El Museo Nacional del Prado presenta la gran exposición antológica Fortuny (1838-1874) con la colaboración del Museo Fortuny de Venecia y el Museu Nacional d’Art de Catalunya. Hijo y nieto de artesanos y huérfano desde muy joven, Mariano Fortuny y Marsal desarrolló en el ámbito de su primera formación una habilidad artística especial. Tras el inicio de su aprendizaje como pintor en la escuela municipal de Reus, su ciudad natal, sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona desde 1853 le formaron académicamente. Su estancia en Roma, pensionado por la Diputación de Barcelona, le puso en contacto a partir de 1858 con el gran arte del Renacimiento y el Barroco. En la Ciudad Eterna acudió a la Academia Gigi, donde realizó del natural estudios de desnudo que manifiestan su fina captación de las anatomías, a veces con una expresividad especial, fruto de su dominio tanto del lápiz como de la pluma. Su temprano descubrimiento de la luz y el color en los amplios espacios del norte de África impulsó su pintura hacia la captación, libre de convenciones académicas, del natural. Por otra parte, su estudio de los maestros antiguos en Roma y en el Museo del Prado le permitió comprender en profundidad lo esencial de la pintura. El virtuosismo de su técnica, que conseguía reproducir con una intensidad visual nueva las calidades materiales, el color y el brillo de objetos y figuras, le granjeó el triunfo internacional a partir de 1869. Sus estancias en Granada (1870-72) y en Portici, cerca de Nápoles (1874), le llevaron a nuevos hallazgos en la representación de las figuras al aire libre y a asimilar con una originalidad propia diversas influencias, entre ellas la del arte japonés, en las diferentes técnicas que cultivó. Tras su triunfo internacional, una estancia de más de dos años en Granada proporcionó a Fortuny la tranquilidad que deseaba, en un ambiente de gran belleza que le inspiró un conjunto excepcional de cuadros.
La exposición, se estructura en un recorrido articulado de forma cronológica por las aportaciones de Fortuny como pintor, acuarelista, dibujante y grabador. Junto a ellas se exhiben ejemplos de la extraordinaria colección de antigüedades que atesoraba en su atelier: preciosos objetos, algunos de ellos conservados hoy en las más importantes colecciones arqueológicas del mundo, que demuestran su interés por la observación detenida y explican el extremado refinamiento en la captación de las calidades, el color y la luz en sus propias creaciones artísticas y el asombroso virtuosismo de sus obra, que extendieron rápidamente su fama entre los grandes coleccionistas de Europa y Estados Unidos.