El ducado de Milán
Durante el Renacimiento, Milán encarna el éxito y el poder de los llamados señoríos urbanos como Urbino, Ferrara y Mantua, frente a otros sistemas de gobierno como el de las repúblicas de Florencia, Venecia o Génova. Careciendo de río navegable, Milán construye su crecimiento económico en los fértiles campos que la rodean y su proximidad con el lago de Como, el Lago Maggiore y los pasos alpinos. En 1288, el escritor Bonvesin da la Riva ya alaba su riqueza, su densidad de población y su pujanza industrial: los Visconti acababan de conquistar la comuna autónoma de Milán que se encontraba bajo el poder de la dinastía rival de los Della Torre, tomando la forma de un señorío hereditario cuya caída no tendría lugar hasta 1447. A pesar de la oposición de las vecinas ciudades lombardas a este nuevo régimen, el expansionismo alcanzó su cenit con Gian Galeazzo Visconti (1385-1402), cuyas pretensiones dinásticas dieron como resultado la creación del Ducado de Milán por el emperador (1395).
Los franceses pretendían ser los herederos legítimos del ducado, argumentando el matrimonio de Valentina, hija de Gian Galeazzo Visconti, con Luis duque de Orleans (1387). La comuna libre de la República Ambrosiana fue solo un interludio que duró tres años (1447-1450) falta de apoyo económico y social. A los Visconti les sucedieron los Sforza (1450-1499) quienes se vieron obligados a mostrarse más cautelosos: el ex mercenario Francesco Sforza no podía prescindir de los Médicis ni desafiar a los nobles de las otras ciudades de su ducado. Esencialmente, los Sforza continuaron la obra de los Visconti con la ayuda de administradores profesionales y de expertos contratados por Ludovico Sforza llamado El Moro. Es significativo que el asesinato de Galeazzo Maria en 1476 no ocasionara disturbios. Ludovico fue incluso aclamado a su regreso del exilio (1500). El papel político de Milán creció de forma sostenida en el siglo XVI hasta la llegada de Luís XII de Francia quien instaló un gobierno de ocupación desde 1500 a 1521. Francisco I y Carlos V se disputaron el gobierno de la ciudad. El emperador nombra duque a Francesco II Sforza (1521-1535) hasta que finalmente las tropas españolas toman el control directo de Milán en 1535. La industria siguió creciendo. El censo eclesiástico de 1576 muestra que, con 90.000 almas, Milán había recuperado su tasa de población de finales del siglo XV.
La fortaleza de Angera se encuentra en una colina rocosa que domina el lago Maggiore y fue construida en el siglo XIII por Otón Visconti. El fresco se encuentra en el Salón de la Justicia y forma parte de un ciclo, en su mayoría destruido, que representa el momento cumbre de la larga lucha para el control de la ciudad, entre Otón arzobispo de Milán y la familia Torriani a la que pertenecían los della Torre .
Milán y Lombardía ocupan un lugar especial en el arte europeo del siglo XV. A mediados del siglo XV, el cambio de dinastía entre los Visconti y los Sforza también marca la transición entre el gótico internacional y los nuevos modelos renacentistas. En la primera mitad del siglo, una obra realizada en Lombardía es sinónimo de objeto de valiosa factura, como expresión del gusto refinado de una corte elitista y rara, perfectamente ilustrado por las miniaturas y la orfebrería. Considerado como uno de los centros más importantes del gótico tardío, el ducado de Milán ve aumentar su relación con las primeras manifestaciones de la cultura humanista del Renacimiento, gracias a su densa red de rutas comerciales que favorecen los intercambios (especialmente con Flandes) y a su política dinástica. La construcción de la catedral que había comenzado en 1386, acoge a maestros franceses, borgoñones y alemanes, lo que contribuye a acentuar el carácter internacional de la cultura artística milanesa y a promover el desarrollo de una escuela local de escultura, esencial para el desarrollo del imponente programa decorativo. Después de la extinción de la rama principal de los Visconti (1447) y la breve experiencia de la República Ambrosiana, Milán pasa a manos de los Sforza (1450) siendo el comienzo de una serie de espectaculares creaciones arquitectónicas gracias a la ayuda de maestros venidos de la Toscana. Con Vincenzo Foppa y después con Bergognone y Bramantino, en Milán se desarrolla una prestigiosa escuela de arte, gracias al mecenazgo de Ludovico el Moro, que contrata a maestros del centro de Italia como Bramante y Leonardo da Vinci, activos durante largo tiempo en la capital y en otras ciudades de Lombardía.
