Una Escuela cosmopolita
La Escuela de París es el término utilizado para describir el grupo heterodoxo de artistas franceses y extranjeros que trabajaron en París durante la primera mitad del siglo XX, pero también sitúa esta ciudad como centro del arte hasta la Segunda Guerra Mundial y como símbolo del internacionalismo cultural.[:]
En diversas ocasiones, en la Escuela de París se han incluido algunos artistas asociados a movimientos del arte moderno cuyo origen era París, desde el postimpresionismo hasta el surrealismo, pero en un sentido más estricto se refiere a la comunidad internacional de artistas modernos que vivieron y trabajaron en París entre las dos Guerras mundiales. París atraía a los artistas extranjeros por varias razones: la falta de represión política, su relativa estabilidad económica, la presencia de grandes maestros del arte moderno, Picasso, Braque, Rouault, Matisse, Leger y un floreciente ambiente cultural de galerías de arte, críticos y coleccionistas que apoyaban a los artistas. Los intercambios y la confrontación de ideas entre los artistas y el pluralismo de los estilos son igualmente características importantes de la Escuela de París.
La Ruche de Montparnasse
La Ruche (la colmena), en Montparnasse en el distrito XV de París, fue creada con el fin de ayudar a los artistas sin recursos. El lugar acogió al pintor italiano Modigliani, al ruso Chaïm Soutine, al francés Brancusi, y sobre todo a Chagall que fue uno de los arrendatarios más ilustres. Si Modigliani era el arquetipo de la bohemia, Soutine era un hombre excéntrico y torturado. Su pintura obsesiva y frenética, sus colores vivos y la violencia expresionista de sus pinturas nos los muestran como si fueran espíritus análogos a los primeros pintores expresionistas, como Émile Nolde u Oscar Kokoschka. Y mientras que las pinturas de Soutine muestran un estado interior de agitación, las pinturas de Chagall, amigo y compatriota de Soutine, son el polo opuesto. Su síntesis de los colores fauvistas, el espacio cubista, las imágenes del folklore ruso y su propia imaginación, producían imágenes caprichosas de una gran expresividad lírica que hablaban de su amor por la vida y por la humanidad.
Se trata del cuadro programático por antonomasia de Chagall en París, pintado en La Ruche. La composición radial, la organización del cuadro a partir de un punto central, es el principio de la composición de esta obra. Chagall realiza una síntesis de motivos tomados de la realidad en una unidad pictórica lógica.
Marc Chagall
Marc Chagall (1887-1985) pintor francés de origen ruso, nacido en el seno de una modesta familia judía, se forma en San Petersburgo donde descubre la pintura de Cezanne, Gauguin y Van Gogh. En 1910 llega a París, en plena revolución artística, se aloja en La Ruche donde encuentra a Soutine, Modigliani, Leger, Archipenko, Apollinaire, Salmón, Max Jacob y Blaise Cendrars quien se convertirá en su mejor amigo. El Autorretrato con siete dedos se acerca al cubismo, pero se singulariza ya por una visión personal fantástica. En 1914, vuelve a Rusia donde participa en exposiciones de vanguardia. Sus temas evocan una mítica vida aldeana y el ritual judío. En 1917 adhiere con entusiasmo a la Revolución rusa. De regreso a París en 1923, pinta naturalezas muertas pobladas de flores y de personajes y realiza igualmente una serie de admirables aguafuertes para las Almas muertas de Gogol, para las Fábulas de La Fontaine y para la Biblia. En 1933, algunas de sus obras fueron quemadas en Mannheim por orden de Goebbels. En la segunda mitad de los años cuarenta, de regreso de Estados Unidos, se instala en Provenza; se pone a trabajar la cerámica y la escultura, y comienza sus grandes obras monumentales integradas en el espacio arquitectural (decoración de la bóveda de la Opera de Paris o de la Opera de Nueva York).
Esta composición cubista de Chagall nos cuenta una historia: el soldado está tan ebrio que siente como su gorra sale volando de su cabeza mientras percibe la visión de una pareja que baila sobre el mostrador. Se trata del artista y una joven rusa: una imagen de sus recuerdos.
