Borso d’Este (1413-1471).
Desde muy joven, Borso d’Este se había dedicado a la profesión de las armas, pero ello no le impidió seguir la tradición familiar de mecenazgo, un mecenazgo de autocelebración, no tan brillante como el que había llevado a cabo su hermano Leonello d’Este, a quien sucedió. De todos los hijos de Niccolò III, este hijo ilegítimo fue el favorito para sucederle (1450); no tuvo que temer ni al joven hijo de Leonello, también llamado Niccolò, ni a los otros hijos de Niccolò III. El consejo comunal convocado con urgencia, lo eligió señor; el papa Nicolás V aprobó su nombramiento y lo extendió a sus hijos legítimos.
Los únicos signos de inestabilidad interna fueron una conspiración en Ferrara y algunos desórdenes causados por las pretensiones de la ciudad de Lucca sobre los territorios de Garfagnana. Al apoyo papal, le siguió la investidura imperial como señor de Modena y Reggio, concedida por Federico II en 1452. Su alianza con el papado y Venecia no le fueron de ninguna utilidad en su enfrentamiento militar con Milán, Florencia y Nápoles, pero le aportó el título de duque de Ferrara otorgado por el Papa, quien consideraba a Borso como un aliado al que era necesario apoyar, estando sus territorios en la frontera de la poderosa República de Venecia.
En este retrato de Borso d’Este, quizás un retrato póstumo, se pone de manifiesto la ropa refinada del modelo cuyos rasgos faciales permiten establecer una comparación precisa con los perfiles del duque en los frescos de la Sala de los Meses del palacio Schifanoia. El autor del retrato, Baldassare d’Este, era hijo ilegítimo de Niccolò III y retratista de talento, documentado en Milán entre 1461-1469. El carácter formal de este perfil está estrechamente relacionado con su función conmemorativa. Siguiendo el ejemplo de las famosas efigies de Pisanello, la composición refleja las costumbres cortesanas del norte de Italia.
Con motivo de la concesión del título ducal en 1471, Borso pudo hacer alarde entre todas las riquezas de su corte, de la famosa Biblia que había traído de Roma, donde había viajado con un imponente cortejo de un esplendor increíble. «Quería parecer magnífico aunque no lo fuera», escribía el papa Pío II sobre Borso, y «estando todavía vivo, se hizo erigir una estatua en la plaza, que lo representaba sentado mientras administraba justicia». Esta estatua es el signo evidente de un deseo de auto-celebración, característica constante del reinado de Borso. Pero el esplendor de su Biblia iluminada no mitiga el juicio negativo sobre su falta de cultura. De hecho, bajo su reinado, en la corte se hablaba más de novelas de caballería que de cultura antigua, cuyo renacimiento sin precedentes ya se vivía en otras regiones de Italia. Prueba de ello, es que el pintor Francesco del Cossa fue tratado como cualquier pintor de brocha gorda, hasta el extremo de tener que abandonar Ferrara e irse a Bolonia. Borso regresó de su viaje a Roma, agotado y enfermo. Su muerte en 1471, abrió el camino del trono a su hermano Ercole I, que él mismo había nombrado y contaba con el apoyo de los venecianos. De este modo se restauró la línea legítima de los hijos de Niccolò III.
Numerosas ilustraciones de historias contenidas en la Biblia de Borso – inspiradas en las miniaturas de Borgoña y Provenza – son escenas de su propia corte. Un grupo de músicos toca para entretener a damas y caballeros, mientras bailan o conversan dentro de una arquitectura renacentista, situada en medio de un paisaje exuberante. Aquí, como en Lombardía, las formas y los colores ornamentales de la miniatura, debían adaptarse a los motivos decorativos «all’antica» para crear un arte que correspondiera a los gustos de la aristocracia.
