Las « Scuole » en Venecia
Las cofradías religiosas, Scuole (escuelas), término que deriva del griego schola y significa unión de personas, fueron particularmente importantes en Venecia. Junto a su actividad religiosa, las scuole cumplían una serie de funciones sociales y benéficas. También suministraban la mayor parte de efectivos humanos en los desfiles procesionales, que constituían la piedra angular del ritual cívico veneciano.
En teoría, todas las scuole aceptaban tanto a nobles como a plebeyos y formaban así un lugar de cohesión, donde podían encontrarse venecianos de todas las condiciones en un contexto de solidaridad social y de asistencia mutua. A finales del siglo XV, estas corporaciones o cofradías laicas se contaban por centenas. La categoría más importante reunía las scuole comuni, comunidades que, curiosamente, aceptaban tanto a hombres como a mujeres. Los inmigrantes que corrían el riesgo de quedarse al margen, encontraban en ellas una nueva identidad veneciana e intereses en la riqueza de la ciudad. También podían encontrarse scuole relacionadas con los gremios, cada una con su propia potestad. Por último, las scuole grandi eran las más ricas y poderosas, debido sobre todo a la contribución de acaudaladas familias venecianas. Las primeras comunidades de esta naturaleza se fundaron en el siglo XIII, cuando el movimiento llamado de los Flagelantes – cuyos miembros practicaban la autoflagelación, atravesaba Italia. Gran parte de la población fue presa de fervor por la penitencia en respuesta a las terribles predicciones del inminente fin del mundo.
Gentile Bellini era el jefe de fila de la pintura narrativa en las últimas décadas del Quattrocento. Su gusto por detalladas escenas urbanas y complicadas construcciones arquitectónicas hizo de él un artista reconocido de la vida pública y de las ceremonias.
La organización social en Venecia tuvo un impacto significativo en los encargos artísticos. Se impulsaba el consenso y se reprimía la glorificación individual, especialmente entre los patricios y los cittadini para evitar celos y una competencia poco fraternal. Las capillas privadas decoradas eran la excepción, y los palacios se ajustaban a los modelos existentes. En todos los niveles, se inculcaba a la gente el sentido de participación en la empresa conjunta. Por esta razón, en Venecia los encargos artísticos procedentes del gobierno y de las scuole eran más importantes que en otros lugares. Cada scuola poseía un altar en una iglesia parroquial, y si gozaba de fondos suficientes, una sede donde reunirse. La Scuola dei Pittori se reunía en la iglesia de San Lucas, patrón de los pintores, hasta 1532, cuando uno de sus miembros, Vincenzo Catena, hizo un legado para construir la propia sede de la scuola cerca de Santa Sofia.
Dinastías artísticas
El trabajo colectivo y la continuidad artística siguieron también la antigua tradición veneciana del taller familiar. Taller en el que a menudo colaboraba la familia política, los hermanos y los miembros de varias generaciones. El modelo más común incluía un pater familias al frente del taller y sus hijos que participaban en el esfuerzo común. Sólo la muerte del padre les permitía instalarse por su cuenta. A veces, en la misma familia existían varios buenos pintores, todos capaces de llevar a cabo con éxito una carrera independiente. Este fue el caso de dos familias que dominaron la pintura en la Venecia del Quattrocento, los Vivarini y los Bellini, estos últimos adquiriendo con el paso del tiempo una mayor relevancia. Las obras que Antonio Vivarini realizó en 1440, probablemente fueron ejecutadas en colaboración con su hermano Giovanni d’Alemagna. Forman parte de la tradición del gótico veneciano y se caracterizan por el refinamiento de los detalles arquitectónicos. El hermano menor de Antonio, Bartolomeo (probablemente nacido hacia 1432) fue el seguidor más asiduo de Mantegna. Su sobrino y discípulo Alvise, hijo de Antonio (muerto entre 1503 y 1505), parece haber evolucionado en sus últimos trabajos en la misma dirección que Giovanni Bellini. Los logros innegables de la familia Vivarini se vieron un tanto eclipsados por el talento de Jacopo Bellini y sus hijos Gentile y Giovanni. Jacopo Bellini fue el primero en aplicar los modelos del Renacimiento florentino al lenguaje veneciano. Giovanni, en cambio, se sentía más atraído por los temas inspirados en el mundo natural y la búsqueda de la belleza ideal. En sus imágenes de devoción, exploró los misterios de la psicología humana y la espiritualidad. Buscaba, tanto en los temas sagrados como profanos, alcanzar la armonía entre el hombre y la naturaleza.
