Francesco Maria I della Rovere.
Originaria de Savona, la familia Della Rovere era probablemente de origen humilde. La primera figura importante de esta familia fue Francesco (1414-1484) que llegó a ser papa bajo el nombre de Sixto IV. Inmediatamente provista de una genealogía y escudos de armas (un roble, «rovere» en italiano), la familia refuerza su posición cuando Giuliano, sobrino de Francesco, fue a su vez nombrado Papa bajo el nombre de Julio II.
Francesco Maria I della Rovere (1490-1538) era hijo de Giovanni, Prefecto de Roma y de Giovanna, hija de Federico de Montefeltro. En 1508 sucedió a su tío materno Guidobaldo quien falleció sin descendencia, legándole el ducado. En 1505, Francesco, al igual que su tío, se había casado con una princesa de la casa de los Gonzaga de Mantua, la joven Eleanora. En 1509 fue nombrado Capitán General de la milicia papal durante la guerra contra Venecia. A la muerte de su tío el papa Julio II (1513), Francesco recibe la ciudad de Pésaro como pago por sus servicios como condottiero, desplazando la corte ducal a esta ciudad. El nuevo papa León X Médicis, lo mantiene en su cargo de Capitán General, pero luego – al negarse Francesco a luchar contra los franceses en Lombardía – lo acusa de felonía y lo despoja de su título. Después de haberle expropiado todos sus territorios (junio 1516) el papa hace donación del ducado de Urbino a su sobrino Lorenzo de Médicis, nieto de Lorenzo el Magnífico. Como consecuencia del cambio de alianzas determinadas en 1526 por la Liga de Cognac, el duque que volvía a ser Prefecto de Roma, tuvo que defenderse de la acusación de traidor por el mal resultado de la defensa de la Ciudad Eterna durante el Saqueo de Roma (1527), pero fue rehabilitado poco tiempo después. Nombrado Capitán de las fuerzas de tierra para uno de los muchos proyectos de cruzada que no se llevaron a cabo, Francesco Maria murió dejando como heredero a su hijo Guidobaldo II della Rovere (1514-1574).
En este supuesto retrato de Francesco Maria, el duque ha sido representado con una espada de honor haciendo referencia a su oficio de condottiero.
Trabajos de Tiziano para Urbino
La política cultural y el mecenazgo en la corte de Urbino en tiempos de los Della Rovere, fue tan importante y prestigioso como lo fue en siglos anteriores bajo los Montefeltro. Desde 1532 y durante más de una década, Tiziano trabajará en numerosas ocasiones para Francesco Maria della Rovere, quien deseaba mantener la reputación de su corte como centro artístico. Si bien el artista repartía su actividad artística entre los encargos oficiales de la Serenissima, los trabajos para Carlos V y sus estancias en Mantua en la corte de Isabel d’Este y Federico Gonzaga, consigue reservar una atención especial para los Della Rovere de Urbino. Algunas de las obras pintadas por Tiziano mencionadas ya en los antiguos registros, desgraciadamente han desaparecido, pero se conservan los retratos oficiales de los duques y el magnífico lienzo la Venus de Urbino realizado para Guidobaldo II della Rovere, hoy todas ellas en Florencia.
Detrás de la figura del duque, sobre un estante cubierto de terciopelo rojo, se ha situado el casco y tres bastones de mando recibidos durante su carrera militar. Ellos sirven como contrapunto al fuerte movimiento en diagonal que produce el cetro que lleva el duque en su mano derecha y apoya en su cadera. Francesco Maria della Rovere se muestra con su armadura (la había enviado a Tiziano para que éste pudiera pintarla con todo detalle) y con los símbolos del poder: el cetro y sus bastones de mando. El retrato, que lleva la firma del artista, es de una gran calidad pictórica por la sutil penetración psicológica del personaje, así como por el brillo metálico de la armadura o la calidad táctil del terciopelo. Tiziano también realizó el retrato de la duquesa Eleonora hija de Isabel de Este y hermana de Federico II Gonzaga, marqués de Mantua. El retrato de Eleonora constituye una novedad interesante por el hecho de colocar el personaje al lado de una ventana abierta a un paisaje.
