La pintura veneciana
Venecia constituye un mundo aparte dentro del Renacimiento italiano, un período que comenzó en la segunda mitad del siglo XIV – después de la Edad Oscura descrita por Petrarca, que se extiende desde la Antigüedad hasta su propia época – y termina en la segunda mitad del siglo XVI, en la época de la Contrarreforma. Intelectualmente, el Renacimiento se define por una corriente humanista: un programa de educación secular que incluye el estudio de las lenguas y la literatura clásica: studia humanitatis. Artísticamente, se formó un nuevo estilo a partir de modelos de la Antigüedad Clásica, buscando un equilibrio armonioso entre la belleza ideal y la naturaleza. La pintura veneciana tiene por objeto el color, la luz, el espacio, mientras que la forma es sólo una preocupación secundaria.
Las inmensas posibilidades de la pintura al óleo permitieron a los pintores venecianos expresar su gusto indefectible por el color y las texturas. Todas estas características son parte de una tradición bizantina que los temas esenciales del arte veneciano perpetúan hasta el siglo XVIII.
Nuestra propia visión del Renacimiento ha sido influenciada en gran medida por la imagen de Florencia con su renovado interés por la Antigüedad y sus ideales de individualismo, de originalidad y eclecticismo que han contribuido a la definición de hombre renacentista. Mientras tanto, los ideales estéticos de los artistas florentinos Donatello, Masaccio y León Battista Alberti dieron al hombre una nueva dignidad y al mundo pictórico una nueva racionalidad. Los artistas e intelectuales venecianos también participaron en la reconquista de la Antigüedad, pero de una manera especial, con sus propios valores e intenciones. No era a Florencia a quien los venecianos consideraban su principal rival, sino a las grandes civilizaciones de la Antigüedad. Los venecianos se veían a sí mismos como los actores clave en la escena europea, superiores y únicos, incluso por delante de Roma.
Las fuentes bizantinas
Hasta el siglo XIII, toda la pintura italiana se encontró más o menos influenciada por la tradición bizantina y todas las escuelas italianas de pintura (la maniera greca, como señaló Vasari) eran sólo ramas provinciales. La potente actividad comercial de Venecia, vínculo esencial entre Bizancio y Occidente, le dio acceso al arte bizantino en su forma más pura, más rica, más condensada. Como lo demuestran los mosaicos de San Marcos, hasta el siglo XIV los desarrollos estilísticos de este arte se propagaron muy rápidamente, esencialmente por medio de objetos bizantinos que seguían llegando a Venecia, como ocurrió en la toma de Constantinopla por los cruzados en 1204. El mejor ejemplo del esplendor de aquel arte que subyace en toda la pintura veneciana es la famosa Pala d’Oro de la Basílica de San Marcos, ejecutada poco antes de 1105 por artistas bizantinos trabajando en colaboración con venecianos. En el interior de San Marcos, arcos y cúpulas, la parte superior de las paredes fue cubierto con bellos mosaicos dorados conteniendo tres temas narrativos: la vida de Cristo y de la Virgen, la misión de los Apóstoles y la vida de San Marcos. A este programa se le añadió, en las bóvedas del nártex, un ciclo de mosaicos que representan escenas del libro del Génesis. Los rostros, la piel, las vestimentas se componen de cientos de pequeñas piezas de vidrio coloreado (tesela), ensamblados en conjuntos de colores similares o ligeramente diferentes, aunque rara vez se encuentra una zona de colores sólidos, pero el aspecto cambiante y la sutil modulación dan el mosaico su riqueza y efecto voluptuoso. Durante el Quattrocento, los valores ornamentales de los mosaicos de San Marcos continuaron atrayendo a artistas venecianos, pero eran reinterpretados para responder a las nuevas exigencias del naturalismo. El enfoque cromático de Giovanni Bellini, Tiziano y otros artistas venecianos, procede en parte de allí.