Jacopo Bellini
Jacopo Bellini (Venecia 1396 – 1470) fue discípulo de Gentile da Fabriano en Venecia, trabajó en Verona y Ferrara donde realizó el retrato de Leonello d’Este (1441); en Venecia, trabajó para la Scuola Grande de San Juan Evangelista (1452 ) y para la Scuola Grande di San Marco (1466) y en Padua, en la Capilla Gattamelata, con sus hijos Giovanni y Gentille (1460). Muchas de sus obras se perdieron lo que hace difícil reconstituir su legado artístico. La obra más importante de su etapa de juventud es tal vez la Virgen con Leonello d’Este (Louvre) sobre todo por el paisaje fantástico que presenta características del gótico internacional, mientras que la Madonna del Museo de los Oficios sugiere una integridad estructural diferente, tal vez debido a sus contactos con el pintor que fue también su yerno, Andrea Mantegna. Entre las obras de la última fase de su carrera hay el monumental Crucifijo del Museo de Verona y otras de dudosa atribución como el San Jerónimo (museo de Castelvecchio, Verona). Jacopo Bellini fue también el autor de una colección de grabados a punta de plata hoy en el Museo Británico y el Louvre. Se trata de delicados dibujos, notables por su diversidad, ya que contienen numerosas ideas que reaparecen en las obras de Gentille y Giovanni Bellini, y también en las de Mantegna. Con una mente fecunda y realmente original, introdujo la mayor parte de los temas fundamentales de la pintura del Renacimiento veneciano: la construcción de la narrativa pictórica, las vistas de ciudades y paisajes sometidos a la perspectiva lineal, un enfoque sensual del cuerpo humano, el arte de captar las emociones y una visión romántica de la Antigüedad basada en la erudición y la imaginación pastoral.
En la serie de tablas de Vírgenes con el Niño que le han sido atribuídas, Jacopo Bellini pone de manifiesto un sentido inédito del volumen que indica un claro conocimiento del arte de la Toscana.
El principal legado artístico de Jacopo Bellini está contenido en dos volúmenes que contienen 230 dibujos. Los álbumes de Jacopo sólo representan los restos visibles de un legado mucho más grande.
Antonio Vivarini
La obra de Antonio Vivarini (Murano 1420 – antes de 1484) pertenece al período de transición entre la Edad Media y el Renacimiento, que se manifiesta en Venecia por la presencia de formas iconográficas de lejano origen bizantino y nuevos elementos formales todavía mal definidos derivados de la cultura florentina. Data de 1440, el políptico de la basílica Eufrasiana de Parenzo, en Istria; De esos mismos años datan los dos polípticos, hoy desmembrados entre diferentes colecciones y museos, llamados de Santa Mónica y De los Mártires, cuyos componentes ponen de manifiesto la vena discursiva ingenua de Vivarini pero evidencian también una gran frescura de invención y una cultura «antigua» similar a la de los Cuadernos de bocetos de Jacopo Bellini. De 1447 a 1450, Vivarini fue miembro de la Fraglia dei Pittori de Padua, donde comenzó con Giovanni d’Alemagna a decorar el techo de la capilla Ovetari en la iglesia de los Eremitani, trabajo interrumpido a su muerte en 1450 y continuado por Andrea Mantegna. En las obras de esta última etapa artística de Vivarini se evidencia la intervención de su hermano menor Bartolomeo, más claramente ligado al estilo Renacimiento de Mantegna, y reconocible en el políptico de la Cartuja de Bolonia (1450). Entre su obra más personal (a partir de 1440) hay que destacar los postigos representando Escenas de la vida de los santos (hoy dispersos), notables por la dulce armonía de las formas, a pesar de leves problemas de composición.
Se trata de un tríptico ejecutado para la Scuola Grande della Carita por Antonio Vivarini, en colaboración con Giovanni d’Alemagna. En esta obra, que retoma la compleja estructura de los retablos tardo góticos, los personajes no están encerrados en el estrecho marco de un políptico, se han colocado dentro de un recinto almenado y una organización espacial lógica, cuyos muros dorados destacan contra un cielo azul profundo. Es difícil o imposible distinguir la proporción respectiva de los dos artistas en la ejecución de dicha obra; sin embargo, se tiende a identificar la presencia de Giovanni d’Alemagna en el rico despliegue decorativo.