Los cuadros de Chagall evocan un mundo lleno de milagros que se suceden cada día: en el dormitorio de los amantes, en la taberna, en las calles de Vitebsk, incluso bajo la torre Eiffel. Chagall era principalmente un contador de cuentos rusos. Sus cuentos fantásticos tenia la capacidad de transformarlos directamente en pintura. Es por esta razón que los surrealistas lo han considerado un predecesor, como el artista que introduce la metáfora en la pintura moderna. Su matrimonio con Bella en 1915, le inspiró toda una serie de cuadros de hombre enamorado, como el cuadro onírico El cumpleaños.
En 1915 Chagall se casa con Bella, una amiga de la infancia. Su matrimonio le provoca tanta fascinación que su mujer se convierte casi en el único tema de sus pinturas. En aquella época tan turbulenta, Bella y Chagall se encuentran en el séptimo cielo. Este cuadro los representa el día del cumpleaños de Bella. La pareja flota feliz por los aires, como en levitación. El hombre, con la cabeza girada formando un ángulo extraño que sólo el amor puede permitir, le da un beso. Chagall ha descrito minuciosamente la habitación, el ramo de flores, la decoración de la alfombra y del cubrecamas, los pequeños objetos que se encuentran sobre la mesa.
En los temas tan a menudo retomados y reelaborados por Chagall, el artista profundiza su propio mundo intimista y sentimental que no ha perdido nunca su unidad de estilo, incluso en los periodos de contacto más intenso con las demás corrientes artísticas. Durante su carrera, la fantasía poética de Chagall se caracteriza por ciertas constantes psicológicas y figurativas: la familia, el país de origen, la vida de los campesinos en la tierra rusa, los sueños de juventud, los ritos y las tradiciones hebreas. Siempre ha revisitado estos temas a través de una transfiguración lírica del recuerdo y de la memoria que confiere a su relato un carácter de fábula.
Su tío Nush había inculcado al joven Chagall su gusto por la música: «cuando transportaba el ganado, yo tenía por costumbre acompañarlo en su traquetean carro. Era un buen violinista. Tocaba para mí durante largas horas, sentado sobre un peldaño del patio, hablándome de cosas divinas». En el ambiente artístico de París Chagall encontró una gran inspiración. Era amigo de Modigliani, pero sobre todo de Delaunay, cuyo orfismo confirmó su propio enfoque folclórico lleno de color.
Amedeo Modigliani
Amedeo Modigliani (1884 – 1920), nacido en Toscana, era hijo de una familia acomodada de la clase media italiana. Frecuenta la Escuela de Bellas Artes de Florencia en la que profundiza su conocimiento de la pintura impresionista italiana, llamada la Macchiaiola, artistas de vanguardia toscanos y de su principal exponente el pintor Giovanni Fattori. En 1903, frecuenta la Escuela de Bellas Artes de Venecia. En 1906 se establece en París. Es la época de la explosión fauvista y del nacimiento de la pintura cubista: Modigliani utiliza sus experiencias de vanguardia, de la misma manera que la lección fundamental de Cezanne, para definir un estilo que va a desarrollarse en términos extremadamente personales y característicos. Es preciso subrayar también el rol no menos decisivo de su primera formación literaria, sin coherencia y ligada a una cultura post romántica y decadente; ello contribuye sobre todo a hacer de él el último «heredero y liquidador» de la tradición del siglo XIX a medio camino entre el clasicismo y el romanticismo tardío.
Modigliani ha mantenido viva la tradición toscana del «disegno», del dibujo que domina toda obra de arte, lo que Vasari describió como «el principio creativo de las artes visuales».
En París, la pintura de Modigliani muestra la influencia de Toulouse-Lautrec, de Gauguin, de Van Gogh y, sobre todo, de Paul Cezanne del cual toma la construcción de las figuras en grandes masas cromáticas, como se puede encontrar ya en las obras de 1909, El mendigo de Livorno y El Violonchelista. Después de una breve estancia en Italia, Modigliani se instala definitivamente en Montparnasse en 1909. Es la época de su amistad con Brancusi, del descubrimiento común de la escultura africana y de la fuerza expresiva y rítmica de la línea, determinante en la pintura de Modigliani después de 1914. Desde 1915 a 1920, el artista realiza la parte más conocida de su obra; formada casi exclusivamente por retratos (excepto algunos paisajes pintados durante su estancia en Niza) de sus amigos y de personajes anónimos, los desnudos de modelos. El éxito de crítica y público de la obra de Modigliani crece rápidamente después de su muerte y es consagrado definitivamente por la gran exposición en la Bienal de Venecia de 1930.
