La Transvanguardia: un retorno a la figuración
El término transvanguardia fue acuñado por el crítico italiano Achille Bonito Oliva que lo utilizó por primera vez en un artículo publicado por la revista Flash Art en 1979, publicando al año siguiente un libro titulado Transavanguardia italiana.
Los cuatro artistas italianos más estrechamente asociados a esta tendencia son los que formaron el grupo conocido como las «tres C» – Sandro Chia (nacido en 1946), Francesco Clemente (nacido en 1952), Enzo Cuchi (nacido en 1948) – a los que hay que añadir Mimmo Paladino (nacido en 1952). El objetivo – estrechamente relacionado con el posmodernismo – era encontrar una manera de escapar de las doctrinas de la vanguardia y, por lo tanto, en el contexto italiano, a ciertos aspectos del Arte Povera más puritano. Se trata, junto con el neoexpresionismo alemán, de una de las primeras corrientes artísticas que reivindica un retorno a la figuración. Algunos artistas de este movimiento buscaron su inspiración en las raíces de la pintura italiana, cuna del arte moderno europeo, revitalizando el concepto de genius loci. De este modo, se inspiraron y reinterpretaron composiciones, esquemas y motivos históricos de su pasado artístico. Tampoco es sorprendente encontrar en el neoexpresionismo italiano una fuerte dosis de parodia, que aflora en particular, en las obras de Chia y sus falsos héroes tomando como fuente las composiciones de Giorgio de Chirico y de su hermano menos conocido, Alberto Savinio.
Sandro Chia
Sandro Chia nacido en Florencia en 1946. Estudia en el Instituto de Arte de la misma ciudad de 1962 a 1967 y en la Academia de Bellas Artes de 1967 a 1969. Su vocación artística fue fuertemente influenciada por las obras maestras de su ciudad natal. Después de viajar por la India y toda Europa se establece en Roma en 1970. En sus primeros tiempos, su trabajo se enmarca en el arte conceptual antes de evolucionar hacia un estilo más figurativo, con el fin de desvincularse del Arte Povera o del Arte minimalista. Junto con Clemente, Cucchi y Paladino pertenece a la generación italiana de jóvenes artistas que Achille Bonito Oliva denominó Transavanguardia. En sus pinturas predominan los temas mitológicos, y en ellas desarrolla un estilo gestual libre que evoca repetidamente diversos elementos de la tradición pictórica. Utiliza colores brillantes, con texturas densas o transparentes. Su primera exposición individual se celebró en la Galleria La Salita de Roma (1979). Después de obtener una beca de la ciudad de Mönchengladbach en Alemania, trabaja allí de septiembre de 1980 a agosto de 1981, antes de irse a vivir a Nueva York. En la actualidad, su actividad se divide entre Nueva York, Roma y Montalcino y sus obras son ampliamente reconocidas en todo el mundo.
«En cierto modo, hablar de melancolía es evocar la condición del artista; esta confrontación permanente entre el deseo de hacer o de decir y el sentimiento de impotencia que sentimos. La melancolía es la situación mental del artista cuando todo su ser se tiende hacia el cuadro; de alguna manera triunfar o fracasar».
En esta obra, el artista representa diversos elementos de la historia de la pintura, que combina de manera original.
Las fuentes en las que Sandro Chia se inspira son diversas: la pintura metafísica de Giorgio de Chirico, el simbolismo, el surrealismo o la iconografía clásica del renacimiento italiano.
Francesco Clemente
Nacido en Nápoles en 1952 en el seno de una familia de origen aristocrático, Francesco Clemente comenzó a estudiar arquitectura en la Universidad de Roma en 1970, pero abandonó para dedicarse al arte. Su primera exposición tuvo lugar en la Galería Valle Giulia en Roma (1971). En 1973, viaja a la India y a Afganistan, países que vuelve a visitar posteriormente en numerosas ocasiones , y donde pasa largos períodos. Recoge en sus pinturas varios elementos de esas culturas extranjeras. En 1980 visita Nueva York. Primera exposición en solitario en la galería Sperone Westwater (1982). Abre un estudio en Nueva York. Participa en Documenta VII, en Kassel. Las obras de Clemente combinan formas abstractas y elementos figurativos. Es, junto con Chia y Cucchi, uno de los máximos exponentes de la transvanguardia italiana.
Clemente a jugado un papel clave en el resurgimiento de la pintura en la década de los 80. Sus pinturas de gran sensualidad, se oponen a la árida materialidad del Arte Povera de sus compatriotas italianos y al movimiento internacional del arte conceptual. Esta sensualidad se centra principalmente en el cuerpo; éste nunca es un elemento aislado en la obra de Clemente, sino que tiende a mezclarse con otros elementos. En Scissors and Butterflies (Tijeras y mariposas) de 1999, las pestañas de las mujeres se prolongan en forma de antenas, como las de las mariposas. Las tijeras, también presentes en el cuadro, representan la violencia y hacen hincapié en el erotismo de la obra, acentuado por los tonos rojos intensos y las curvas.