Se trata de una de las caras de un estandarte procesional, hoy dividido en dos escenas separadas y la única obra de Tiziano que ha permanecido en Urbino. Las dos escenas fueron divididas y enmarcadas en 1546. La masa que forman las figuras tensas y convulsas de los tres soldados en la parte inferior – uno de ellos sostiene un escudo con el águila, emblema de los duques de Urbino – contrasta con la parte superior, donde se encuentra la figura solitaria de Cristo en medio de la atmósfera transparente y serena de la mañana.
El cuadro fue comisionado por Guidobaldo della Rovere, hijo de Francesco Maria, con ocasión de su matrimonio con Giulia Varano, quien sólo tenía diez años en el momento del matrimonio. Algunos estudiosos interpretan la pintura como una alegoría del amor marital en términos neoplatónicos y bajo el signo de Venus, cuando el matrimonio de Francesco con su joven esposa podría ser consumado. Otros lo han interpretado como un retrato de una joven veneciana desconocida. Inspirado en la Venus de Giorgione, este cuadro innova por la expresión sensual del desnudo, realizado a base de formas puras y armoniosas. Las dos sirvientas que se activan en la habitación y el pequeño perro acurrucado en la cama, forman parte de esa atmósfera de intimidad y sencillez doméstica que emana de toda la composición. El cuadro llegó a Florencia con los bienes de Vittoria della Rovere, esposa de Fernando II de Médicis.
Donato Bramante (Pésaro 1444 – Roma 1541)
Originario de Pésaro, la formación artística de Bramante se llevó a cabo en la corte de Urbino, donde probablemente también trabajó como pintor de la perspectiva en el entorno de Piero della Francesca y realizó trabajos de arquitectura para el palacio ducal. Heredero espiritual de los dos más grandes arquitectos del siglo XV, Brunelleschi y Alberti, pone los principios de una nueva arquitectura con la creación de una representación espectacular del espacio, pero fue en la corte milanesa de Ludovico el Moro donde creó sus primeras obras (Santa Maria presso San Satiro); Leonardo da Vinci, quien se encontraba también allí y conocía las obras y los experimentos de Brunelleschi en el campo de las iglesias de planta central, pudo influir en su evolución. Sus estudios en Urbino fueron igualmente importante para su carrera, así como las iglesias construidas por Alberti en Mantua. Llamado a Roma por Julio II para trabajar en la renovación de la ciudad, es allí donde se reunirá con Rafael y el equipo de artistas que trabajaban en el Vaticano; Rafael originario como él de Urbino, había llegado a Roma recomendado por el duque Francesco Maria della Rovere. El interés de Bramante por el lenguaje de los distintos órdenes arquitectónicos se acentuó todavía más mediante el contacto directo con los vestigios antiguos de la ciudad. El Tempietto Circular de San Pietro in Montorio (1502) primer edificio donde se reutiliza el orden dórico puro, fue considerado en el siglo XVI digno de ser equiparado con la Antigüedad, mientras que el palacio Caprini (la Casa de Rafel), con su tiendas rústicas en la planta baja, y sus órdenes clásicos en el «piano nobile», introduce un nuevo tipo de palacio cuya influencia perdurará durante siglos. Bajo el pontificado de Julio II, Roma experimentó profundas transformaciones: se abrieron nuevas calles, se conectó el Palacio del Vaticano con la Villa Belvedere y en 1506 se colocó la primera piedra de la nueva basílica de San Pedro, de cuya planta de cruz griega proyectada por Bramante, sólo fue construida la parte central; pero los proyectos del arquitecto tuvieron una influencia decisiva en la evolución del edificio y en la construcción de muchas iglesias italianas. Bramante inventó una arquitectura según los principios de la Antigüedad y supo utilizar materiales poco costosos y técnicas adecuadas a la rapidez que exigía el programa megalómano de Julio II.
El pequeño templo de San Pietro in Montorio se compone de un núcleo cilíndrico rodeado por una columnata y coronado por una cúpula. Inspirado en el Templo de la Sibila de Tívoli, fue construido en el lugar donde san Pedro sufrió el martirio. El uso de columnas dóricas constituyó una importante innovación en la arquitectura del Renacimiento.