Fundada en 1386 por iniciativa del obispo Antonio da Saluzzo, esta catedral se sitúa en el corazón del centro religioso de la ciudad, en sustitución de la antigua basílica de Santa Maria Maggiore. La construcción del imponente edificio continuó durante un siglo y medio, a expensas de la densa red urbana medieval. La orientación definitiva hacia modelos del gótico transalpino se llevó a cabo a partir de 1387 por el duque Gian Galeazzo Visconti, quien en su deseo de competir con las grandes catedrales de Francia y Alemania, manifestaba así sus lazos políticos con las potencias europeas y su ambición de hacer de Milán la capital de un gran estado. Esto explica la elección del mármol – inusual en la tradición local – y la llegada a Milán de maestros de obra extranjeros, arquitectos, escultores y vidrieros. A lo largo de los siglos, intervendrán en este gran edificio varios arquitectos de prestigio. Las últimas intervenciones datan de 1853.
Esta escena se caracteriza por la elegancia de las figuras que representan personajes de la nobleza en torno a una mesa concentrados en el juego del tarot. Este pintor desconocido llamado Maestro dei Giochi (juegos) Borromeo, lleva el nombre del palacio donde se encuentran los frescos, el Palacio Borromeo. Muestra la influencia de la pintura del gótico internacional y especialmente de Pisanello, evidente en sus típicos tocados femeninos.
La corte de los Visconti bajo el gótico tardío
En Milán, como capital del estado y sede de la corte, centro político y económico y polo de expansión sobre el territorio circundante, el mecenazgo acoge cualquier expresión artística susceptible de celebrar su grandeza y poder. Ya desde el siglo XIII, Milán había emprendido una importante reconstrucción de toda la ciudad lo que había atraído una numerosa mano de obra extranjera, principalmente artistas de Campione, que van a trabajar más tarde en el Duomo. Por otra parte, las órdenes monásticas jugaron también un papel importante, ya que van a confiar a esos artistas la reconstrucción de diversas basílicas antiguas. Los alrededores de la Piazza del Duomo ya había experimentado un gran cambio desde la época de las Comunas y más aun desde la llegada al poder de los Visconti. Con la construcción hacia 1230 del Broletto Nouvo (Nuevo Ayuntamiento) se abre el período de la arquitectura gótica milanesa. La arquitectura civil milanesa perpetúa las formas góticas mucho más allá del siglo XIV, como lo demuestran algunos palacios de la nobleza que datan del siglo XV. La casa de los Borromeo y algunos edificios de la Plaza del Mercado (Piazza dei Mercanti) son los mejores ejemplos de arquitectura civil milanesa del siglo XV, con sus fachadas de ladrillo, sus portales en forma de arco gótico coronado con un pequeño pináculo y decorados con mármoles de distintos colores. Esta plaza, situada en el núcleo románico y gótico de la ciudad, representa una de las cumbres de la arquitectura civil. Muestra los diferentes estilos arquitectónicos que se sucedieron desde la época en que Milán era solo una comuna (Palazzo della Ragione), hasta los edificios construidos en la época de los Visconti como la Loggia degli Osii construida por Matteo Visconti y la Scuola Palatina, uno de los edificios que se construyeron durante la dominación española. Verdadero corazón económico de Milán, la Piazza dei Mercanti reunió durante mucho tiempo todas las corporaciones de mercaderes y las instituciones cívicas. Era allí donde circulaba la eterna riqueza de Milán.
Loggia degli Osii (Milán, Piazza dei Mercanti). Ejemplo de edificio de estilo gótico tardío en Milán, la Loggia degli Osii era el lugar donde las autoridades de la ciudad anunciaban a los ciudadanos edictos y sentencias. El balcón principal está decorada con un águila agarrando una presa, símbolo de la justicia.