El palacio Schifanoia – Mecenazgo
Debemos a Borso d’Este la reestructuración del Palacio Schifanoia y la construcción de los apartamentos ducales. La sala dedicada a recepciones, el Salone dei Mesi (Salón de los Meses) estaba enteramente recubierta de pinturas que mostraban, en tres registros, arriba, el triunfo de los dioses que presiden cada mes, los temperamentos y las diversas actividades humanas correspondientes; en la banda central, los signos zodiacales y sus decanatos; y en el registro inferior, la vida de Borso y su corte, de acuerdo con el ritmo de los meses y la influencia de los planetas. El programa iconográfico fue seguramente realizado por Pellegrino Prisciani, astrólogo, bibliotecario e historiador de la corte, quien se basó en las tradiciones astrológicas de la Antigüedad tardía. El Salone dei Mesi, así como muchos textos que se conservan en la biblioteca, reflejan la primacía de la cultura cortés y caballeresca en la corte de Ferrara. Esta adhesión al mundo cortesano refleja también une forma de interés por el mundo clásico, como lo demuestran las imágenes simbólicas de las Parcas (Mes de marzo), las Gracias (Mes de abril), las nueve musas (Mes de mayo), Argos decapitado (Mes de junio), el sacrificio de Attis y los amores de Marte e Ilia (Mes de septiembre). La banda central donde se encuentran los signos del zodíaco y las figuras de los decanos, representa el vínculo entre el mundo de los dioses y el de la corte, cada sujeto teniendo un destino que los astrólogos del duque debían interpretar.
Las rocas fantásticas e irreales que se suelen colocar delante de lejanos paisajes son muy comunes en la pintura de Ferrara, y su rareza constituye un tipo de marca de fábrica de la inventiva de sus pintores. La presencia de las Tres Gracias, tomada de un grupo helenístico, añade una citación clásica a la escena: prevalece el universo humanista del Renacimiento en lugar de la atmósfera fabulosa de los frescos de estilo gótico internacional. El detalle realista del encuentro de jóvenes que se abrazan y besan, combina felizmente con los aspectos alegóricos y humanísticos de esta pintura. La técnica del fresco favorece el uso de colores claros y luces rotundamente límpidas.
La escena representa el Palio (una carrera de caballos) de Ferrara. La carrera llamada del Estandarte tenía lugar el 23 de abril festividad de san Jorge, patrono de Ferrara. Se trataba de una carrera en que chicos y chicas a pié competían con otros montados a caballo o a lomos de asno. Toda la ciudad asistía al espectáculo. En el fresco, se pueden ver algunas damas vestidas con lujosos atavíos asistiendo a la escena desde balcones enjaezados con magníficas colgaduras. En la esquina del gran arco asoma una torre del castillo de Ferrara (él Castello Estense).
En la misma pared, en la parte inferior derecha, se puede ver a Borso d’Este a su regreso de cacería hablando con su bufón, de nombre Scocola. La reconstrucción gráfica de los frescos han permitido identificar una estructura que se basa en gran medida en los preceptos de León Battista Alberti y también en la forma de perspectiva que aplica Andrea Mantegna en Mantua, casi en la misma época, en la Cámara de los Esposos.
Entre los pintores y otras personalidades anónimas a quienes los historiadores de arte han atribuido gran parte de la producción de este período, se esconden artistas cuyos nombres nos han sido revelados por los archivos de la casa de Este, con gran número de detalles. Todos esos artistas se caracterizan por su eclecticismo técnico (decoran muebles seculares y litúrgicos, ejecutan murales, colorean esculturas, fabrican juegos de naipes, cartones para tapices y otros objetos preciosos para la corte) figurando en dichos archivos como activos durante todo el reinado de Niccolò y sus sucesores, sin interrupción. Es en este contexto cuando comienza a emerger la preponderancia de la miniatura en la corte de Ferrara. Las miniaturas se confían a una personalidad extranjera de primer orden, Belbello da Pavia, que da rienda suelta a su imaginación inquietante y obsesiva en las páginas de la Biblia decorada para Niccolò III (1430-1434, Vaticano, Biblioteca Vaticana), que tendrá como epígono la Biblia de Borso y la producción de Cosmè Tura, fundador de la Escuela de Ferrara.
