el Surrealismo, y se vuelve hacia una forma de arte realista, aunque inspirado por la Antigüedad romana, Caravaggio y Courbet. Es posible que un viaje de estudios a Italia no sea ajeno a este retroceso de Derain hacia el pasado. Derain fue el primer artista europeo en descubrir la fuerza expresiva de la escultura africana, que él mismo coleccionaba y hacia la cual atrajo la atención de Picasso.
Las pinturas fauvistas de Derain combinan la vehemencia de un Vlaminck con la cultura de un Matisse. La técnica puntillista de dividir los colores y la técnica fauvista de hacerlos coincidir, se mezcla en un estilo alegre. Los paisajes de Saint-Tropez, Collioure, y Londres forman parte de las obras maestras de su breve periodo fauvista.
A partir de 1908, después de haber contribuido a abrir el camino al cubismo, al surrealismo y al arte abstracto, varios pintores fauvistas abandonan el movimiento para dedicarse a la búsqueda de nuevas vías, más independientes.