Paolo Veneziano
Precursor de la escuela veneciana, Paolo Veneziano (actividad documentada h. 1320-1362) es el primer artista veneciano cuya evolución estilística y personalidad se ha podido seguir y analizar, como se hizo con Giotto en Florencia o Duccio en Siena. Paolo se formó probablemente en el círculo de pintores que se inspiraban en el arte bizantino y en base a modelos venidos de Constantinopla. En 1321 ejecutó probablemente el políptico de Dignano (Istria); entre 1333 y 1358 produjo obras en las que colaboraron sus hijos Luca y Giovanni y parece que su muerte se produjo antes de 1362. Venecia le debe su gusto por los retablos a varios compartimentos, con sucesión de pinturas representando escenas o personajes ricamente enmarcados en madera tallada y dorada, los cuales, y bajo las más variadas formas, constituirán durante casi dos siglos el elemento decorativo esencial de las iglesias de la ciudad. El abandono paulatino de los mosaicos murales y su sustitución por polípticos son de inmensa importancia psicológica. El carácter sagrado de los personajes hasta entonces gigantescos y colocados lo más alto posible para mostrar su aislamiento hierático, ahora van a estar ubicados a la misma altura que los fieles. Este proceso de humanización forma parte de las nuevas directrices que afectaron a las iglesias venecianas. Mientras que uno esperaría ver emerger en Paolo Veneziano la influencia de Giotto, ella se muestra casi inexistente. Aunque este último hubiera realizado cerca de Venecia, en Padua, uno de los ciclos de frescos más importantes de la escuela toscana, sólo su iconografía encontrará algún eco en el arte veneciano. La respuesta veneciana a Giotto fueron las escenas narrativas en la cubierta de la Pala d’Oro, pintada por Paolo Veneziano.
Un hermoso azul lapislázuli y el dorado sirven de fondo y de color a la escena representada. Mediante el abundante uso de esos colores Paolo revela la finalidad decorativa de su arte. Los drapeados agitados, las líneas doradas y los dibujos de los tejidos interfieren con la disposición de las figuras en el espacio entrelazándose en la superficie del cuadro. El estilo de Paolo es bizantino. Sus figuras son delgadas, esbeltas, ostentan colores oliváceos, los gestos son amables y elocuentes, sus rostros tienen expresiones dulces y estáticas. Su elegancia sutil lleva la marca de la estilización que somete al clasicismo antiguo la evolución secular y refinada de la corte bizantina.
Paolo se mostró también abierto a la influencia de Giotto, pero mientras Giotto situa a los personajes antes de construir el espacio que los rodea, Paolo imagina primero un espacio para luego poblarlo con figuras. Es aquí donde su estilo muestra sus raíces en la tradición impresionista de la pintura antigua, más allá del arte bizantino.
Se trata del retablo realizado por Paolo con sus hijos Luca y Giovanni en 1345, para cubrir durante los días no festivos la « Pala d’Oro » que se encuentra en el altar mayor de San Marcos – esta obra gozaba de gran prestigio, también por el lugar donde fue colocada, hasta el punto que se la consideró la obra fundamental de la pintura veneciana del siglo XIV.
Los gestos elocuentes de los personajes que conectan de forma naturalista las diferentes partes de la escena, los grupos compactos de raro lirismo, a veces casi gótico bajo el efecto de las influencias directas del Norte o que hayan transitado por Siena, acentúan el aspecto decorativo de esta obra.
Lorenzo Veneziano
Lorenzo Veneziano cuya actividad artística está documentada entre 1356 y 1372, probablemente trabajó en el taller de Paolo Veneziano hacia mediados del siglo. En sus primeras obras muestra una clara tendencia a interpretar temas de Paolo, pero con mayor sensibilidad naturalista y un más pronunciado gusto decorativo en el desarrollo de los contornos. Después de un período de actividad en Verona, se afianza en Venecia con el Políptico Lion, una obra donde todavía se pueden encontrar ecos de influencias del legado bizantino del arte de Paolo. Tablas como el Matrimonio místico de Santa Catalina (1359, Venecia, Galleria dell’Accademia) o la Virgen con el Niño en el Museo Municipal de Padua, anuncian de una forma más obvia el abandono de esquemas bizantinos aunque sin prescindir del gusto por la suntuosidad decorativa y por un cromatismo precioso. En las pinturas posteriores a 1368, sobre todo en las de menor tamaño como en las tablas de la predela de Berlín (Staatliche Museen) se aprecia un énfasis en los elementos naturalistas y narrativos, probablemente como consecuencia de la reanudación de las relaciones con los círculos artísticos de Bolonia, donde el artista ejecutó un políptico para la iglesia de San Giacomo, desmembrado a partir del siglo XVI. Es el período en el que los artistas venecianos comienzan a apartar su mirada de Bizancio para ponerla en su entorno inmediato: este cambio también refleja los acontecimientos políticos que conducen a la expansión territorial de la Serenísima hasta la región de Bergamo.
