Con la exposición El Greco, el Grand Palais de Paris presenta la primera gran retrospectiva en Francia dedicada a este artista. Doménikos Theotokópoulos, más conocido como El Greco, nació en 1541 en Creta, aunque se desarrolló como pintor en Italia y España. Atraído por las promesas de El Escorial, el artista trajo a la península el color de Tiziano, la audacia de Tintoretto y la plasticidad de Miguel Ángel, y se ganó un lugar especial en la historia de la pintura: el último gran maestro del Renacimiento. El Greco también fue un creador insaciable de formas, desarrollando composiciones innovadoras y atrevidas que fueron recurrentes a lo largo de sus obras, aunque variaban los efectos, los medios plásticos y las intenciones de lo que transmitía su pintura. Después de haber sido redescubierto a fines del siglo XIX, El Greco fue admirado y se convirtió en una influencia para los movimientos de vanguardia de principios del siglo XX, incluidos el fauvismo, el manierismo, el cubismo, el expresionismo y la abstracción.
La exposición, concebida como una retrospectiva, otorga un lugar de honor a las grandes pinturas monumentales, pero también a formatos más pequeños e íntimos. Asimismo se presentarán una o dos esculturas y dos libros que pertenecieron a El Greco y dibujos. Esta retrospectiva, organizada en cooperación con el Instituto de Arte de Chicago, arrojará nueva luz sobre el artista, su época y su trabajo.