Los Visconti comprendieron enseguida las ventajas políticas y culturales que suponía el mecenazgo artístico. Después de Otón y Matteo Visconti, será especialmente Azzone quien dejará la marca de la nueva tendencia, un estilo gótico esencialmente cortesano. En su residencia familiar, se anexó una iglesia, y su campanario es un símbolo de la arquitectura lombarda del siglo XIV. Según Galvano Fiamma capellán de los Visconti y cronista milanés, el interior de San Gottardo era increíblemente rico en adornos de oro y lapislázuli, con pavimentos y púlpitos cubiertos de marfil. Fue también Azzone (fallecido en 1339) quien contrató a Giotto como pintor, pero quizá también como arquitecto, siendo la primera vez que Milán llama a artistas de la Toscana. Giotto fue el responsable de llevar a cabo en el palacio Ducal el fresco Hombres célebres, hoy perdido, celebrando la fama de Azzone en compañía de Carlomagno y diversos fundadores de ciudades antiguas, personajes pertenecientes al mundo pagano, lo que indica que en la corte de Milán estaba naciendo una especie de pre-humanismo secular. Y no es casualidad que Petrarca viviera en la ciudad durante ocho años, dando un impulso importante a los estudios humanísticos en el norte de Italia. Visconti no sólo se interesó al arte de la Toscana, sino también a las modas transalpinas. Prueba de ello es que en este periodo (finales del siglo XIV), se crea en la corte una biblioteca de manuscritos iluminados, como la que poseían los Saboya en Italia y los Valois en Francia. Este gusto de los Visconti por el arte de la miniatura se encuentra también entre los otros príncipes del norte de Italia como los Este de Ferrara. La miniatura lombarda estará marcada durante mucho tiempo por la influencia boloñesa, y adoptando al mismo tiempo las innovaciones introducidas por Giotto.
En este fresco figura un halconero a caballo. A cada eslabón social le correspondía un tipo de halcón como símbolo de su rango: el águila real era prerrogativa del emperador, el grifón, del rey, el halcón peregrino, al príncipe, y así sucesivamente. Los halcones eran parte del patrimonio del príncipe y en ocasiones los ofrecían como regalo a otros soberanos. La cetrería tiene orígenes antiguos, se cree que ya se practicaba en China y Mongolia durante el segundo milenio antes de Cristo. Esta práctica había llegado a Europa con las invasiones medievales y era uno de los pasatiempos favoritos de la aristocracia, conllevando normas rígidas y complejas.
La novela Guiron le Courtois permite penetrar en el mundo de la corte lombarda a finales del siglo XIV. Las partidas de ajedrez, como sucede en las epopeyas, compromete el destino de reyes y héroes, y encajan perfectamente en el mundo cortesano y caballeresco. El miniaturista del libro de Guiron utiliza códigos iconográficos que permiten comprender el motivo de la imagen. Las posiciones del cuerpo y los gestos de los personajes corresponden a un significado bien definido. La disposición de las casas con planta baja y logia, y los muebles, corresponde a las casas de la época; los trajes de los personajes corresponden a la moda de la segunda mitad del siglo XIV. Las armas y armaduras de los caballeros permiten una datación bastante aproximada del manuscrito.
El arte de la miniatura lombarda
En Milán, el arte tradicional de los manuscritos iluminados ya producía obras importantes en torno al año mil, tanto es así que la ciudad era considerada como el más importante centro de Italia en la época de Otón. Fue también probablemente un scriptorium milanés el que realizó copias de manuscritos para el obispo de Tréveris y sus modelos iconográficos sirvieron luego de inspiración para los frescos de iglesias y abadías. De hecho, el arte de la miniatura medieval ha proporcionado muy a menudo los prototipos para la producción pictórica y también para la orfebrería. Esta tradición se hace todavía más efectiva cuando la corte ducal de los Visconti refuerza su poder. A partir de 1331, Azzone Visconti hizo copiar e iluminar un importante manuscrito antiguo, el Liber Pantheon. Hacia finales del siglo XIV, Giangaleazzo, tal vez bajo la influencia de Petrarca, pidió a Giovanni de ‘Grassi ilustrar el libro de oraciones llamado Offiziolo. Con su precisión y riqueza decorativa, ese trabajo debía rivalizar con los manuscritos parisinos, considerados entonces de una calidad incomparable. A través del miniaturista del libro de Guirón, Bernabò Visconti (señor de Milán 1355-1385) activo mecenas en el arte de la miniatura, conoció a grandes artistas, comitentes y escritores de su tiempo como Petrarca. Otro artista importante en el arte de la miniatura es Michelino da Besozzo, pintor y miniaturista del gótico tardío que ejerció una larga actividad artística entre Milán y Pavía. Trabajando para la corte de los Visconti ejecutó la miniatura para el Elogio fúnebre de Gian Galeazzo Visconti.
Al igual que otros soberanos de su época, Bernabó quería impresionar a sus contemporáneos organizando torneos y fiestas. Estos eventos pretendían ser manifestaciones del fasto característico de la sociedad cortesana y la pasión de la aristocracia italiana por las novelas de caballería. La novela artúrica en prosa, que ve la luz a principios del siglo XIII con las aventuras de Lancelot y de Tristán, se había desarrollado a partir del siglo XII basándose en temas célticos y bretones, tuvo un gran éxito en Italia, sobre todo a partir de 1250. Esta leyenda artúrica fue adoptada principalmente por la nobleza, cuyo conocimiento de la lengua francesa constituía un signo de distinción.