Rafael rinde homenaje a Bramante en la Estancia de la Signatura del Vaticano en el fresco La Escuela de Atenas: los filósofos y sabios de la Antigüedad se hallan reunidos en un edificio majestuoso, inspirado en los projectos de Bramante para la nueva Basílica de San Pedro. En el fresco los retratos de contemporáneos se mezclan con personajes antiguos, entre ellos el propio arquitecto bajo los rasgos de Euclides. En el otro mural de la misma estancia la Disputa del Sacramento, entre todos los personajes presentes se puede reconocer los retratos de algunos contemporáneos como Donato Bramante con un libro y el joven Francesco María Della Rovere de pie, a cuyos buenos oficios debió probablemente Rafael su llamada a Roma.
Guidobaldo II della Rovere (1514-1574)
En 1538, Guidobaldo sucedió a su padre Francesco Maria della Rovere como duque de Urbino por un largo periodo de cuarenta años. Durante aquellos años Italia gozaba de una tranquilidad inusual debida al equilibrio político europeo. Esta paz benefició al ducado gracias a su buen gobierno y prosperidad económica. Guidobaldo conservó los cargos y prerrogativas de sus predecesores otorgadas por las grandes potencias que entonces ostentaban el poder en Italia: Venecia, el papado y el imperio. Fue nombrado general de la República de Venecia, prefecto de Roma (1555) y general del reino de Nápoles (1558). En 1534, Guidobaldo se casó en primeras nupcias con la muy joven Giulia Varano de la Señoría de Varano, cerca de Urbino, y en 1548, se casó con Vittoria Farnese, hija de Pier Luigi Farnese, señor de Parma y Piacenza, una descendiente del papa Pablo III, constituyendo poderosos vínculos con esta poderosa casa, muy influyente en la Santa Sede. El nuevo duque sigue la política cultural de su padre haciendo de su casa de Pésaro una espléndida y elegante corte renacentista, donde recibirá a grandes humanistas como Bernardo Tasso y su hijo, el gran Torquato Tasso. La pintura ocupa un lugar muy importante en el mecenazgo del duque: Bronzino dedicará dos años en la decoración de la villa imperial de Pésaro, realizando también numerosos retratos, entre ellos el del duque y el magnífico retrato de Laura Battiferri, eminente poetisa local. También residieron en la corte otros pintores como Pellegrino Tibaldi y Battista Franco, y los hermanos Zuccari, originarios de Urbino, que pintaron al fresco una de las salas del Palacio Ducal de Pésaro. La actividad artesanal fue también muy intensa: la mayólica conoció un desarrollo considerable en Urbino gracias a la protección de los duques a los talleres de la ciudad.
Se trata del prototipo de retrato de condottiero y modelo de idealización cortesana, donde pone de manifiesto el frio rigor psicológico típico de los retratos de Bronzino. Guidobaldo aparece vestido con una armadura de oro bruñido cuya lujosa coraza deja entrever una manga de raso rojo – este ornamento elegante y refinado es bien diferente, en todo caso, de la obsoleta coraza alemana que lleva su padre en el retrato de Tiziano. Bronzino se convertirá en uno de los principales representantes de la segunda escuela manierista florentina y conocido principalmente por sus exquisitos retratos de la familia del duque Cosme de Médicis y de sus cortesanos, hombres de letras o damas de palacio cuyos rostros de porcelana van a figurar entre los más hermosos retratos de época manierista.
Después de una estancia en Urbino en la corte Guidobalo, Taddeo Zuccari fue llamado a Roma en 1558 para pintar al fresco una de las salas del Palacio Farnesio y en el Vaticano, la Sala Regia. En la Donación de Carlomagno, toma prestados algunos motivos de Rafael y Correggio. Su carrera se desarrolla de acuerdo con los preceptos del Concilio de Trento y la difusión del nuevo clima religioso, en estructuras narrativas naturalistas, ricas en detalles concretos, pero sin relieve.
