Estilo y espíritu de la escuela Pont-Aven
La Escuela de Pont-Aven, término que se refiere a un grupo de artistas cuyo punto de encuentro fue la localidad bretona de Pont-Aven y cuya figura principal fue Paul Gauguin, que residió allí en 1886 y 1888. La Escuela de Pont-Aven dio origen, entre 1886 y 1894, a uno de los movimientos más vivos de la reacción postimpresionista y del simbolismo e influyeron en las principales corrientes pictóricas que siguieron, desde los nabis hasta el nacimiento de la abstracción.
Entre ellos se encuentran Émile Bernard, Charles Laval, Louis Anquetin, Charles Filiger, Léon Fauché, C. E. Schuffenecker, Henry Moret, Louis Roy y muchos extranjeros como el suizo Cuno Amiet. Después de la crisis del impresionismo, como mera representación de las apariencias, surgió la necesidad de otra pintura. Como si se tratara de una liberación, estos artistas buscaron lugares intactos y primitivos como los paisajes sorprendentes de Bretaña. Gauguin encontró allí el tono «apagado, mate y poderoso» al que aspiraba. Inspirándose en los calvarios bretones, los tapices, los esmaltes y los vitrales de la Edad Media, las imágenes populares, el japonismo desarrollaron la técnica del cloisonismo (cloisonnisme), basada en la yuxtaposición de áreas planas de color delimitadas por contornos oscuros, destinado a producir efectos similares a los del cloisonné de los esmaltes medievales. Este arte no se aparta de una dimensión mítica o al menos espiritual, y el rechazo a copiar del natural (d’après nature), la exaltación de la memoria y la imaginación condujeron a la simplificación formal utilizando el término de sintetismo. La ayuda financiera del pintor holandés Meijer de Haan, la exposición del café Volpini en París (1889) dedicada a los Peintres symbolistes et synthétistes (Pintores simbolistas y sintetistas), y los artículos del crítico Albert Aurier ayudaron a difundir estas orientaciones a principios de la década de 1890.
Los artistas de Pont-Aven se influyeron mutuamente y quisieron revolucionar el arte francés y sus estándares. Sin quererlo, fueron marcados tanto por las innovadoras ideas pictóricas de Gauguin y de Émile Bernard como por el lugar místico en el que evolucionaron.
Algunos pintores como Gauguin, huirán del bullicio de Pont Aven para refugiarse en El Pouldu, un lugar más apartado situado en el estuario de la Laïta, donde había un modesto establecimiento que alquilaba habitaciones a la gente de pasaje. A diferencia de la bulliciosa ciudad de Pont-Aven, El Pouldu escapó a la curiosidad de los viajeros y artistas de la primera mitad del siglo XIX precisamente por estar más aislado. Allí, Gauguin hace posar a jóvenes campesinas que describe en una carta a Van Gogh: «Lo que pinto este año son simples hijas de campesinos, que caminan indiferentes al borde del mar con sus vacas (…) Busco plasmar en estas sencillas figuras lo salvaje que veo en ellas y que también veo en mí. Aquí, en Bretaña, los campesinos viven como en la Edad Media y ni siquiera piensan que París existe y que estamos en 1889.» Pinta a los recolectores de algas en la playa y algunos paisajes donde simplifica los planos o ejecuta composiciones tan audaces como el Joueur de flageolet.
Encuentros de pintores en Pont-Aven
Pont-Aven es una agradable y colorida localidad, llena de artistas y pintores con ilusiones y esperanzas diversas. Este «nuevo Barbizon», descubierto en 1864 por el pintor estadounidense Henry Bacon durante un viaje (periplo?) en diligencia entre Concarneau y Quimper, se convirtió en una gigantesca residencia de artistas, cuyo bajo costo de vida y la belleza de sus paisajes sedujeron a más de uno. Los artistas instalaron sus talleres en graneros o en cobertizos. Los lugareños no ponían problema en posar para los pintores, y sus tarifas eran mucho más bajas que las que se cobraban en París. La acogida era cordial y rápidamente Pont-Aven fue comparado con Barbizon. Pont-Aven se puso tan de moda hasta el punto de seducir al Salon de los artistas franceses, que exigían nuevos campos «plásticos». ¿Se puede hablar de escuela? En cualquier caso, había tal efervescencia y audacia pictórica en esta pequeña y bulliciosa localidad, que convenía perfectamente a pintores como el ardiente y oscuro Émile Bernard, quien, a finales de julio de 1886, llega con una insaciable sed de desafiar las normas académicas de sus compañeros. Es casi un niño cuando conoce a la «estrella» Paul Gauguin en la pensión Gloanec, cuartel general de toda esta exaltada y ruidosa fauna artística.
