La Fundación Beyeler de Riehen / Basilea, dedica una exposición retrospectiva a Balthasar Klossowski de Rola (1908-2001), artista legendario más conocido bajo el nombre de Balthus. Se trata de la primera muestra de la totalidad de su trabajo en Suiza alemana y la primera exposición de Balthus en un museo helvético desde hacía una década. Desde su infancia en Berna, Ginebra y Beatenberg, su matrimonio con la suiza Antoinette de Watteville y sus estancias tanto en la Suiza romanda como en la Suiza alemana, hasta las últimas décadas en Rossinière, un auténtico pueblo de montaña, Balthus mantuvo una estrecha y continua relación con el país helvético. Balthus no es sólo uno de los grandes maestros del arte del siglo XX, también uno de los más singulares. En su compleja obra multifacética, venerada por algunos y rechazada por otros, Balthus sigue un camino artístico alternativo, casi opuesto a las corrientes de la vanguardia moderna. En esa vía solitaria, el excéntrico pintor se refiere a una amplia gama de artistas que le precedieron y otras tradiciones artísticas e históricas. El distanciamiento del modernismo, que podemos casi describir de «postmoderno», llevó a Balthus a desarrollar una forma única de vanguardia, que en la actualidad parece todavía más relevante.
Desde 1936 a 1939, la joven Thérèse Blanchard fue la modelo favorita de Balthus. Una niña que vivía probablemente cerca de su estudio. Aquí, la representa a la edad de 12 años con su hermano Hubert, dos años mayor que ella. Mientras Therese lee de rodillas en el suelo, una posición típica de la infancia, Hubert tiene los codos apoyados en la mesa y mira al vacío con aire aburrido. El lugar que ocupan los niños y su actitud corporal responde a una organización específica, como en el cuadro «La rue», de tal modo que se entabla un juego sutil entre los objetos del espacio. Por ejemplo, la forma de la mesa hace eco a la postura de Teresa, que Balthus retomará con otras variaciones en cuadros como «La partida de cartas». Los niños Blanchard fue comprado en 1941 por Pablo Picasso, que había entablado amistad con el pintor.
Su obra maestra, el monumental Passage du Commerce-Saint-André, realizada entre 1952 y 1954 y en préstamo a largo plazo a la Fundación Beyeler, es el punto de partida de esta exposición. Esta pintura enigmática ejemplifica las intensas preocupaciones de Balthus con las dimensiones espaciales y temporales de la imagen y su relación con la figura y el objeto. Siguiendo el hilo de estas consideraciones, esta exposición reúne los cincuenta cuadros principales de todos los períodos creativos del artista. Bajo esta perspectiva, destacan las estrategias a veces provocativas de la escenificación pictórica de Balthus y, sobre todo, la ironía y lo abismal de su arte. En sus obras, a la vez serenas y desconcertantes, convergen polos opuestos. El artista combina en ellas y de forma singular sueño y realidad, erotismo e inocencia, objetividad y misterio, y también lo conocido y lo extraño. Esta exposición se ha podido llevar a cabo gracias al generoso apoyo de la familia del artista y el conservador Raphaël Bouvier, así como Michiko Kono, conservadora adjunta de la Fundación Beyeler.