La ola de realismo después de la Primera Guerra mundial.
En Alemania, a principios de los años 20 se manifiesta una nueva tendencia artística, consagrada oficialmente en 1925, por la exposición Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) en Mannheim. Desde el punto de vista del lenguaje pictórico, la Nueva Objetividad se presenta como la superación del expresionismo y del arte abstracto:[:]
treinta y cuatro pintores se unieron en nombre de una toma de conciencia de la dramática y cruda realidad de la posguerra, o al menos, de un regreso a la realidad positiva tangible. Casi al mismo tiempo, en Italia aparece la revista artística Valori Plastici, que exalta la idea del regreso al orden y de la recuperación de la forma.
En su crudo realismo de posguerra, esta imagen representa una mañana en la periferia de Berlín. En primer plano, el protagonista, un funcionario gubernamental de pensiones para los mutilados de guerra. Vestido con una cierta elegancia (lleva incluso una medalla), este burócrata es la viva imagen de una asistencia social huidiza y pédante. Simbólicamente, un muro de ladrillos y de indiferencia separa el funcionario del soldado repatriado. En el plano posterior, un obrero se dirige a su trabajo, y en un rincón, aparece la figura furtiva de un negociante del mercado negro, verdadero director de este sórdido escenario.
Otto Dix, George Grosz, Rudolf Schlichter y Max Beckmann desarrollan un realismo fuertemente comprometido que pone el énfasis en la denuncia social. Su estilo se caracteriza por inflexiones caricaturales y por formas de construcción de la imagen de influencia dadaísta y expresionista, de las cuales toman prestada su carga subversiva e irreverente, con un interés por los medios de comunicación de masas, por las diversiones populares, y las condiciones de vida en la gran ciudad moderna.
La primera exposición de La Neue Sachlichkeit comprendía ciento veinticuatro obras de treinta y dos artistas. Según Hartlaub, la nueva investigación de la pintura medieval tardía, del arte italiano del siglo XV, de las formas plásticas integradas del neoclasicismo de Ingres y David, han puesto énfasis en «la autonomía de los objetos en nuestro entorno». Los objetos se reproducían con un enfoque nítido y una atención casi microscópica por el detalle. Todo movimiento se paralizó. La pintura volvió a un estado estático. A esta nueva austeridad el crítico de arte Franz Roh lo llamó «Realismo mágico».
Dentro del mismo movimiento se puede distinguir tres grupos de artistas: el de Munich, que privilegia un lenguaje metafísico influido por el arte italiano y el clasicismo (Kanoldt, Mense y Schrimpf pintan naturalezas muertas y paisajes), los pintores realistas de Hannover, que se caracterizan por su compromiso socio-político, y el grupo de Berlín y de Karlsruhe, que utilizan el tema de la ciudad moderna. Bajo ciertos aspectos, también se puede incorporar a estos grupos la figura aislada del artista Christian Schad. Pero en sus obras, las motivaciones políticas ceden el paso a la introspección psicológica, cuya característica es el realismo fotográfico alucinado.
La precisión exagerada con la que se reproducían los objetos y las figuras, a veces proporcionaba a los cuadros de este movimiento, un aspecto casi surrealista, esa cualidad mágica a la que se refería Franz Roh. Tal es el caso de los retratos de Schad. La visión fotográfica es determinante en sus cuadros: en Autorretrato con modelo, la orquídea ha sido pintada con una extraordinaria nitidez; la mirada escéptica que dirige al espectador y la camisa verde transparente que acentúa su desnudez y cada pelo de su torso. Esta forma de revelar lo oculto hace subir la tensión del cuadro, a través del desacuerdo con el color de la piel de la mujer que recuerda las sutiles transparencias de un cuadro manierista del florentino Pontormo.
En la misma época, en Italia, la pintura del grupo Valori Plastici fue estimulada por el neoclasicismo de De Chirico y de Carrà, pero también por la herencia del Renacimiento clásico como parte integral del entorno de los pintores italianos. Felice Casorati, en contacto con la pintura metafísica, se ratifica en su idea clásica de la imagen y crea una pintura poblada de grandes formas estáticas, extremadamente simples y severas, enmarcadas dentro de un espacio perspectivo rigurosamente cúbico y subrayadas por el equilibrio absoluto de las masas cromáticas.
Otto Dix
Más progresista, y de una mayor trascendencia, fue la variante socialmente crítica de la Neue Sachlichkeit. Contemplando la realidad con una mirada desencantada, en este sentido fue antiilusionista. Su representante más significativo fue Otto Dix, nacido en 1891 en el seno de una familia obrera en Untermhaus, cerca de Gera. Dix crea en 1923, con otros expresionistas como George Grosz, el grupo Nueva Objetividad y se dedica a la representación del ambiente berlinés de posguerra, del cual evoca duramente los aspectos de desorden moral, de bajeza y de hipocresía. Son los años más interesantes de su actividad artística: con su amplio bagaje de experiencias futuristas, expresionistas y dadaístas, así como del estudio de la pintura y del grabado de los antiguos maestros nórdicos. En sus retratos, Dix asocia una muy cuidada atención por el detalle con un refinado manierismo en los gestos elocuentes de sus figuras alargadas.
