Este año, el Hôtel de Caumont-Centre d’art de Aix-en-Provence dedica su exposición de verano al genio de Max Ernst (1891-1976). Artista erudito y experimentador prodigioso, Max Ernst atravesó el siglo de las vanguardias con una sed insaciable de creación, dejando tras de sí una obra compleja y muy personal. Artista vinculado al grupo Dadá y al Surrealismo, siguió un camino personal, desmarcándose del modus operandi del grupo y produciendo obras visionarias y llenas de lucidez. A través de cerca de 130 obras, esta exposición recorre los pasos de este genio creador como personalidad libre y singular, destacando en particular su estrecha relación con la naturaleza, el juego, la magia y la libertad.
Aunque el gran público desconoce el alcance de su obra, la extravagancia y polisemia de Max Ernst son impresionantes. Nacido en Alemania, creó una comunidad dadaísta en Colonia en 1919 antes de trasladarse a París, donde participó tempranamente en el desarrollo del surrealismo de André Breton. Creó numerosos collages e inventó nuevas técnicas, como la del frotado, que consiste en pasar un lápiz sobre papel colocado sobre superficies rugosas. Tras ser internado al comienzo de la Segunda Guerra Mundial no lejos del Hôtel de Caumont (en el Camp des Milles de Aix-en-Provence), Max Ernst huyó de Francia y se refugió en Estados Unidos. Regresó a Francia en 1953 y continuó trabajando intensamente en pintura, dibujo, escultura y orfebrería.
Max Ernst nunca dejó de reinventarse a lo largo de su carrera. Su obra se inspira en la filosofía, el psicoanálisis, la ciencia, la alquimia, la historia del arte, la literatura y la poesía. Esta exposición se centra en los grandes temas de los mundos creados por Max Ernst, ilustrando los temas recurrentes que atraviesan su obra. Una sección central de la exposición hace referencia a los cuatro elementos -agua, aire, tierra y fuego- que, según la antigua tradición filosófica y la alquimia, componen toda la materia del mundo natural.
El universo del artista es a la vez desconcertante y asombroso. Gran artista intelectual y humanista -en el sentido neorrenacentista del término-, desafía continuamente la percepción combinando la lógica y la armonía formal con enigmas insondables, mientras lo onírico y lo fantástico coexisten para crear paisajes de un misterio impenetrable. Bosques de piedra, animales quiméricos, máscaras encarnadas y pájaros antropomorfos: la belleza enigmática y a veces incluso irónica de las obras de Max Ernst nos sumerge en la extravagancia de sus mundos mágicos y liberados.