El retablo fue ejecutado por encargo del senador Domenico Lion. Los colores son brillantes, góticos, a la manera bizantina. Lorenzo también utiliza sus colores favoritos – verde prado, escarlata – para las grandes figuras de santos representados en el borde del políptico y cuyas proporciones los acercan a los personajes de Paolo, aunque sus drapeados son más envolventes y realistas, los pliegues más profundos con múltiples ondulaciones, como se ve en las estatuas góticas del Norte. Los dorados casi han desaparecido a excepción del fondo, los dibujos dorados del brocado de la vestimenta de los personajes femeninos han sido cuidadosamente puestos en perspectiva.
El estilo de Lorenzo Veneziano tiene como objetivo sugerir a los fieles una presencia física real, como una nueva forma más familiar de la devoción que, bajo el impulso de los franciscanos, se desarrolla a lo largo del siglo XIV en Siena y el centro de Italia. La relación directa con Dios, objeto de esta nueva concepción del culto, dará lugar a una formación de imágenes de fuerte poder emotivo donde los santos y la Virgen serán representados con conmovedora familiaridad.
Esta tabla que ocupaba la parte central de un políptico, muestra a la Virgen sosteniendo a su hijo mientras éste coloca el anillo en el dedo de santa Catalina. Un halo de ángeles tocando instrumentos musicales parecen exceder de los límites de la propia imagen. El movimiento de las figuras recuerda el goticismo impetuoso de Vitale da Bologna, mientras que los colores suaves y la atención a los detalles, especialmente en las figuras de santa Catalina y su compañera, recuerdan el tierno realismo de Tommaso da Modena.
Esta tabla que forma parte de la predela de un retablo dedicado a san Pedro. Destaca la influencia naturalista de la pintura boloñesa.
Al igual que en otras regiones del norte de Italia, el donante hacía su aparición en retablos y paneles devocionales. La pintura muestra a la Virgen entronizada con ángeles músicos y el donante Vulciano Bergonzone (de acuerdo con las proporciones que corresponden al hombre mortal) quien había hecho inscribir su nombre en la parte inferior de la tabla. Esta pintura está claramente influenciada por la pintura gótica de Bohemia y muestra la dependencia de Venecia a las influencias externas.
Jacobello del Fiore
Jacobello del Fiore (Venecia, actividad documentada desde aproximadamente 1394 a 1439) se formó en Venecia durante el período de transición entre el discurso narrativo bizantino tardío y el discurso narrativo del gótico. Trabajó en su juventud sobre todo en la región de las Marcas, donde aparecen obras documentas en Teramo y Pesaro. Desde el final de la primera década del siglo XV en Escenas de la vida de santa Lucía de la Pinacoteca Municipal de Fermo, Jacobello asimila los aspectos más agradables del discurso narrativo en su fase más adornada, propio del gótico tardío que Gentile da Fabriano dio a conocer en Venecia con los frescos del Palacio Ducal. A partir de la segunda década del siglo, el artista entró al servicio de la República de Venecia. Para el Palacio Ducal, Jacobello pintó una Justicia rodeada de dos arcángeles, obra en la que ya se evidencia la exuberancia decorativa que caracteriza la última producción del pintor.
En este caso, las figuras son mucho más realistas que las de la predela de Berlín pintada por Lorenzo Veneziano medio siglo antes. Tienen proporciones más realistas, los rasgos se han individualizado, y las siluetas han sido esculpidas por la luz. Pero se trata sólo de un realismo anecdótico, ya que el sentido dramático de las escenas, preocupación esencial de Lorenzo, no interesa a Jacobello. Esta tendencia a representar los detalles y evitar cualquier acento dramático, es típico del estilo gótico internacional, arte áulico, profano y alegre.