Esta pequeña pintura de la cual existen muchas réplicas, fue atribuía por Longhi a un artista anónimo conocido como el «Il Maestro degli Occhi Ammiccanti» por la mirada amistosa que las figuras dirigen al espectador. Se podría tratar de uno de los pintores que participaron en la realización de los frescos Schifanoia. La obra presenta todavía influencias del gótico tardío, como el fondo de oro o los halos decorados. El tono tierno de esta composición se pone de manifiesto en detalles como la mano del Niño que coge el dedo a su Madre, o el manto de la Virgen que cubre las dos cabezas.
Este cuadro en forma de fondo, ha sido atribuido por algunos historiadores a un pintor anónimo conocido con el nombre de Vicino de Ferrara, activo en la misma época en que se llevó a cabo el Ciclo de los Meses del Palacio Schifanoia. La escena del episodio bíblico se sitúa dentro de un juego de perspectiva ejemplar, con edificios que recuerdan la arquitectura albertiana, formada por arcos, bóvedas y nichos, y donde las figuras ostentan actitudes teatrales como algunos de los personajes de la carrera del Palio del palacio Schifanoia.
Ercole I d’Este (1431-1505)
Ercole I, duque de Ferrara (1471-1505) tuvo un próspero reinado, siguiendo, en líneas generales, la obra y la política de sus medio hermanos Leonello y Borso. Su largo y fructífero matrimonio con Leonor de Aragón puso fin a los problemas dinásticos, y después de un intento de golpe de estado (fallido) llevado a cabo por su sobrino Niccolò, las posesiones de los Este experimentaron un período de estabilidad y fuerte crecimiento demográfico – interrumpido y casi aniquilado a causa de la guerra con Venecia (1482-1484) – originando la expansión urbanística de Ferrara dirigida por el arquitecto Biagio Rossetti, a la que se le dio el nombre de «Addizione Erculea», triplicando la superficie intramuros de la ciudad y promoviendo la construcción de nuevos edificios – palacios y edificios religiosos. Ercole hizo construir un nuevo palacio llamado de los Diamantes para su hermano Segismundo. Rompiendo, por razones de magnificencia, con la tradición local que consistía en construcciones de ladrillo cubiertas de pinturas (la fachada del palacio Schifanoia fue pintada completamente en falso mármol), el palacio está recubierto de almohadillados en piedra blanca de Istria, cortados en punta de diamante.
Este magnífico palacio fue construido para Sigismondo d’Este, hermano del duque Ercole y cuenta con un revestimiento muy singular de mármol, cuyo almohadillado con múltiples facetas recuerda uno de los emblemas de la casa de Este, el diamante. En la actualidad, la primera planta del palacio alberga la Pinacoteca Nazionale y la Galleria Civica d’Arte Moderna e Contemporanea.
Este busto elegante y refinado de Eleonora de Aragón, esposa de Ercole d’Este y obra maestra de Francesco Laurana, fue realizado a finales del siglo XV, durante el tercer viaje del artista a Nápoles. Eleonora, madre de Alfonso, Isabella y Beatrice d’Este, era hija de Fernando I o Ferrante rey de Nápoles. Esta bella princesa de la casa de Aragón fue uno de las mujeres más relevantes de la corte de Ferrara.
La «Lamentación» de Tura, inspirada en Rogier van der Weyden, incluye los retratos del joven Ercole bajo la apariencia del joven que sostiene el brazo de Cristo, y de su nueva esposa Eleonora de Aragón, a su izquierda. El cartón de Cosmè Tura se trasladó a tapiz por Rubinetto di Francia, y está rodeado por un marco fingido engastado de pedrería. Ercole lo utilizaba como decoración de altar. Una réplica fue realizada por un maestro de la tapicería flamenca que trabajaba en la corte de Ferrara, probablemente como regalo diplomático.