La obra de Francesco Clemente parece expresar el conflicto entre lo individual y lo colectivo. Los individuos de sus cuadros forman una masa y los contornos difusos de la carne y los tonos rojo sangre no definen con claridad el interior del exterior. Clemente representa la condición humana, a mil leguas de la individualidad radical y superficial ensalzada por la sociedad occidental.
Clemente también ha realizado obras sobre papel. Hacen destacar la fragilidad de este tipo de soporte realzando la suavidad. Los temas representados son de una extrema delicadeza. Estas obras contrastan con la experiencia de Nueva York, a principios de los 80, donde hacía una crítica del carácter alienante de la ciudad, de su cultura y de su homogeneización. Clemente representa temas interconectados delicados y preciosos. Si su obra parece trascender las circunstancias sociales en las que nació, es por el deseo de revelar los defectos.
Enzo Cucchi
El expresionismo más tradicional, y por ello más cercano al de sus colegas alemanes (Neue Wilde, los Nuevos Fauves), es el de Enzo Cucchi. Nacido en 1950 en Morro d’Alba trabajó como restaurador de libros y pinturas antiguas (1966-1968) antes de dedicarse a la pintura (1977). Su primera exposición se celebró en Milán (1979) y creó el grupo Transavanguardia con Chia, Clemente y Paladino, entre otros artistas (1982 y 1987). Participa en Documenta VII y VIII, en Kassel (1982-1987). En 1984 diseña una escultura para el Bruglinger-Park de Basilea, seguida por una serie de trabajos para espacios públicos. En 1986 una retrospectiva de su obra se lleva a cabo en el Centro Pompidou y una exposición en el Museo Guggenheim de Nueva York. Produjo numerosos diseños de decorados y el vestuarios para el teatro, por ejemplo, para varias operas de Gioacchino Rossini y dramas de Heinrich von Kleist. En sus cuadros y esculturas, Cucchi asimila elementos de la tradición pictórica que combina con su propio lenguaje hecho de signos, colores violentos, escenas misteriosas y personajes de leyenda.
«Los cuadros son como cavernas, cavernas gigantescas, horribles, asombrosas, llenas de dudas y oscuras para todos nosotros. Las cavernas producen miedo, están llenas de muerte, pero es precisamente esta muerte que proporciona la capacidad de inventarlo todo de nuevo. Es un descendimiento, un intento de encontrar una base de sustentación en las profundidades». E. Cucchi
Mimmo Paladino
El más original y, al mismo tiempo el más italiano de los artista de la Transvanguardia es Mimmo Paladino, artista originario del sur de Italia. Nacido en Paduli, cerca de Benevento en 1948, estudia de 1964 a 1968 en el Liceo Artístico de Benevento. Su primera exposición se celebró en la galería Lucio Amelio de Nápoles (1977). Un año después, cubre sus paredes con una monumental pintura al pastel. En 1978, se traslada a Nueva York y al año siguiente expone en la Marian Goodman Gallery y en la Annina Nosel Gallery. Realiza pinturas monocromas de colores primarios con elementos geométricos, a las que pega objetos recogidos. También realiza experimentos técnicos con la impresión; produce figuras arquetípicas en grabados en aquatinta, madera y linóleo. En 1980, invitado por Achille Bonito Oliva en la sección Aperto 80, participa por primera vez en la Bienal de Venecia, junto con Sandro Chia, Francesco Clemente, Enzo Cucchi y Nicola De Maria, los otros artistas italianos de la Transvanguardia. Participa en la Documenta VII en Kassel (1982). Viaja a Brasil. Se siente fascinado por la mezcla de las culturas africana y católica, que encuentran después un lugar en su pintura. Paladino se inspira en fuentes antiguas como la pintura mural etrusca o en la italo-bizantina y también en diversos estilos de escultura – la escultura sarda y la Italia primitiva – situándose al margen de la tradición clásica principal. Estas opciones dan a sus obras un carácter hierático, sobrenatural. De todos los artistas llamados neo-expresionistas, es quizás aquel cuyas imágenes se encuentran totalmente en el otro extremo de la escala de referencia, y cuya obra es la más coherente y más potente.
El artista llegó a rechazar la teoría del genius loci propuesta por Bonito Oliva, crítico y teórico del grupo, e interpreta su pintura más bien bajo el signo del nomadismo, un componente esencial de la identidad multifacética de la transvanguardia. Esa libertad se refleja en la enorme variedad de fuentes históricas que le sirven de inspiración formal: puede situarse cerca de Giotto y Piero della Francesca– La obra Suonno está inspirada en el fresco El sueño de Constantino de Piero della Francesca en la basílica de San Francisco de Arezzo – y al mismo tiempo sentirse atraído por los iconos rusos y bizantinos.