Antonio Vivarini también pintó una serie de pequeñas escenas historiadas, donde un gran número de personajes han sido hábilmente colocados en un pequeño espacio, mientras que la escala viene dada por los fragmentos de edificios truncados por el marco. Su encanto se debe a la forma narrativa, típicamente veneciana, siguiendo el ejemplo de Paolo Veneziano, al que le debe también la concepción agradable y empírica del espacio.
La puesta en escena con los elegantes ropajes de las espectadoras, la arquitectura gótica y la hermosa columna salomónica llena de fantasía, quitan dramatismo al episodio cruel del martirio de la santa.
Carlo Crivelli
Después del periodo de juventud que vivió en contacto con el taller de Vivarini y el de Jacopo Bellini, Carlo Crivelli (Venecia 1430/1435 – Ascoli Piceno 1494-1500) se orientó hacia los ambientes artísticos de Padua, compartiendo el entusiasmo del círculo de Squarcione por las obras que dejaron Donatello y Mantegna en aquella ciudad. A ellos debe su gusto por la línea nerviosa y por un colorido casi metálico. Después de haber tenido que abandonar Venecia por causa de adulterio (1457), se trasladó inicialmente a Zara, pero ya en 1468 se documenta su actividad en las Marcas, donde estuvo al frente de un importante taller en el que ejecutó suntuosos polípticos para las iglesias y monasterios de la región, en parte todavía conservados en el lugar de origen o desmembrados entre diferentes museos, principalmente en la National Gallery de Londres y también Bruselas, Boston, Washington, Amsterdam, Budapest, y en colecciones públicas y privadas. Pintor habilidoso con la perspectiva, en su pintura se evidencia su gusto por el espacio y los efectos de trampantojo. Su amor por los colores dorados y brillantes recuerda el gusto medieval por los materiales preciosos. Llega a tal perfección en los detalles, que a distancia es imposible distinguir las partes de su pintura trabajadas en relieve, a menudo muy pronunciado, de las partes que son estrictamente bidimensionales. Sus colores, a veces compactos y brillantes, son como esmaltes encerrados en contornos sólidos y a la vez ligeros. También se muestra original en sus motivos decorativos.
En esta Anunciación, Carlo Crivelli muestra cómo la perspectiva lineal puede ser artificial y muy alejada de la experiencia visual.Motivos venecianos, de Ferrara y hasta del Norte (asimilado a través de los grabados de maestros del Rin) participan en la creación de un lenguaje de gran originalidad, en el que se mezcla la nueva ciencia del Renacimiento sobre el escorzo y el dulce modelado de los volúmenes, la recuperación de complejos fondos arquitecturales de tipo mantegnesco con ritmos decorativos del gótico tardío aquí deformados con audacia.
En esta Madonna llena de símbolos, Crivelli representa diferentes frutas: el melocotón evoca la Trinidad porque consta de tres partes, la pulpa, el hueso y la semilla contenida en el núcleo; el clavel (abajo a la izquierda) nombre que viene del latin « dianthus » de origen griego, que significa «flor de Dios», y es precisamente con este significado, que esta flor puede aparecer en retratos de la Virgen María con el Niño Jesús, incluso en las manos de uno u otro; el pepino, símbolo del pecado, a menudo se asocia con la Virgen María para enfatizar que la Madre de Jesús es libre de todo pecado; por su color rojo, la cereza evoca la sangre derramada por Jesucristo en la cruz y por lo tanto es símbolo de su Pasión.
Los preciosos brocados, el brillo de las piedras y el extraño encanto de los rostros caracterizan la producción de Crivelli, a lo largo de su actividad que se llevó a cabo en las Marcas hasta el final de sus días.
