Datos biográficos
De talante aristocrático, culto y urbano por naturaleza, John Singer Sargent (1856-1925) era el estadounidense expatriado ideal según Henry James. Nacido en Florencia de padres estadounidenses, con el paso de los años se fue interesando cada vez más por América. Al recordar su formación artística, a Singer le gustaba definirse como «un americano nacido en Italia, educado en Francia, que observa como un alemán, habla como inglés y pinta como español». Durante sus años en París, estudió las obras maestras de Diego Velázquez y Frans Hals, al tiempo que seguía de cerca el realismo y el naturalismo de los pintores de Barbizon. En 1887 expuso por primera vez en el Salón de París y, en pocos años, adquirió cierta reputación. Frecuentó a los impresionistas y, aunque nunca expuso con ellos, compartió casi todas sus opciones estéticas. Decepcionado y entristecido por las reacciones negativas de la crítica a su Retrato de Madame X en el Salón de 1884, Singer marchó a Londres, donde se convirtió en uno de los retratistas más solicitados de la alta burguesía inglesa. En 1888 se trasladó a Boston, donde se dedicó a pintar frescos para varios encargos públicos importantes, como la Public Library. En los últimos años de su vida, redujo cada vez más su actividad como retratista y se expresó principalmente en acuarelas y dibujos al carbón, en los que retomó y elaboró algunos de los temas clásicos del impresionismo.
Los retratos de niños se encuentran entre las primeras obras de Sargent y siguen siendo sus pinturas más cautivadoras. Más que imágenes idealizadas de la infancia, los vívidos retratos que elabora el artista sirven para estudiar el carácter de sus jóvenes modelos. La presencia de un juguete o una mascota favorita, como el pequeño terrier del Retrato de Beatrice Townsend que la niña sostiene en sus brazos, sirve para subrayar su personalidad.
La obra de Sargent se alinea principalmente con los valores convencionales de la «respetabilidad» burguesa. Sus espléndidos retratos, influidos por la pintura de Velázquez y Manet, son verdaderos status symbol del poder de la alta sociedad estadounidense. Junto a la celebración de su fastuosa elegancia, la mirada complaciente de Sargent se centra en la representación de los vástagos de una clase dirigente destinada a convertir a Estados Unidos en la primera potencia económica mundial.
Obras narrativas
«Jo no juzgo, solo hago una crónica». Esta frase caracteriza el conjunto de la producción de Sargent, especialmente sus obras «de género», inspiradas en situaciones narrativas, como Collares de cuentas venecianas o El jaleo de 1880. En esta última, la influencia de España y de Velázquez es evidente. Una hilera de músicos y bailarinas está iluminada como si se tratara de un teatro; los guitarristas, en la sombra, dibujan sus siluetas sobre un fondo oscuro en el que destaca la figura de la bailarina a plena luz. Las figuras y las guitarras que cuelgan de la pared parecen estar dibujadas en un pentagrama musical, lo que refuerza la impresión visual de la música que se interpreta. Estas agrupaciones rítmicas evocan el propio ritmo del flamenco, que termina con el golpe de tacón de la bailarina. En contraste con la sobriedad de los colores y el ritmo cuidadosamente controlado de la disposición formal a la izquierda de la bailarina, la composición de la derecha se expande y se convierte en un repentino goteo de color en los trajes de las figuras sentadas. Sargent era un buen pianista, y su gusto por la música es responsable de ciertos aspectos de su pintura. Este cuadro, que refleja la fase «española» del pintor, marca la estrecha relación de Sargent con Isabella Stewart Gardner, una de las más geniales coleccionistas estadounidenses de finales del siglo XIX y verdadera impulsora de la escena cultural de Boston.
En la línea de situaciones narrativas de Sargent, el cuadro Grupo con sombrillas, muestra a cuatro amigos del pintor durmiendo en un prado alpino en el lado italiano del monte Cervino. Las figuras están tan mezcladas entre sí y con el paisaje que es difícil diferenciarlas. La total relajación del grupo contrasta con la cuidadosa observación de Sargent. El escorzo de la composición refuerza el aspecto voyeurista de la escena. Visto de cerca, el paisaje pintado a grandes trazos evoca la sensación de un sol moteado que se disuelve en una cuasi-abstracción.
Las obras Pesca de ostras en Cancale y Mujeres trabajando, esta última perteneciente a la fase final de la producción de Sargent- permiten calibrar la delicada atención entre el pintor y la tradición impresionista. A pesar de la utilización eficaz de algunos aspectos estilísticos peculiares del impresionismo, como las sombras coloreadas, los reflejos de luz y las atmósferas que evocan el aire libre, Sargent se mantiene en una posición totalmente independiente en la extensión de las pinceladas, en la elección de los puntos de vista y, de forma general, en el control intelectual de la composición. Sargent se muestra indiferente ante las novedades de las vanguardias del primer decenio del siglo XX y, a partir de esas fechas, su estilo se ve ya superado.
Los jardines de Luxemburgo es uno de los cuadros de Sargent que más se acerca a la sensibilidad impresionista: los Jardines de Luxemburgo son uno de los lugares característicos de París, un lugar de encuentro y ocio. La gran plaza está pintada en un color neutro, casi pastel, sobre el que destaca la pareja que pasea, especialmente el hombre, vestido con un impecable traje negro. Las figuras alrededor de la gran fuente están esbozadas con unos rápidos toques de color y crean una atmósfera de tranquila cotidianidad que se refleja también en el cuadro Claude Monet pintando, interesante testimonio de la amistad entre Sargent y Monet y del método de trabajo de este último, la pintura al aire libre: Sargent lo representa durante el verano en Giverny, en la región de Normandía, junto con Alice Hoschedé, sentada a la derecha con un vestido blanco, con quien Monet se casó en 1892.