Este tríptico es un impresionante y denso testimonio del clima social de la Alemania de los primeros cabarets berlineses. En el centro, una orquesta de jazz: elegantes parejas bailando dentro de una atmósfera irreal, donde los maquillajes demasiado pesados y los vestidos a la moda de las mujeres, no pueden esconder la tensión ambiental. En el panel de la izquierda, un mutilado de guerra se arrastra sobre los adoquines resbaladizos bajo la mirada indiferente de las chicas de compañía; en el panel de la derecha, Dix representa inquietantes figuras de prostitutas con sus clientes, en una impresionante superposición de sensualidad y bestialidad.
Dix descubrió los aspectos más sórdidos de la realidad. Se había interesado por los «outsiders», entre ellos los intelectuales y sus colegas pintores, pero también por los obreros, las prostitutas y los inválidos. Este tríptico refleja fielmente la atmósfera del periodo de posguerra. A partir de 1920, Otto Dix se había decidido definitivamente por la Neue Sachichkeit (Nueva objetividad) y sobre todo, por el verismo.
En sus cuadros Dix representa una visión implacable, desacralizante y lapidaria de la realidad, donde el color está sometido al dibujo. Las obras más significativas de este periodo son: El vendedor de cerillas, 1920; Retrato de Sylvia von Harden, 1926; Retrato del doctor Mayer-Hermann, 1926; el tríptico Metrópolis, 1927-1928 y, especialmente, la gran obra Los siete pecados capitales, 1933. Durante el ascenso nazi, Dix es destituido de su puesto de profesor en la Academia de Berlín como artista degenerado: más de 250 obras suyas serán confiscadas.
George Grosz
George Grosz (Berlín 1893 – 1959), pintor estadounidense de origen alemán, después de haber experimentado con el cubismo y el futurismo, publica en 1917 su primera colección de dibujos, los cuales provocan el escándalo y la indignación en los medios burgueses, a causa de la vulgaridad de los temas escogidos: prostitutas, borrachos, asesinos, militares en actitudes indecentes, descritos con rasgos rápidos e incisivos. A partir de 1918, Grosz se une al dadaísmo berlinés y lo utiliza como arma para denunciar el militarismo y la burguesía de la Alemania prenazi. Después de haber contribuido con Otto Dix a la constitución del grupo Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit) y haber revelado, por medio de un análisis sin piedad, la avidez por el poder de algunos dirigentes, oculta bajo máscaras de irreprochable respetabilidad, sus obras, como las de Dix, serán confiscadas durante la subida al poder del nazismo y mostradas en la exposición de «Arte degenerado». Grosz también colaboró en 1928 con el «teatro político» de Erwin Piscator creando algunos decorados para sus escenarios. En 1933, Grosz se exila a Estados Unidos y enseña en Nueva York, donde continúa denunciando las dramáticas condiciones del «hombre social», presentando la tragedia de la Segunda guerra mundial que se avecina. El estilo corrosivo de Grosz ejerce una influencia importante en la corriente realista y social de los pintores americanos, en especial sobre Ben Shahn.
Max Beckmann
Max Beckmann (1984-1950) ocupa una posición predominante entre los pintores realistas de la era moderna. Sus primeras obras están marcadas por el impresionismo de la Secesión Berlinesa, y más tarde por los maestros del gótico final alemán (Grünewald) y las deformaciones expresionistas de sus colegas Dix y Grosz, junto con otras corrientes artísticas europeas como el cubismo. A partir de 1917 dota a su pintura de un verismo crudo, reflejando el clima trágico de la guerra. Beckmann redescubre el original lenguaje del expresionismo alemán: las figuras alargadas, los miembros quebrados de las figuras que se aglutinan en espacios cerrados, donde se expresa la laceración física y moral, espejo fiel de la tragedia en la cual el artista había participado como enfermero durante la guerra, en contacto directo con el dolor y la muerte. La pintura La noche es la primera obra maestra de este período, donde la tragedia de una familia atacada por maleantes, se transforma en un drama popular con reminiscencias medievales. Imagen espantosa y opresiva del horror y del instinto diabólico y destructor de la naturaleza humana.
Beckmann penetra en las raíces del expresionismo alemán para expresar la profunda transformación moral, física y social de Alemania a través de grandes cuadros alegóricos, visiones apocalípticas de la humanidad que reflejan la atmósfera de un país devastado y lacerado por la derrota.
Esta tríptico de Beckmann contiene una iconografía muy personal, tal vez autobiográfica, como una premonición de su propio destino: el camino del exilio a causa de la llegada de los nazis al poder. En el panel central, un grupo de gente se encuentran en una barca preparándose para partir y como fondo, el azul del mar, tan amado por el artista. A propósito de este cuadro, Beckmann se confía: «El rey y la reina se han liberado, y la reina lleva en sus brazos, como si fuera su hijo, un tesoro: la libertad. La libertad es lo que importa, es el punto de partida para un nuevo comienzo.» Los dos paneles laterales contienen escenas de crueldad: los verdugos y sus víctimas, situaciones y lugares que se abandonan para poder olvidarlos.