Preparada en colaboración con la Art Gallery of Ontario de Toronto, la exposición del Museo de Orsay se propone indagar sobre la faz mística del paisaje simbolista. El misticismo, fenómeno espiritual presente en todas las religiones y en todos los continentes, se caracteriza por diversos elementos: entrar en contacto con un orden que trasciende las apariencias físicas, superar la realidad material para conocer los misterios de la existencia, experimentar el olvido de uno mismo mediante la unidad perfecta con el cosmos… ¿Por qué no reconocer su presencia en la pintura simbolista occidental que, a comienzos del siglo XIX, busca precisamente elevar el arte al rango de médium con lo inefable, y presentar al artista como un iniciado?
En Occidente, el paisaje es reconocido desde el Renacimiento, y aún más a partir del periodo romántico, como el género pictórico que hace posible la traducción formal de los sentimientos interiores y que es capaz de introducir al espectador a experiencias espirituales inmediatas no reproducibles por el lenguaje, mediante la representación de un espacio natural estable, mensurable y familiar. La elevación al infinito, el desafío de la noche, el contacto con las fuerzas trascendentales de la naturaleza, la búsqueda de la luz y la fusión del individuo en el todo: estas situaciones, sensibles y espirituales, buscadas o experimentadas por el pintor del paisaje simbolista y por el espectador de sus obras, forman parte de la senda mística. La selección de obras de la exposición incluye paisajes de Gauguin, Denis, Monet, Hodler, Klimt, Munch, Van Gogh, y también de los principales representantes de la escuela canadiense de los años 1920-1930, como Lawren Harris, Tom Thomson o Emily Carr.