Modigliani fue un manierista moderno, pintor de figuras excesivamente alargadas, voluntariamente distorsionadas, con largos cuellos y ojos demasiado juntos, cuyos rostros parecen máscaras. En sus desnudos, se encuentra la delicada tradición del arte sienés y florentino, algo de la gracia melancólica de Botticelli, acentuada con un toque de Matisse.
Chaïm Soutine
Pintor francés de origen lituano, Chaïm Soutine (1893-1943) se instala en París en 1911, en La Ruche, donde conoce a Marc Chagall, Lipchitz y Modigliani. En los museos, estudia con un interés particular las obras de Rembrandt y Courbet. Aunque asimila la cultura francesa, Soutine no adhiere nunca a las corrientes de vanguardia a causa de su exacerbado individualismo. En su pintura, la realidad, percibida dentro de una dimensión atemporal, es única y exclusivamente una trágica imagen de su visión interior, lo que lo equipara a los citados artistas, pero también al arte de El Greco, Munch, James Ensor, Nolde, Kokoschka y los expresionistas. En 1922, comienza a pintar, con una clara referencia a Rembrandt, las series de animales ensangrentados; a continuación realiza las series de pinturas: los Pasteleros, los Lacayos y los Monaguillos, representados con un crudo naturalismo psicológico. De 1930 hasta su muerte, siempre inquieto y atormentado a pesar del éxito obtenido, profundiza en su búsqueda existencial y formal. La pintura de Soutine influye sobre todo en algunos expresionistas austríacos y en la escuela simbólico-expresionista romana. Después de la guerra, los pintores del grupo Cobra se inspiraron en su obra, al igual que De Kooning y Bacon.
Con una oreja más grande que la otra, el joven pastelero, pensativo, mira al espectador, como si todas las desgracias del mundo hubieran caído sobre él.
La obra de Soutine fue descubierta por el doctor Barnes, estadounidense, inventor de un poderoso analgésico al cual debía su fortuna. Compró una gran parte de su producción e hizo del pintor un artista célebre. Las contorsiones de este paisaje que representa el pueblo La Baja Gaude, cerca de Cagnes, muestran el expresionismo exacerbado del pintor.
Maurice Utrillo
Maurice Utrillo (1883-1955) era hijo de Suzanne Valadon, modelo de los pintores impresionistas y también pintora de renombre. Utrillo fue adoptado por el pintor y crítico catalán y figura emblemática del modernismo catalán, Miquel Utrillo i Morlius, que le dio su nombre. Utrillo es un observador apacible y melancólico del pueblo de Montmartre, con sus calles a menudo desiertas, animadas a veces con minúsculas siluetas de hombres y mujeres, con sus iglesias, sus casas en las que destaca a veces un cartel publicitario, una enseña o una bandera. Los lugares que pinta son de un lacerante realismo, por el ritmo de las ventanas alineadas y cerradas, por la argamasa envejecida de los muros y los pequeños y enclenques árboles.
Kisling, pintor francés de origen polaco era uno de los protagonistas de la Escuela de París y formaba parte del grupo de Montparnasse. Pintaba desnudos femeninos y patéticos retratos parecidos a los de Modigliani, amigo suyo. Kiki era una cantante muy conocida de los artistas de vanguardia que frecuentaban los cafés y los cabarets de Montparnasse, el barrio donde vivían los artistas en los años veinte.
El mundo mágico y cosmopolita de la Escuela de París se acaba con la invasión nazi. El crítico de arte norteamericano Harold Rosenberg ha plasmado la esencia de este grupo informal en su ensayo La Caída de París (1940), que no es más que un homenaje a una época perdida. La Escuela de París no pertenecía a ningún país, era universal e intemporal.