Juan I de Borgoña, llamado Juan sin Miedo
Para reconciliarse con la Casa de Baviera-Hainaut, Felipe II de Borgoña, llamado el Atrevido había negociado el matrimonio de su hijo Juan, con Margarita, hija de Alberto I de Baviera-Hainaut. De este modo la dinastía borgoñona adquiría para el futuro los derechos sobre Hainaut, Holanda, Zelanda y Frisia occidental. Cuando Juan sucedió a su padre Felipe el Atrevido, con el nombre de Juan I de Borgoña (1404-1419) continuó su política de expansión.
La política matrimonial de la Casa de Borgoña se llevó a cabo de nuevo con Antonio, hermano de Juan, quien se casó con Isabel de Goerlitz, duquesa de Luxemburgo. Así los duques propulsaban un avance hacia una región intermedia entre sus territorios del Norte y los de Borgoña. Cuando Antonio fue asesinado en las filas del ejército francés en Azincourt (1415), su hijo Juan IV le sucedió como duque de Brabante; en 1418, el joven príncipe se casó con Jacqueline de Baviera, hija del conde Guillermo IV, duque de Hainaut y Holanda que era el cuñado de Juan Sin Miedo. Ahora bien, Guillermo IV acababa de morir y Jacqueline era su única heredera.
En Francia, Carlos VI había recuperado su trono en 1388, que estaba en manos de sus tíos debido a su corta edad. Con su equipo llamado «Marmousets» (asesores), continuó la labor de reforma del Estado iniciada por su padre y organizaba grandes celebraciones, en particular con motivo de su matrimonio con Isabel de Baviera. Pero sufría de una enfermedad mental grave y sufría frecuentes crisis de la locura, empeorando año tras año. Sus tíos, los duques de Anjou, Berry y Borgoña retomaron el poder, cada uno velando por sus propios intereses.
Sus sobrinos Juan, duque de Berry, y Juan sin Miedo duque de Borgoña y primo hermano del rey loco, conversan en el otro extremo de la sala del trono. El rey está sentado en su trono a la izquierda, con toda la pompa adecuada a su dignidad real. Los dibujos del dosel representan los lirios de Francia, con los cuatro colores de su divisa: blanco, verde, negro y dorado, cada uno representando un emblema, la rama de ginesta, plumas de pavo real, el lema «jamais» (nunca) y la rama de «mai» (haya).
Las luchas por el poder: Armagnacs y Borgoñones
Las luchas por el poder entre el duque Luis de Orleans, hermano del rey Carlos VI y su primo Juan Sin Miedo estallaron con tal violencia que la corte de Francia fue dividida en dos campos hostiles. Los delfines que la reina Isabel dio a luz murieron uno tras otro. El duque de Orleans pensaba que sería llamado a subir al trono, pero Juan Sin Miedo iba a frustrar sus planes. Pronto se organizaron dos facciones entre los dos príncipes: los partidarios del duque de Orleans, a los que se llamaría más tarde los Armagnacs, y los partidarios del duque de Borgoña llamados Borgoñones. A sus comienzos la querella respetaba las formas corteses y Juan sin Miedo adoptó como emblema la ortiga, Luis de Orleans un bastón nudoso. El duque de Borgoña tomó entonces como emblema una garlopa (cepillo de carpintero) y distribuyó virutas de plata a sus partidarios. El odio entre rivales era profundo.
En París el duque de Borgoña se asigna plenos poderes, y en Melun, el duque de Orleans conserva la dirección general de la tesorería real. Los dos príncipes se reconcilian temporalmente. Pero como una reorganización del Consejo para paliar la ausencia de rey eliminaría a todos sus partidarios, Juan sin Miedo cortó de forma abrupta: el 2 de noviembre de 1407, después de una visita a Isabel de Baviera (esposa de Carlos VI), el duque de Orleans era asesinado en la Rue Barbette cuando se dirigía a su residencia del Hotel de Saint-Paul en París. Unos días más tarde, el duque de Borgoña confiesa el crimen y huye a Flandes, siendo perseguido por los criados del duque de Orleans. Juan sin Miedo justifica el asesinato por la tiranía del duque y afirma que el pueblo de París está con él. Lo que es exacto. La gente del pueblo reprocha al difunto sus locas extravagancias. Después del asesinato del duque de Orleans, Francia iba a estar dividida por una sangrienta guerra entre los Armagnacs, partidarios de Carlos de Orleans, hijo del duque asesinado y yerno del conde de Armagnac, y los Borgoñones, partidarios del duque de Borgoña. Éstos últimos, instalados en París, bajo el mando de un hombre llamado Caboche, expandieron tal terror entre la población que ésta llamó a los Armagnacs al rescate. Estos, junto con los duques de Berry y Borbón, aplastaron a los Borgoñones. Juan Sin Miedo e Isabel de Baviera, esposa del rey Carlos VI, que se había unido a ellos, huyeron. Una tregua momentanea fue acordada en 1414.
