Perseo y la liberación de Andrómeda
Perseo era hijo de Dánae y Júpiter. El rey de los dioses, enamorado de la joven, se unió a ella en forma de lluvia de oro. El padre de Dánae, Acrisio, al que un oráculo había predicho que moriría a manos de su nieto, ordenó poner a Dánae y Perseo en una arca y arrojarlos al mar.
Alcanzada la isla de Séfiros, ambos fueron salvados por el pescador Dictis, hermano de Polidetes, rey de la isla. Polidetes se enamoró de Danae y, para libarse de la incómoda presencia de Perseo, le encargó que le trajera la cabeza de la horrible Medusa. Perseo, con la ayuda de Mercurio y Minerva, logró matar al monstruo. De vuelta de la empresa, el héroe vio Andromeda, hija del rey de Etiopía, que, encadenada a una roca, iba a ser sacrificada a un monstruo marino. Enamorado de ella, Perseo derrotó el monstruo y se casó con Andrómeda, después de haber eliminado a otro pretendiente, Fineo, que quedó petrificado por la cabeza de la Medusa junto a sus compañeros. En el ámbito iconográfico se suele representar la escena en la que Minerva y Mercurio arman a Perseo. No obstante, el episodio más representado es el de la liberación de Andrómeda.
Venerado como un dios ateniense, Perseo es uno de los grandes héroes de la antigua Grecia. Se encargó de cortar la cabeza de Medusa, la gorgona, el monstruo que con una sola mirada convertía a los hombres en piedra. De la sangre de Medusa nació Pegaso, el magnífico caballo alado. Perseo salvó a la bella Andrómeda y permanecieron juntos el resto de sus vidas. Según Herodoto, Perses, el primogénito de su hijos, es considerado como el ancestro de los persas y del glorioso Hércules.
Perseo montando a Pegaso salvará a la bella Andrómeda, ofrecida como sacrificio a un monstruo marino.
Teseo y el Minotauro
Otro gran héroe ateniense, Teseo, tuvo tantas aventuras y participó en tantas empresas que en Atenas nació el proverbio: «Nada sin Teseo». Teseo era hijo del rey de Atenas Egeo y de Etra, hija del rey de Trecén. Egeo yació con la joven y, antes de marcharse, sepultó su espada y sus sandalias bajo una pesada piedra; luego dijo a Etra que cuando su hijo fuera lo suficientemente fuerte para levantar la mole, debería tomar los objetos allí colocados y presentarse con ellos en Atenas. Al cumplir los dieciséis años, Teseo fue llevado ante la piedra, que levantó y tomó las sandalias y la espada. El héroe marchó a Atenas donde fue reconocido por el padre. A continuación Teseo fue protagonista de varias aventuras. La más célebre, la muerte del Minotauro, el monstruo encerrado en el famoso laberinto. En la empresa fue ayudado por Ariadna, hija del rey Minos, que le entregó un ovillo de hilo, uno de cuyos extremos ató a la salida. El héroe ateniense, después de matar a la horrible criatura, logró encontrar fácilmente la salida siguiendo el hilo. En la iconografía, Teseo suele aparecer en actitud victoriosa al lado del monstruo sin vida o mientras se enfrenta al animal o, también, a la entrada del laberinto con el ovillo que le ha dado Ariadna.
Teseo participó en la expedición de los Argonautas y en la cacería del jabalí de Calidón; intervino en ayuda de su amigo Períteo en la batalla entre los lápitas y los centauros; después de la aventura del Minotauro llevó a la bella Ariadna consigo y la abandonó en Naxos.
El mito de Europa
Júpiter, el rey de los dioses, se enamoró de Europa y, transformado en un cándido toro, marcha a la playa donde la joven juega con sus sirvientas. La joven, inicialmente aterrorizada, se arma de valor, acaricia al animal y le ciñe los cuernos con guirnaldas de flores, hasta que por fin se sienta en su grupa. Júpiter, entre los gestos de Europa, huye alejándose entre las olas y llega hasta Creta donde se une con la joven. Europa dará a Júpiter tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis. Este episodio mítico es uno de los más representados por los artistas, lo que acaso se deba a que, en el Ovide moralisé, el famoso texto medieval que interpreta los antiguos mitos (una adaptación anónima en verso de Las Metamorfosis de Ovidio) pero como alegorías de la religión cristiana, la figura de Europa raptada por el toro era interpretada como la imagen de Cristo que, encarnado en el toro, conduce el alma humana al cielo.
Numeroso artistas han representado el rapto de Europa en el momento en que Júpiter huye con la joven sobre su dorso mientras en la orilla se distingue a las sirvientas. A veces algunos amorcillos sobrevuelan la escena. Además de Rembrandt, muchos otros pintores, subyugados por la leyenda de Europa, han ilustrado este mito: Tiziano, Rubens, Veronese, Le Lorrain, Mignard, Boucher, Moreau, Matisse…
Esta pintura de Boucher pone al gusto del siglo XVIII la leyenda de la princesa raptada por el rey de los dioses «disfrazado» de toro blanco.
Hércules y los Doce trabajos
Heracles o Hércules para los romanos, nace de la unión de Alcmena y Júpiter, quien seduce a la mujer asumiendo la figura de su esposo, Anfitrión. Por ese motivo, la orgullosa y celosa Juno mantuvo un profundo rencor hacia el héroe. Hércules se casó por primera vez con Mégara, la hija del rey de Tebas, Creonte, y de su unión nacieron tres hijos, que Hércules mató con sus manos en un momento de locura suscitado por Juno. Para expiar la terrible culpa, y por mandato del oráculo de Delfos, el héroe se puso a disposición de Euristeo, rey de Tirinto, que le impuso los famosos Doce trabajos. Después Hércules se enfrentó a numerosas empresas y se casó con Deyanira, quien se convirtió en la inconsciente autora de su muerte. Recibido en el cielo entre los dioses, se convirtió en inmortal y recibió por mujer a Hebe.