Ercole I es conocido por su obra de generoso mecenas, protector de la religión, de las artes y las ciencias, interesándose particularmente en la música vocal y el teatro. Ercole continuó disfrutando de la cultura cortesana, protegiendo a Matteo Boiardo, autor de Orlando enamorado (1486) y promoviendo la traducción y la representación de las comedias latinas de Plauto y Terencio. Las búsquedas más recientes muestran cómo su interés por la cultura era profundo. Aunque no era un erudito y sólo tenía algunos rudimentos de latín, colaboró con el arquitecto Rossetti y pintores de la corte, sobre todo con Ercole de ‘Roberti, y formó una gran biblioteca. Con su esposa Eleonora de Aragón, tuvo tres hijos Alfonso, Isabel y Beatriz. A base de una política matrimonial inteligente, tejió importantes alianzas para su ducado: Alfonso se casó en segundas nupcias con Lucrecia Borgia, hija del Papa Alejandro VI, Isabel se casó con Francesco Gonzaga marqués de Mantua y Beatriz con Ludovico Sforza, llamado el Moro. Varios de sus hijos – la famosa Isabella d’Este y el cardenal Ippolito en particular – prolongaron su obra en el siglo XVI. A su muerte, le sucedió su hijo Alfonso I (1476-1534) con el consentimiento de su hermano, el cardenal Ippolito I.
El cuadro, aunque esté datado durante el periodo en que el pintor de Ferrara trabajó en Bolonia, probablemente refleja una actuación musical en la corte de los Este, donde se apreciaba altamente la música, especialmente la música secular que había evolucionado antes allí que en otros centros italianos.
Este pequeño panel de predela refleja el ambiente teatral de Ferrara en la época de Ercole. El cuadro parece un testigo fiel de uno de los decorados utilizados para las obras clásicas que se representaban en el interior del palacio ducal o en su patio: según un columnista de aquella época, consistía en un estrado con cinco o seis pequeñas chozas pintadas, con cortinas a modo de puertas.
El tercero de los grandes pintores del siglo XV de la Escuela de Ferrara fue Ercole de ‘Roberti formado en el estilo de esta escuela como sus dos predecesores, Cosmè Tura y Francesco del Cossa. Nombrado pintor de corte a su regreso de Bolonia en 1487, Ercole de ‘Roberti fue el artista que más se benefició del mecenazgo de Ercole d’Este. En la década de 1490 trabajó principalmente para la duquesa Eleonora en la decoración de sus apartamentos en Castello Vecchio. Entre sus obras destaca la decoración de cofres de boda (cassoni) y la producción de pequeños cuadros de devoción, grandes retablos y otros cuadros con asuntos derivados de la historia antigua. En el cuadro Porcia y Brutus, el tema está tomado de Valerio Máximo, un moralista del siglo I, donde Porcia, esposa de Bruto, es presentada como ejemplo de valor (Boccaccio también la incluye en sus biografías de mujeres famosas De Claris mulieribus). Es muy probable que esta pequeña tabla formara parte de una serie de pinturas encargadas por Leonor de Aragón. Esta princesa tuvo que llevar con mucha frecuencia los asuntos de Estado en ausencia de su marido, y ella misma fue celebrada por los humanistas de la corte de Ferrara como modelo de virtudes. Por otra parte, el tema del cuadro muestra bien el lema de la casa de Aragón «la muerte antes que el deshonor».
Es a Ercole de’ Roberti a quien los inventarios atribuyen la decoración de los cofres de boda (cassoni) que muestran la expedición de los argonautas. La obra, que mide 46 cm. por 53 cm., probablemente decoró la parte delantera de un cofre para ropa junto con otros paneles, probablemente un cofre de boda (cassone). De’ Roberti acompañó a Isabel de Mantua como pintor de la corte de la Casa de Este y organizador principal de las fiestas de la boda. El hombre de complexión atlética de pie en la popa, con el pecho desnudo, la piel de león en el hombro y un garrote en la mano, es Hércules, el héroe mitológico de una colosal fuerza. A su lado, su escudero y amigo Hylas levanta un bastón, y en la proa vemos a Jason comandando la expedición.