Del gótico al renacimiento
El evento artístico que iba a decidir el destino de la pintura veneciana hasta finales de la década de 1430, fue la estancia de varios años que Gentile da Fabriano efectuó en Venecia alrededor de 1410. Al más famoso artista italiano de su tiempo se le encomendó la tarea de pintar uno o quizás varios frescos del primer ciclo del Palacio Ducal dedicado a la Historia de Alejandro III. También sabemos que durante su estancia pintó al menos un retablo para una iglesia de Venecia. Ninguna de estas obras ha llegado hasta nosotros (los frescos fueron destruidos en el incendio de 1577). El Políptico de Valle Romita es la primera obra importante de Gentile que haya llegado hasta nosotros. Se realizó en Venecia entre 1405 y 1410 y luego enviada a las Marcas, en la Iglesia del Convento de los Observantes de Valle Romita (actualmente Val di Sasso), cerca de Fabriano, lugar de nacimiento del artista. Esta obra puede dar una idea de la forma de arte sofisticado que Gentile introdujo en Venecia. Las obras religiosas de Gentile da Fabriano se distinguen en particular por la extraordinaria impresión de opulencia dada por los brocados a la suntuosa decoración. Tal despliegue de magnificencia debía complacer a los venecianos, cuyo gusto se había formado con la vision de los bellos mosaicos dorados San Marcos y de Levante. La influencia de Gentile da Fabriano en los artistas venecianos duró largo tiempo, como lo demuestra la obra de Michele Giambono, cuyo estilo hasta su muerte en 1462, se mantiene cerca del que había adoptado para la tabla San Crisógeno a caballo. Para hacernos una idea de lo que podían ser los frescos de Gentile, que fueron continuados por su alumno Pisanello de Verona, sólo queda una sección de la pared por encima de un arco, en Santa Anastasia de Verona, en la cual Pisanello representa la historia de San Jorge y la princesa de Trebisonda, y muestra el realismo de los detalles, la habilidad del pintor para los efectos atmosféricos y una reducción general del espacio, típico del gótico internacional.
Ya no hay nada bizantino en los suaves drapeados de Gentile, ni en el delicado modelado de las formas o en el aspecto tierno y humano de sus figuras. Además, en vista de la tradición veneciana del siglo XIV, el arte de Gentile debía presentar el doble atractivo de accesible y de estimulante modernidad.
Con este fresco, la estética cortesana de Pisanello alcanza su plena madurez: el episodio se convierte en una fábula cortesana fuera de tiempo, que se enriquece con notas encantadoras sobre las costumbres, la naturaleza y el paisaje, y combina audaces escorzos con una concepción irreal de espacio.
Michele Giambono (activo en Venecia entre 1420 y 1462) trabajó en el estilo de finales del gótico internacional. Entre los artistas venecianos fue el único que sacó una enseñanza personal del estilo gótico de Gentile da Fabriano y Pisanello. Por su temática y su tratamiento, su San Crisógeno a caballo es claramente cercano al estilo de los dos artistas. El juvenil personaje con el pelo rizado es una figura recurrente en el gótico internacional. El santo con su armadura y manto de brocado, montando un caballo ricamente enjaezado, representa el ideal caballeresco. Al igual que en el fresco de Pisanello y también en el que se perdió de Gentile, el efecto atmosférico es de una gran belleza. Las formas sinuosas de los banderines y las siluetas móviles del jinete y su caballo, se encuentran en el mismo universo que las pinturas decorativas de Jacobello del Fiore, pero la tensión en la actitud del santo, el nerviosismo de su expresión y la atmósfera de la tabla llaman a la sensibilidad y despiertan una emoción intensa. En los cuadros de Giambono, el estilo cortesano es transfigurado por el nuevo poder de la emoción y, de todos los artistas venecianos, es el único que expresa, aunque sea de forma sucinta, la subjetiva intensidad del arte gótico tardío del Norte.