De pequeño ya, Hércules manifestó su naturaleza de semidiós. Cuando Juno le envió dos serpientes para matarlo en su cuna, el niño agarró una en cada mano y las ahogó. Posteriormente, su destreza en la lucha, la lanza y el tiro con arco pronto se convirtió en legendaria.
Hércules es el héroe por antonomasia, una de las figuras más populares de todo el arte, desde el Renacimiento a épocas posteriores. Los principales atributos del héroe son la clava (maza o porra) y la piel de león. Otras veces se le representa con el arco y las flechas. En las alegorías su imagen se vuelve símbolo de la fuerza física y del coraje y los Doce trabajos asumen un significado moral, aludiendo a la victoria del Bien sobre el Mal.
El tema de Hércules en la encrucijada, elaborado por el sofista griego Prodicos y retomado por Jenofonte, fue ampliamente tratado por los pintores del Renacimiento y el Barroco. Aquí Hércules debe elegir entre el Vicio y la Virtud.
Hércules, representado con arco y flechas, logra con ardid que levanten el vuelo y mata a los monstruos con las flechas recibidas como regalo de Apolo. La muerte de los pájaros estinfalios, llamados así porque habitaban los pantanos cerca de Estínfalo, es el quinto de los Doce trabajos de Hércules. Estas criaturas podían lanzar sus plumas como flechas y se alimentaban de carne humana. Durero las ha representado tomando como modelo la descripción de las arpías hecha por Dante.
La segunda esposa de Hércules, Deyanira, tenía un miedo horrible a ser abandonada por el héroe. El pérfido centauro Neso, mortalmente herido por Hércules, le hizo creer que seguiría unida para siempre a su esposo dándole una prenda empapada con la sangre que brotaba de su cuerpo. Ignorando que aquella sangre podía ser el más violento de los venenos, la imprudente joven impregnó la túnica de Hércules, que pereció en medio de atroces sufrimientos. Así terminó la vida terrestre del héroe, que fue llevado al Olimpo y elevado a la inmortalidad.
Atalanta y las manzanas de oro
Entre las numerosas versiones del mito, la más representada en el arte es la de origen beocio, en la que se inspiró Ovidio y que se cita como ejemplo de la vanidad y de la curiosidad femeninas. Bellísima cazadora, Atalanta no quería casarse, advertida por un oráculo de que el matrimonio no le traería más que desgracia, Atalanta decidió permanecer virgen. Entonces la joven, para librarse de los pretendientes, los desafiaba a correr, prometiendo su mano al vencedor, o la muerte si eran derrotados. Durante mucho tiempo Atalanta permaneció imbatible hasta que Hipómenes (en otras versiones Melanión) arrojó durante la carrera tres manzanas de oro del jardín de las Espérides a lo largo de la pista que le habían sido regaladas por Venus. Por tres veces Atalanta, irresistiblemente atraída por los frutos, se paró a recogerlos, perdiendo así la competición. Posteriormente los dos jóvenes se unieron amorosamente en un templo dedicado a Cibeles, lo que ofendió a Venus que los transformó en leones.
Insuperable en la carrera y hábil cazadora, Atalanta es representada habitualmente mientras se inclina para recoger las manzanas que ha dejado caer Hipómenes o, a veces, se describe el episodio en que Hipómenes recibe las manzanas de Venus.
Prometo, mito y rebelión
Prometo, hijo del titán Japeto, es famoso por haber creado a los hombres y haberles dado el fuego. El mito cuenta que había modelado al hombre de la arcilla, dándole un semblante semejante al de los dioses. A continuación, con la complicidad de Minerva, robó el fuego del carro del Sol y se lo entregó a los hombres. Según otra versión, el fuego fue robado de la fragua de Vulcano. Júpiter, irritado, castigó a los hombres enviando a la tierra a la bella Pandora, provista de la jarra con todos los males en el interior. A su vez, Prometeo fue encadenado en el Cáucaso por Vulcano y torturado por el suplicio causado por el águila, que le devoraba el hígado, que cada noche volvía a crecer. De ese modo el suplicio era eterno. El benefactor de los hombres fue liberado por Hércules. A Prometeo se le suele representar en el momento de su suplicio. A veces se le representa frente a una estatua de apariencia humana y apoyado en su pedestal. En otra versión, el héroe, después de haber robado el fuego, aproxima una antorcha encendida para darle vida.
Atribuido al dramaturgo griego Esquilo, el Prometeo encadenado confiere a Prometeo el papel de campeón de la humanidad oprimida por Zeus. La tragedia fue parte de una trilogía (las otras dos piezas se han perdido) que finalmente vio a Heracles liberar al mártir de su suplicio.
El rebelde inmortal y ladrón del fuego, se convirtió así en el abanderado de la humanidad rebelde e inspiró a poetas como Goethe, Byron, Hugo… En su drama lírico Prometeo liberado (1819) Shelley hizo del héroe un ser cuyo conocimiento estableció un reino luminoso de libertad y amor, triunfando sobre la represión encarnada por los Olímpicos.
Bibliografía
Hamilton, Edith. La Mythologie, ses dieux, ses héros, ses légendes. Marabout, 1997
Lefèvre, Thierry. 13 histoires pour découvrir les amours des dieux. Somogy, 1998
Bertherat, Marie. Les Mythes racontés par les peintres. Bayard jeunesse, 2000
Impelluso, Lucia. Dieux et héros de l’Antiquité. Éditions Hazan, Paris, 2001
Denizeau, Gérard. La mythologie expliquée par la peinture. Larousse. 2017