A Hércules se le consideraba de gran importancia para la casa de Este. Las estatuas del semidiós adornaban sus palacios, y los frescos hablaban de sus hazañas. La familia pensaba que formaban parte de su descendencia, lo que les daba un ancestro en la mitología antigua. El duque Ercole I, que reinó de 1471 a 1505, dio a su proyecto favorito su propio nombre y el del antiguo héroe al nombrar Addizione Erculea (Ampliación de Hércules) una nueva zona residencial que triplicó la superficie de la ciudad del Renacimiento.
Isabella y Beatrice d’Este
Tutor de su sobrino menor de edad, Gian Galeazzo Maria, el inteligente y ambicioso Ludovico el Moro fue desde 1476 el verdadero señor de Milán. En 1480, eligió como esposa a Beatrice d’Este, de sólo cinco años de edad. De hecho, había pedido la mano de su hermana Isabel, que a su vez tenía seis años, pero se le adelantó el marqués de Mantua. El contrato nupcial expiraba en 1490 y Ludovico, a pesar de las solicitaciones de su futuro padrastro, se tomaba su tiempo y no establecía fecha para celebración del enlace. Fue el embajador de la Casa d’Este en la corte de Milán, quien explicó a su señor las razones de este comportamiento: Ludovico estaba enamorado de una joven que esperaba un hijo suyo, Cecilia Gallerani de dieciséis años, que conocemos gracias al magnífico retrato de Leonardo da Vinci «La dama del armiño«. Puesto entre la espada y la pared, Ludovico se casó con Beatriz el 16 de enero 1491 recién cumplidos los dieciséis años. Cuando comparamos el retrato de Cecilia y el de Beatriz en la «Pala Sforzesca» de la Pinacoteca di Brera, se pueden comprender las preferencias de Ludovico. El de la esposa es anodino, sin ninguna personalidad. Por lo tanto, Beatriz trató de poner remedio a su apariencia mediante el uso de ropajes y un peinado extremadamente lujosos, como se la muestra en el retablo mencionado, realizado en 1494.
Este retablo muestra a Ludovico il Moro y Beatrice d’Este arrodillados ante la Virgen. Leonor de Aragón de paso por Milán, viendo el vestuario de su hija, dijo que parecía una colección de adornos de sacristía para ocasiones especiales.
Nacida en 1474, Isabella llegó a Mantua en 1490. Habiendo recibido una excelente formación humanística en Ferrara, quería seguir sus estudios en Mantua, por lo que llamó a distintos preceptores, entre ellos el famoso Battista Guarino, quienes la ayudaron a perfeccionarse en letras y latín ya que tenía especial predilección por el mundo clásico. En una carta a su cuñada Elisabetta Gonzaga Montefeltro, le habla del «insaciabile desiderio nostro de cose antique» (nuestro deseo insaciable de cosas antiguas) un deseo que la llevó a coleccionar antigüedades exquisitas pero también a pedir a sus artistas preferidos cuentos mitológicos y referencias eruditas a la cultura clásica. Amaba el lujo y vestía con ostentación. Solía llevar un tipo de vestido donde el corpiño y la falda estaban cosidos de una sola pieza, mientras que las mangas se podían cambiar según las circunstancias. Encima, Isabel llevaba mantos largos forrados de seda o pieles, según la época del año. Al final de su vida, el negro del luto hacía destacar el blanco de su cara y de su largo cuello. Es así como la vemos en los retratos que nos han dejado los más grandes artistas de la época: Mantegna, Leonardo da Vinci, Lorenzo Costa, Tiziano, Giovanni Santi, padre de Rafael, y Julio Romano.