Gentile Bellini
Hermano mayor de Giovanni e hijo de Jacopo, Gentile Bellini (Venecia? 1429-1507) fue ennoblecido por el emperador Federico III en 1469 y vivió entre 1479-1481 en Constantinopla, donde pintó el retrato del sultán (Londres, National Gallery). Sus grandes pinturas históricas destinadas al Palacio Ducal se han perdido. Sin embargo, nos quedan las obras características de su madurez estilística, como la decoración de la Scuola de San Juan Evangelista (Procesión en la plaza de San Marcos, El Milagro de la cruz y la Curación de Pietro dei Ludovici), realizada entre 1496 y 1500 y hoy en la Galleria dell’Accademia de Venecia. Se trata de descripciones fieles de la ciudad y del ambiente veneciano, en tres grandes telas construidas según una puesta en escena libre y pintoresca, pero con un rigor formal que les da una vitalidad intensa pero casi abstracta, muy diferente del lirismo luminoso de Carpaccio al que a menudo se le asocia. Este ciclo es uno de los testimonios más significativos de la tradición veneciana de la pintura narrativa donde lo profano se vincula con lo sagrado. Desde la década de 1460, la familia Bellini había utilizado para este tipo de ciclo, la tela como soporte pictórico, menos restrictivo que el fresco y mejor adaptado al clima húmedo de Venecia. Su última obra documentada es la Predicación de San Marcos en Alejandría destinada a la Escuela Grande de San Marcos y hoy en Milán en la Pinacoteca di Brera, en la que el ritmo más tranquilo y grandioso y su inusual suavidad, se explican por el hecho de que la tela fue acabada por su hermano Giovanni.
En 1369, Philippe de Mézières, Canciller del Reino de Chipre, dio a la ciudad de Venecia una reliquia de la Cruz que fue guardada por una hermandad devota, la Scuola Grande di San Giovanni, en una pieza llamada la Sala dell’Albergo. En la década de 1490, se planificó decorar esta sala con un gran ciclo narrativo para conmemorar los diversos milagros realizados por la reliquia en Venecia y así dar fe de la autenticidad del trozo del madero de la Cruz. La descripción detallada de Venecia y de sus notables (especialmente los miembros de la Scuola) prima sobre la narración del evento. Gentile Bellini representó el milagro que se produjo entre 1370 y 1382, durante una procesión de la reliquia hasta la iglesia de San Lorenzo. « El milagro fue el siguiente, dice Vasari: Habiendo caído por no sé qué accidente esa Cruz desde el Ponte della Paglia en el canal, se arrojaron al agua, para recogerla, muchísimas personas impulsadas por el respeto a la madera de la Cruz de Jesucristo que contiene; pero fue voluntad de Dios que nadie fuera digno de poder asirla, con excepción del guardián de aquella Scuola. Gentile representó, pues, ese suceso, poniendo en perspectiva muchas casas del Canal Grande, el Ponte alla Paglia, la Plaza San Marcos y una larga procesión de hombres y mujeres que siguen el clero. » Algunos historiadores creen que Bellini se inspiró en una ceremonia conmemorativa del evento al que habría podido asistir. Es por esta razón que se identifica al guardián que saca la reliquia del agua como Andrea Vendramin, «Guardián grande» de la Scuola Grande di San Giovanni Evangelista, antes de convertirse en dux en 1476.
Esta pintura representa la curación de Pietro dei Ludovici que tuvo lugar tocando la reliquia de la Santa Cruz. El interior de la capilla en la que se produjo el milagro, está ocupada en gran parte por un elegante cimborio coronado por un águila, símbolo de san Juan. Gentile se centra en la representación detallada y compleja de superficies arquitectónicas en las que los personajes interpretan su papel.
Entre las muchas Scuole existentes en Venecia, la de San Marcos, protector de la República, fue una de las más prestigiosas. Fundada en 1260, instalada en 1437 cerca de la iglesia de los Santos Giovanni e Paolo, quemada en 1485, ha sufrido varias reconstrucciones y sucesivas decoraciones, quemadas o dispersadas. Este gran lienzo (telero) fue encargado a Gentile Bellini en 1504. El tema se basa en la Leyenda Dorada. Según esta fuente, san Marcos, enviado por el apóstol Pedro a Egipto, fue el primer obispo de Alejandría. Antes de sufrir el martirio habría construido una iglesia, evocada en el telero por la imponente fachada que da a la plaza, cuyas cúpulas, ventanales, arcos, evocan la Basílica de San Marcos de Venecia.
A su regreso de su viaje a Constantinopla para pintar el retrato del sultán (1489-1490), Gentile trajo una pintoresca impresión de Oriente que restituyó en esta obra agrupando con gracia muchos personajes cuyos variados trajes animan y dan ritmo a la composición. San Marcos de pie en una escalera, predica; en el centro, se perfilan siluetas blancas de mujeres con velo, al lado de la vestimenta coloreada de los hombres con turbantes. A la izquierda, y siguiendo los usos, se han representado los miembros de la cofradía, entre ellos y en primera fila, el pintor, presumiblemente llevando el collar de la Milicia que le había otorgado el sultán. Esta pintura será completada por Giovanni Bellini.