En 1889, Paul Gauguin, molesto por la multitud de pintores que vivían en Pont-Aven, se instaló en El Pouldu llevándose a tres compañeros, Charles Filiger, Meijer de Haan y Paul Sérusier, un estudiante de la famosa Academia Julien cuya presencia en la pensión Gloanec databa del otoño de 1888, y que había disfrutado de una lección magistral de Gauguin. En la historia del arte se ha conservado el nombre de Pont-Aven porque correspondía a la colonia artística inicial; pero el de Pouldu le fue asociado como la otra vertiente de esta extraordinaria aventura. Testimonio de ello, las numerosas pinturas que muestran el lugar y sus alrededores y hoy visibles en los principales museos del mundo.
Las pocas pinturas de Sérusier en El Pouldu, en su mayoría paisajes de los alrededores, reflejan un dominio de los principios del sintetismo al simplificar los planos y la gama de colores. Las figuras de las jóvenes bretonas están directamente inspiradas en las de Gauguin por su aspecto rústico y un poco estático, queriendo ser la expresión del lugar donde viven.
Al regresar a El Pouldu a principios de octubre, Gauguin (el pintor efectuará cinco estancias en total a Pont-Aven y en El Pouldu) responde a la urgente invitación del pintor holandés Meijer de Haan, quien necesita tener cerca al que se había convertido en su mentor y le ofrece correr con los gastos de su estancia. De Haan pretende alquilar una villa junto al mar cuyo ático les serviría de taller. A principios de septiembre, Gauguin le escribe a Emile Bernard: «Puede que tengamos para este invierno una casa grande que De Haan quiere alquilar. En el piso superior tiene un taller de 12 por 15 sobre el mar. En este caso Laval y Moret vendrían y podríamos vivir con poco dinero. Tú podrías completar este grupo.» Gauguin quería establecer en El Pouldu una especie de comunidad de pintores, un «taller de Bretaña» como quería llamarlo.
Gauguin retrata a su compañero De Haan con una mano deformada sosteniendo su barbilla, reflexionando sobre el contenido de los dos libros que hay encima de la mesa (uno de ellos, El Paraíso Perdido de Milton). Aparece como un ángel caído, con la mirada perdida en su deseo de saber.
Charles Laval es uno de los muchos artistas que Gauguin conoce en Pont-Aven y se convierte en uno de sus discípulos más fieles. Murió en El Cairo en 1895, a la edad de treinta y tres años.
En la década de 1880, los pintores parecen más predispuestos a aventurarse en El Pouldu. Algunos residen allí durante mucho tiempo como Henry Moret (1856-1913). Este pintor normando se formó en Lorient y después de un aprendizaje en París, comenzó una carrera como paisajista trabajando en el Bas-Pouldu donde alquiló un cobertizo. El sitio del puerto y el estuario le inspiraron algunos lienzos.
Charles Filiger
Charles Filiger (1863-1928), un alsaciano que quiso dedicarse a la pintura en lugar de seguir los pasos de su padre como dibujante en una manufactura de impresión sobre tela. En 1887 se trasladó a Paris y estudió en la Academia Colorons. En julio de 1888 llegó a Pont-Aven como muchos artistas atraídos por la fama del lugar, encontrándose con Gauguin y sus compañeros. Asociado con el movimiento simbolista, en El Pouldu (1889-1890) opta junto con Gauguin por la síntesis y la estilización de las formas. En sus pequeños paisajes de Bretaña o en escenas de inspiración religiosa, desarrolla un estilo muy personal movido por su pasión por los primitivos italianos. Habría declarado a Gauguin después de ver sus pinturas: «Tú eres Gauguin y juegas con la luz, yo soy Filiger y pinto el Absoluto«. Desde las primeras manifestaciones simbolistas, alrededor de 1890, a Filiger se le asocia con las exposiciones de esta nueva estética (Exposition des Peintres impressionnistes et symbolistes en la galería Le Barc de Boutteville en París, Salon de la Rose-Croix en la galería Durand-Ruel, Salon des XX en Bruselas …). Después de dejar El Pouldu en 1905, Filiger llevó una vida errante y recluida en Bretaña, entre hospicios y hoteles, hasta ser acogido por una generosa familia en Plougastel-Daoulas. En ese aislamiento y mientras muchos lo consideraban desaparecido desde hacía tiempo, él continuaba con su investigación.