Federico Barocci, pintor de Urbino
Federico Fiori Barocci (Urbino 1528 / 35-1612) llamado Federico Barocci, participó en Roma en el resurgimiento de la tradición rafaelesca a la que se referían los artistas de las Marcas que trabajaron en la capital, en particular Tadeo Zuccari. Barocci, salvo dos breves periodos (uno en Roma y otro en Parma), trabajó siempre en Urbino. Tras la espléndida decoración del pabellón de Pío IV, en Urbino, podemos encontrar en las demás obras del artista (probablemente tras un viaje a Parma entre 1555 y 1557) la influencia de la pintura de Correggio. Entre 1568 y 1569 se detecta en su obra un manierismo compuesto de efectos evanescentes, colores fundidos y composiciones llenas de vida con muchos personajes, que en muchos sentidos anuncia el Barroco. Poco tiempo después, realizó su obra fundamental la Madonna del popolo (1575-1579) seguida de sus pinturas más notables. Cada una de sus obras exigía mucho tiempo y esfuerzo a Barocci, como lo demuestra su excepcional producción de dibujos, reunidos principalmente en los Uffizi de Florencia. Destacan también sus retratos, muy fieles al personaje representado. Finalmente, Federico Barocci también jugó un papel en la historia del grabado: a partir de su Anunciación, desarrolló, en efecto, un proceso de «mordida repetida» que abrió nuevas posibilidades de expresión en el grabado.
Hacia la extinción de una dinastia prestigiosa
A Guidobaldo le sucedió su hijo Francesco Maria della Rovere II (1548-1631). Casado en segundas nupcias con Livia della Rovere, de la que tuvo un hijo llamado Federico Guidobaldo (1605-1623), éste último se casó en 1621 con la hija del duque de Florencia Claudia de Médicis, con quien tuvo una hija, Vittoria. En 1621, Francesco Maria renunció voluntariamente al ducado a favor de su hijo Federico Guidobaldo, pero después de la muerte prematura de éste en 1623, tuvo que volver a hacerse cargo del gobierno. Cansado de las continuas presiones del papa Urbano VIII para que cediera sus territorios a la Iglesia – después del tratado de paz de Cateau-Cambresis firmado en 1559, el ducado de Urbino se había convertido en un pequeño estado satélite bajo la influencia española y del papado) – en 1625 puso el gobierno en manos del nuncio papal y hermano del Papa, el cardenal Antonio Barberini. El viejo duque, que ya se había retirado de la vida pública, dedicándose solamente al estudio, murió el 28 de abril de 1631 a la edad de 83 años. Con Francesco Maria se extinguió la dinastía ducal, dejando como único heredero de su patrimonio familiar a su nieta Vittoria della Rovere (1622-1695). Si el estado pasó a la Curia Romana, los bienes muebles (pinturas, esculturas, joyas y obras de arte) que formaban parte del patrimonio personal de los Duques desde tiempos inmemoriales serán transferidos a Florencia. Con ocasión de la boda de Vittoria della Rovere con Fernando II de Médicis, obras de arte como el famoso Díptico de los duques de Urbino ejecutados por Piero della Francesca, o la Venus de Urbino y la María Magdalena de Tiziano, se incorporan al patrimonio de los Médicis y hoy todavía se pueden admirar en la Galería Palatina del Palazzo Pitti residencia de los últimos Médicis y en el Museo de los Oficios de Florencia. Mientras que la prestigiosa biblioteca de Federico de Montefeltro integrará la Biblioteca del Vaticano en Roma.
Se trata de un retrato fiel de Francesco Maria realizado a su regreso de la batalla de Lepanto. Se le representa con su armadura, su mano descansando en su casco rematado con plumas de avestruz y una ancha banda rosa cruzándole el pecho. A la derecha del cuadro figuran los guantes y el escudo del duque.
La pintura fue comisionada por Francesco Maria II para la capilla de San Francesco de la Basílica de Loreto. La atmósfera de intensa y familiar piedad pone de manifiesto la adhesión del pintor al estilo Barroco heredero del Manierismo, y al espíritu de la Contrarreforma; la composición desarticulada y en movimiento, los colores ácidos y nacarados de ciertas figuras y los efectos de luz, son característicos del estilo original que el pintor desarrolló de forma independiente en las Marcas durante el último tercio del siglo. En el paisaje que se vislumbra a través de la ventana, se pueden ver las magníficas torres del palacio de Urbino, construidas por el gran pintor y arquitecto sienés Francesco di Giorgio Martini.