La novela Guiron la Courtois, muy popular en las cortes galas fue probablemente comisionada por Bernabó Visconti. Posterior al ciclo de Tristán, la novela pretende ser una continuación-retrospectiva del ciclo artúrico, puesto que narra las aventuras de los padres de sus héroes más relevantes.
Gian Galeazzo Visconti, nacido en 1351, fue duque de Milán desde 1395 a 1402. Hijo de Galeazzo II Visconti y de Blanca de Saboya, en 1360 se casó con Isabel de Valois, hija de Juan II de Francia, recibiendo como regalía el condado de Vertus en Champagne, lo que le valió el apodo de «conde de la Virtud». Tras la muerte de su padre (1378), fue proclamado señor de Pavia, Novara, Vercelli, Tortona, Alessandria, Valenza, Casale y Asti. Tras la muerte de su primera esposa, se casó con Caterina, hija de su tío Bernabé o Bernabò. Su asombrosa capacidad política enmascaraba una despiadada frialdad. En 1385, un hábil y audaz golpe de mano le permitió apoderarse de su padrastro y desterrar o encarcelar a sus sobrinos, reuniendo bajo su control todas las tierras de los Visconti. Su poder fue afianzado con el matrimonio de su hija Valentina con Luís de Orleans, hermano de Carlos VI (1387) y su elevación en 1395 al rango de duque por Wenceslao emperador del Sacro Imperio. Su rapidez de intervención en las situaciones delicadas, su secretismo y su falta de escrúpulos, los puso al servicio de una serie de campañas diplomáticas y militares para asegurar su hegemonía sobre Italia. Gian Galeazzo Visconti encarna la imagen típica de un príncipe del Renacimiento. Su fe en la astrología no le impidió tomarse muy en serio su misión de mecenas artístico y literario: promovió la Universidad de Pavía, contrató a humanistas como secretarios, pregonó su admiración por las miniaturas de la escuela lombarda y comenzó la construcción de la Cartuja de Pavía en 1396.
Filippo Maria Visconti, nacido en 1392, fue duque de Milán desde 1412 hasta 1447, y el último de la saga de los Visconti en reinar sobre Milán. Roído por la enfermedad, la fealdad y el recelo, sólo se mantenía en el poder por la fuerza de su férrea voluntad. «Me importa menos mi cuerpo que mi alma, pero mi gobierno pasa antes que los dos.» El reinado de su hermano Giovanni Maria (1402-1412) permitió a los mercenarios (condottieri) y a las facciones locales, tomar el control de gran parte de sus tierras. Se casó con Beatriz, viuda del poderoso mercenario Facino Cane, dueño de numerosas tropas y varias ciudades (entre ellas Pavía). Seis años más tarde la ejecución de su esposa acusada de adulterio lo dejó libre. Con la ayuda del condottiero Carmagnola, Filippo Maria consagró nueve años en recuperar gran parte de las posesiones lombardas de los Visconti. Después de Génova (1412) se apoderó del valle Levantino venciendo a los suizos en la batalla de Arbedo en 1422. El siguiente paso solo podía llevarse a cabo contra Venecia y Florencia. Violó el acuerdo contraído con Florencia en sus respectivas esferas de influencia. La guerra, inevitable, duró desde 1423 hasta 1428. En 1425, Venecia cedió a la tentación de aliarse con la República de Florencia. El conflicto entre los tres estados duró desde 1431 a 1444 y finalmente Filippo Maria tuvo que admitir que se había mostrado demasiado codicioso. Sus múltiples derrotas lo habían convertido en rehén de su propios condottieri, a la cabeza de los cuales se encontraba Francesco Sforza, el más poderosos de todos ellos, a quien entregó la mano de su hija Bianca Maria. Sin heredero varón, ya no se molestó en organizar su sucesión. Sus contemporáneos vieron en ello, tal vez con razón, el signo que el propio duque esperaba: «después de mí, el caos». Con Filippo Maria Visconti se extingue la rama de los Visconti. Su yerno, el condottiero Francesco Sforza se convirtió en duque de Milán en 1450.
La cartuja fue construida por Gian Galeazzo Visconti; la construcción empezó en 1396, pero los trabajos fueron interrumpidos por la muerte de Gian Galeazzo en 1402 y no se reanudaron hasta 1412 con la llegada al poder de Filippo Maria Visconti.
