El Palacio Zabarella de Padua presenta I Macchiaioli, Capolavori dell’Italia che risorge una exposición-evento cuyo objetivo es reabrir un capítulo importante de la historia artística de Italia – el de los Macchiaioli – y enriquecerlo utilizando nuevos puntos de vista y una rigurosa investigación científica, a través de fuentes a menudo dejadas en el olvido representadas por un gran número de coleccionistas y mecenas. Una densa red tejida alrededor de maestros conocidos como Silvestro Lega, Giovanni Fattori, Giovanni Boldini, Telemaco Signorini, y otros menos conocidos, pero no menos importantes, como Adriano Cecioni, Odoardo Borrani, Raffaello Sernesi, Vincenzo Cabianca. Luz, sol, nubes, balcones floridos, ropa tendida, mujeres que miran el paisaje a través de una ventana. Imágenes de una Italia del siglo XIX, la del Risorgimento, todavía inacabada, desde el punto de vista sociopolítico, pero tan reconocible iconológicamente, signo concreto de una identidad precisa y querida. Los Macchiaioli, «los impresionistas italianos» como muchos los definen, se anticiparon a Monet, van Gogh, Gauguin… en su forma de representar y exaltar las relaciones humanas. Sabían cómo capturar las emociones en cada momento de la vida cotidiana, en una sonrisa o esfuerzo humano y la belleza de un paisaje. El Caffè Michelangiolo de Florencia fue el epicentro de sus ideas, de sus luchas por la afirmación de una nueva estética. Ya que el arte y el Risorgimento avanzaban codo a codo. Y el cambio que se invocaba en las estructuras de la sociedad sólo podía tener como corolario un cambio similar y profundo en el campo del arte.
La exposición reúne más de un centenar de obras maestras que dan testimonio del mundo de las emociones, un mundo cuya esencia habla de los valores humanos, del hombre heroico y voluntarioso, de su fuerza y valor, de su deseo de volver a empezar día tras día a pesar de las dificultades. Espíritus independientes y revolucionarios, impulsados por su fervor patriótico y firmes en sus afectos, los Macchiaioli pintaron lo que la «verdad» ofrecía a sus ojos.