Otro amigo de Sargent, el pintor Paul Helleu, es el protagonista del cuadro titulado Paul Helleu pintando con su mujer, realizado en plein air en Inglaterra, a orillas del río Avon, cerca de Fladbury, localidad del condado de Worcestershire, donde el matrimonio Helleu acudió a visitar a Sargent. Pintor y grabador francés, Helleu se hizo amigo de Sargent al que conoció en 1876, cuando frecuentaba la galería Durand-Ruel de París junto con Claude Monet. Mientras el marido está absorto en la pintura, la mujer mira al vacío, con aspecto relajado y ligeramente aburrido. La canoa, dispuesta en diagonal, destaca sobre la densa vegetación, representada en una serie de trazos orientados e iluminados por una luz cálida.
El cuadro, Las hijas de Edward Darley Boit de 1882, es un magnífico retrato de grupo de Sargent expuesto en el Salón de París del año siguiente. Se asemeja a El Jaleo en su deliberada cercanía, sus fuertes contrastes de valor, su iluminación desde la izquierda y su acento dramático acentuado por las poderosas sombras. También aquí el color es tenue, salvo la línea rojo-naranja del biombo de la derecha. La cuidadosa disposición de los elementos en la superficie del cuadro recuerda el amor de Whistler por las estampas japonesas, mientras que los enormes jarrones chinos azules y blancos parecen motivos whistlerianos llevados al extremo. Esta imagen de las hijas de un amigo del pintor, en el oscuro vestíbulo de su piso parisino, atestigua sobre todo un profundo sentido de la vida cotidiana; la obra es mucho más agradable en ese aspecto que como retrato exacto de personas concretas.
Sargent y el retrato
La fase central de la carrera de Sargent fue claramente dominada por el retrato. La gran facilidad técnica de Sargent, combinada con su habilidad para representar modelos elegantes en escenarios suntuosos, le hizo muy popular entre los mecenas adinerados de ambos lados del Atlántico. Tener un retrato pintado por Sergent era, para la alta sociedad americana, una importante marca social. Unos años después de la realización del retrato Las hijas de Edward Darley Boit, en 1887, Henri James exalta las cualidades de su amigo Sargent como retratista: «No existe obra de arte más grande que un gran retrato; una verdad que debe ser constantemente recordada por un pintor que tiene en la mano las armas de Mr. Sargent. El don que posee, lo posee completamente.» Por otra parte, es difícil resistirse a la fascinación, quizá algo artificiosa pero indudablemente eficaz, de los retratos del pintor: el pincel evoca con rapidez vestimentas y atmósferas fantasiosas, pero modera su ímpetu en la definición de los rostros como es el caso del espléndido retrato de La señora Fiske Warren con su hija Rachel. Por otra parte, Sargent es consciente de la elegancia de su estilo. Frente a una obra como Carnation, Lily, Iris, Lily, Rose, la indudable admiración por la armoniosa relación entre colores y formas se une a la consideración de una cierta «frialdad» del artista frente al motivo.
A pesar de su éxito como uno de los retratistas más solicitados de finales de la época victoriana, Sargent terminó exasperándose por los caprichos y las vanidades de sus modelos. En 1907, a una condesa que le pedía el enésimo retrato, Sargent le contestó: «Pídame que le pinta el portal de su casa, su cerca o sus pajares y me encantará hacerlo, pero no un rostro humano.» En 1909 había abandonado el retrato convencional para «experimentar en ámbitos más imaginarios». No se trataba ya de obras de encargo, sino de imágenes en vivo, realizadas por el puro placer de pintar. En El artista en su estudio, Sargent representa al pintor italiano Ambrogio Raffaele en los estrechos límites de su dormitorio, con un gran paisaje colocado entre el lavabo y la cama. Paradójicamente, el artista, conocido por su pintura en plein air, aparece realizando un cuadro a partir de estudios preliminares en su estudio improvisado. Raffaele mira a través de los dedos de su mano derecha un pequeño boceto que sostiene en la otra, junto con una paleta y un puñado de pinceles, mientras reflexiona sobre su próximo movimiento. La brillante representación de la luz de Sargent sobre las sábanas arrugadas de la cama deshecha ocupa casi la mitad del lienzo. En consonancia con su nueva preferencia por los estudios de figuras informales, en le cuadro Nonchaloir de 1911, aunque represente a su sobrina Rose-Marie Ormond, el pintor no crea un retrato tradicional, sino que representa a la joven como una figura anónima, absorta en un ensueño poético. La mujer reclinada parece ser la encarnación de la despreocupación, título original del cuadro, en el que Sargent parece haber documentado el fin de una era, ya que el aura de la gentileza de fin de siglo y la elegante indulgencia que transmite el cuadro, pronto se vería rota por los trastornos políticos y sociales de principios del siglo XX.
Bibliografía
Gabrielle Townsend. John Singer Sargent – Aquarelles. Bibliothèque de l’Image, 2011.
Gabriele Crepaldi. Petite encyclopédie de l’impressionnisme. Solar, 2002
Daniel Kiecol. La peinture américaine. La grande parade de l’art, 2021
Collectif. La peinture américaine. Gallimard, 2002
Collectif. L’Impressionnisme. La Petite Collection de l’Art. Taschen, 2020