El juego del Tarot de los Visconti
Durante mucho tiempo, el estilo cortesano de la pintura gótica será la principal fuente de inspiración de los pintores más vinculados a la tradición, como los Bembo. Es a ellos a quien debemos las espléndidas cartas del juego llamado Tarot. Expresan de forma exquisita la cultura que los Visconti habían difundido en la primera mitad del siglo XV. Las figuras alegóricas y fantásticas de este juego se muestran sobre un fondo salpicado de decoraciones; han sido trazadas a base de líneas armoniosas que da a sus rasgos una expresión casi infantil. Más o menos en la misma época, el juego del Tarot fue pintado en los muros de las salas de la Casa Borromei, el mayor ejemplo de arquitectura del gótico civil milanés. Se trata de sofisticados personajes inmersos en una atmósfera onírica. Otros cortesanos fueron inmortalizados dedicándose a pasatiempos como el juego de la pelota, en una forma de danza muy refinada, pero sin movimiento real. La obra es casi un manifiesto de la tendencia cortesana que marca el gótico tardío. El arte de la miniatura – y su relación con la pintura, la orfebrería, los vitrales, la escultura e incluso la arquitectura – constituye una importante etapa de la rica cultura figurativa del gótico internacional que dominaba en Milán en la época de los Visconti.
Esta magnífica baraja de tarot, fue creada por Bonifacio Bembo con motivo de la boda de Filippo Maria Visconti y María de Saboya (un primer matrimonio del duque). Aunque vinculado al gótico tardío lombardo, Bembo percibió las novedades del Renacimiento y de los naturalistas, introducidas en Lombardía por Gentile da Fabriano y Masolino.
La leyenda de Teodolinda de los hermanos Zavattari
La obra maestra de los hermanos Zavattari es el ciclo de frescos que representan las Escenas de la vida de la reina Teodolinda para la capilla del mismo nombre de la Catedral de Monza. Esta legendaria historia de gusto típicamente cortesano, con elegantes fondos arquitectónicos de estilo gótico, en los que se reúne un público aristocrático lujosamente vestido y adornado con oro y piedras preciosas, es el mayor ciclo de frescos en Lombardía durante la primera mitad del siglo XV. Fue realizado en la década de 1440 por el taller de los Zavattari, una familia de artistas artesanos, de los cuales se tiene noticia a lo largo de cinco generaciones, desde finales del siglo XIV a principios del siglo XV. El tema del ciclo de frescos es la Historia Langobardorum escrita por Paolo el Diácono. Se divide en cuarenta y cinco escenas que narran algunos episodios de la leyenda de la reina Teodolinda. Hija del duque de Baviera, en 590 se casó con Autari, rey de los lombardos; dos años más tarde, al quedarse viuda, se casó con Agilulfo duque de Turín. Durante este tiempo la reina se había convertido al cristianismo y apoyaba al papa Gregorio el Grande en su obra de conversión de los lombardos. Finalmente, después de una visión, Teodolinda comenzó a construir la Catedral de Monza. Los hermanos Zavattari recrearon este episodio del siglo VI trasladándolo al siglo XV, en un ambiente plácido y festivo que quería representar la corte de los Visconti. A pesar de haberse pintado en un lugar sagrado, dentro de una iglesia, los pintores han reservado un amplio espacio a los aspectos profanos, sobre todo en el registro superior, que representaban grupos de nobles mientras reciben a embajadores, participan en banquetes, bailes, luchas, cazas o viajes a caballo. El fondo dorado de las escenas de los frescos contribuye a dar al relato un tono de cuento maravilloso, cuyo esplendor y magnificencia se ve incrementado con la decoración de las riendas de los caballos, armas, coronas, tejidos y una buena parte de los ropajes, a base de pequeñas piezas de metal de gran efecto escénico.
Estos murales se encuentran en la capilla septentrional del presbiterio de la Catedral de Monza, donde también se encuentran las tumbas de la reina Teodolinda y de su segundo marido Agilulfo. En una de las escenas hay una inscripción en latín fechada en 1444, con la firma de los autores; además, los frescos figuran en un documento fechado el 25 de marzo de 1445 que se conserva. En la parte superior de las pinturas figuran los emblemas de Filippo Maria Visconti y del ducado de Milán, así como el emblema de Francesco Sforza, casado en 1441 con Bianca Maria Visconti. Probablemente, ambos duques fueron mecenas de esta rica y suntuosa decoración con el fin de presentarse como herederos y dignos sucesores del reino de los lombardos.