En la noche del 28 al 29 de mayo de 1418, los Borgoñones que se habían hecho los amos de París, aprovecharon la situación y exterminaron a los Armagnacs, a pesar de que en aquel mismo momento los ingleses marchaban sobre la capital. El duque Juan sin Miedo hizo su entrada solemne en París. El delfín Carlos, que tenía quince años, huyó a Berry, donde trató de organizar con sus partidarios los Armagnacs un gobierno separatista. Juan Sin Miedo trató de conciliarse con al delfín, heredero de la corona. Después de una entrevista inicial en Ponceau, se celebró un segundo encuentro el 10 de septiembre de 1419 en París en el puente de Montereau. En el transcurso de una pelea entre los escoltas del rey y los del duque Juan Sin Miedo fue asesinado. A pesar del asesinato del duque de Borgoña por los Armagnacs, Isabel de Baviera y los Borgoñones entablaron negociaciones con el rey de Inglaterra y firmaron el Tratado de Troyes en mayo de 1420, organizando al mismo tiempo la sucesión de Carlos VI después de su muerte: el tratado despoja del reino al delfín y futuro Carlos VII, en favor de Enrique V, hijo político del rey por su matrimonio con su hija Catalina.
Mecenazgo de Felipe el Atrevido y Juan Sin Miedo
El primer centro de cultura realmente borgoñona se formó en la ciudad de Dijon, aunque sin embargo bastante tarde. Felipe el Atrevido se había sentido tan unido a Francia, que apenas se había ocupado de su ducado. Poco a poco, se fue ocupando de los asuntos de Flandes y Brabante hasta conseguir una posición más independiente, al mismo tiempo que empezaba a seducirlo el alto desarrollo del arte en esas regiones. Entre los encargos artísticos de Felipe el Atrevido, la obra principal fue en la Cartuja de Champmol, fundada en 1385 para servir como necrópolis de los duques. Numerosos artistas de los Países Bajos abandonaron su país y acudieron a la llamada del duque. Entre ellos pintores como Melchor Broederlam y Jean Malouel y el escultor Claus Sluter (h. Haarlem 1340 – Dijon 1405-1406) llegaron a la capital de Borgoña. La llegada de este último en la obra de Champmol provocó una verdadera revolución estética, en la que se prescindía de las formas suaves y elegantes del gótico internacional a cambio de un nuevo estilo monumental más potente y expresivo. Esos artistas trataban de crear un arte de corte borgoñón o, si se quiere, de estilo franco flamenco, sobre todo en la pintura sobre temas bíblicos y episodios de la vida de los santos. Todo ello de inspiración poética, dibujo elegante, y un colorido tan brillante que contrastaba con la luminosidad de los fondos de oro. Una refinada sensibilidad los inducía a adaptar los temas religiosos al esplendor de la corte principesca, de tal forma que sus pinturas se han convertido en testimonios del lujo desmesurado con el que se rodeaba el duque de Borgoña.
La importancia dada por el pintor a las manos de la Madre y al rollizo Niño de frente alta y cabello rizado es típico del arte del pintor del duque de Borgoña. El faldón del manto marial que cubre la frente del Niño parece hacer eco al grupo de «La huida a Egipto» pintado por Melchior Broederlam (Ypres, documentado 1381-1409) en el «Retablo de la Crucifixión» de Champmol. Jean Malouel, pintor franco-flamenco, trabajó en París y entre 1397 y 1415 fue pintor de corte de los duques de Borgoña. Su obra maestra la Gran Piedad redonda fue pintada para Felipe el Atrevido, cuyo escudo de armas aparece en la parte posterior de la tabla.
Broederlam, pintor y miniaturista flamenco trabajó en Flandes y Borgoña, donde se encontraba al servicio de Felipe el Atrevido, y es considerado uno de los primeros primitivos flamencos. El Retablo de Dijón fue pintado por encargo entre 1394 y 1399 para la Cartuja de Champmol cerca de Dijon. Las arquitecturas y la elegancia de las formas pertencen al gótico internacional, mientras que el deseo de representar un paisaje de forma realista o la actitud de algunos personajes es claramente de cultura pictórica flamenca.
Se trata de una pilastra hexagonal con seis figuras de profetas que predican la Pasión de Cristo. La obra también se conoce como el «Calvario» o el «Pozo de los profetas». Su concepción plástica revolucionaria se desarrolla aquí con todo su poderío; se basa en sus volúmenes sólidos y estructura monumental, clara antítesis de los contornos góticos. Para lograr ese desarrollo monumental y programa iconográfico, Felipe el Atrevido utilizó a su «creador de imágenes» favorito Claus Sluter, oriundo de los Países Bajos. Ayudado por su sobrino Claus de Werve, el artista trabajó de forma intermitente en Dijon durante diez años, desde 1396 hasta su muerte a principios del invierno de 1405/1406.
El retablo fue pintado para la iglesia de la Cartuja de Champmol, cerca de Dijon, que estaba bajo la invocación de la Santísima Trinidad. Por un pago realizado en 1416 se sabe que el retablo fue terminado por Henri Bellechose, pintor de Juan Sin Miedo. A cada lado de Cristo en la cruz asistido por Dios Padre y el Espíritu Santo, a la derecha vemos a san Denis en prisión recibiendo la última comunión de manos de Cristo, y a la izquierda es martirizado junto con sus dos compañeros, Rústico y Eleuterio.
Juan Sin Miedo conservó una cálida simpatía por las obras que su padre había comenzado en Dijon. Continuó los trabajos en Champmol e hizo finalizar la tumba de Felipe el Atrevido ya que deseaba que Claus de Werve le hiciera una sepultura similar a la de su padre. Cuando fue asesinado en 1419 su tumba todavía no estaba empezada y Claus de Werve murió a su vez en 1439 sin haber podido encontrar buenas piedras. Felipe el Bueno encargó entonces al escultor español Juan de la Huerta, originario de Daroca en Aragón, la ejecución de la obra (1443). Era el mejor imaginero residente en Borgoña en aquel momento.