Vermeer, a quien Théophile Thoré-Bürger apodó la « Esfinge de Delft » cuando dio a conocer al pintor a finales del siglo XIX, expresión que ha fijado en gran medida la personalidad artística de Vermeer anclándolo para siempre en una pose enigmática. El mito del genio solitario ha hecho el resto. Johannes Vermeer (1632-1675), sin embargo, no hubiera podido llegar al alto grado de creatividad permaneciendo ajeno al arte de su época. La exposición Vermeer y los maestros de la peintura de género en el Siglo de Oro del Museo del Louvre permite a los visitantes entender cómo Vermeer y los pintores de escenas de género activos en el mismo período, competían entre sí en la representación de escenas elegantes y refinadas – esta representación aparentemente anodina de lo cotidiano, constituye un verdadero hito incluso para los pintores de género.

El tercer cuarto del siglo XVII marcó el apogeo del poder económico de las Provincias Unidas. Los miembros de la élite holandesa, orgullosos de su condición social, querían un arte que reflejara esa imagen. Nace así la «nueva ola» de la pintura de género a principios de los años 1650: los artistas comienzan a concentrarse en escenas idealizadas de la vida privada. Una puesta en escena, con hombres y mujeres instalados en un orquestado civismo. El objetivo de la exposición es poner de relieve la relación entre estos artistas, o por lo menos presentar las piezas de un dossier en gran parte inédito. También pretende demostrar, por medio de comparaciones con las obras de otros artistas del Siglo de Oro como Gerard Dou, Gerard ter Borch, Jan Steen, Pieter de Hooch, Gabriel Metsu, Caspar Netscher o todavía Frans van Mieris, la inserción de Vermeer en un grupo de pintores, especializados en la representación de escenas de la vida cotidiana, que se admiraban entre sí, se inspiraban mutuamente y rivalizaban unos con otros.