Gracias a André Breton, la obra de Filiger fue redescubierta a finales de los años 40, con ocasión de la exposición Gauguin et ses amis organizada por Maurice Malingue.
La Buvette de la playa
Gauguin regresa a El Pouldu en octubre de 1889 y se instala en la Buvette de la Plage, una posada que acababa de abrir Marie Henry, conocida como Marie Poupée por su belleza y amabilidad. Nacida en 1859 en Moëlan-sur-Mer (Bretaña), trabajó como bordadora en París durante varios años. Regresó a su país, probablemente poco antes del nacimiento de su hija Marie-Léa. La posada constaba de una planta baja que destinaba a bar y comedor y una planta superior con tres habitaciones. Tenía como huésped a Gauguin y poco después se le unió Meijer de Haan. Éste último hizo grandes progresos en contacto con el pintor. Émile Jourdan y Ernest de Chamaillard, dos pintores instalados en Pont-Aven, pasaban a visitarlos de vez en cuando. Henry Moret, que vivía un poco apartado en el Bas-Pouldu, continuaba su trabajo como paisajista por los alrededores. Fue en el invierno de 1889, época poco propicia para trabajar al aire libre, cuando Gauguin et De Haan decidieron decorar el comedor de la posada pintando paredes, puertas y ventanas. En diciembre, Gauguin le escribe a Vincent van Gogh: «De Haan y yo hemos realizado un trabajo considerable: la decoración de la posada donde comemos. Comenzamos con una pared y finalmente pintamos las cuatro, incluso la vidriera. Algo muy útil para ejercitarse.»
En la posada la Buvette de la Plage, Gauguin pintó una oca encima de la puerta a modo de enseña con la inscripción Maison Marie Henry, refiriéndose a la «bonne hôtesse».
Ahora, en la Buvette de la Plage, Charles Filiger puede contarles a los pintores y viajeros de paso, lo sucedido en los últimos meses. Maxime Maufra, un paisajista de Nantes que llega a la posada poco después de la partida de Gauguin, sacará provecho de las decoraciones del comedor y de las obras dejadas allí por el pintor, así como de sus conversaciones con Filiger, quien le enseña los principios del sintetismo: «En lo alto del gran acantilado arenoso que domina el mar, a unos dos kilómetros del pueblo de El Pouldu, había una pequeña posada al borde de una carretera que terminaba en el océano. Sin vecinos: solo la landa y el mar». La pintura El genio de la guirlanda realizada por Charles Filiger proviene de la pared del comedor de la posada de Marie Henry en el Pouldu.
Para las nuevas generaciones de pintores, Bretaña y los bretones se convierten en una característica de este movimiento artístico: al dibujar la vida de los habitantes de Pont-Aven, los pintores dejan testimonio de la vida cotidiana y del folklore de aquella época. Henri-Gabriel Ibels, Pierre Bonnard y Paul Elie Rançon, estudiantes de la Escuela Julien de París, fueron conquistados por las obras de la Escuela de Pont-Aven y llegaron incluso mucho más lejos en su investigación artística.
Bibliografía
Delouche, Denise. Gauguin et la Bretagne. Apogée, 1996
Delouche, Denise, Cariou, André. Gauguin et l’École de Pont-Aven. Paris, Hazan, 2015
Cariou, André. Gauguin et l’École de Pont-Aven. Éditions Ouest-France, 2001
Mazzanti, Anna. Gauguin et l’École de Pont-Aven. Le Figaro Éditions, 2008
Sérullaz, Arlette. Dessins de l’École de Pont-Aven. Réunion des musées nationaux. 1989